Cinco a?os despu¨¦s del 'lunes negro'
Los principales valores de Wall Street no se recuperan debido al ambiente de recesi¨®n
Tal d¨ªa como ayer, 19 de octubre, hace cinco a?os, la Bolsa de Nueva York vivi¨® la peor jornada de su historia, cuando el p¨¢nico vendedor invadi¨® el mercado y ocasion¨® una ca¨ªda de 508 puntos en el promedio del ¨ªndice Dow Jones de valores industriales, que arrastr¨® a las bolsas de todo el mundo y sobrepas¨® el desplome ocurrido el 29 de octubre de 1929. El pasado 5 de octubre, cuando Wall Street soport¨® una ca¨ªda de 100 puntos, para luego recuperar 70 y cerrar 28 puntos por debajo, el espectro de un nuevo crash pareci¨® visitar el mercado de valores m¨¢s importante del mundo.
En realidad, el espectro no tiene forma de crash en esta ocasi¨®n, sino de un oso. El temor que comparten operadores, intermediarios burs¨¢tiles y bancos de in versi¨®n es el de una posible terminaci¨®n del ciclo burs¨¢til alcista, representado en la jerga del sector por un bull (toro), y la apertura de una etapa bajista, que se identifica con un bear (oso). La crisis del 19 de octu bre de 1987 y el minicrash de 1989 no pudieron tender sobre la arena al toro. Hoy d¨ªa, el ¨ªndice Dow est¨¢ un 83% por encima del 19 de octubre de 1987. Por su puesto, hay valores que nunca se recuperaron: t¨ªtulos como los de IBM, Westinghouse Electric Corp., American Express Co., Citicorp o Chase Manhattan cotizan hoy por debajo del lunes negro. El 9 de octubre, el ¨ªndice compuesto de la Bolsa de Nueva York cerr¨® a 222,11, algo por debajo de la media m¨®vil de 54 semanas -223,87-, y cuando esto ocurre la tendencia de la Bolsa a largo plazo anticipa un mercado bajista.Reserva federal
El crash de 1987 no desemboc¨® en una crisis generalizada, como las primeras horas de p¨¢nico hicieron temer, entre otras cosas porque la Reserva Federal (banco central) inyect¨® liquidez en el mercado y el Bundesbank baj¨® sin regateos los tipos de inter¨¦s. En diciembre de 1987, la econom¨ªa norteamericana, aparente mente recuperada, superaba el bache. Sin embargo, como hab¨ªa ocurrido en 1929, Wall Street anticipaba una deflaci¨®n generalizada del valor de los precios activos, que tres a?os despu¨¦s, en julio de 1990, ser¨ªa acompa?ada oficialmente por una recesi¨®n de la econom¨ªa. Si bien el creci miento negativo ha sido supera do, desde el pasado a?o la eco nom¨ªa se expande a una medio cre tasa del 1,5%, aproximada mente. La recuperaci¨®n coexiste con una tasa de desempleo del 7,5% y se parece, ahora, m¨¢s a una depresi¨®n cl¨¢sica.
Si se escucha a la Administraci¨®n estadounidense, la econom¨ªa se halla ahora en una situaci¨®n notablemente mejor que cuando se llevaron a cabo las elecciones de 1988. Entre finales de aquel a?o y el verano de 1989, los beneficios cayeron de 176.000 millones de d¨®lares (18,48 billones de pesetas) a 152.000 millones. Hoy, aunque la recuperaci¨®n se parece m¨¢s a una recesi¨®n, el PNB crece; los beneficios se sit¨²an en un nivel anual de 223.000 millones de d¨®lares. La competitividad de las exportaciones norteamericanas ha experimentado un cambio radical: en 1988 la balanza comercial de bienes y servicios registraba un d¨¦ficit de 102.000 millones de d¨®lares mientras que en 1991 dicho saldo negativo se redujo a 11.700 millones de d¨®lares, tras una paulatina ca¨ªda en 1989 (75.500 millones) y 1990 (57.500 millones). En materia de inflaci¨®n, el crecimiento anual del ¨ªndice de precios al consumo era del 4,9% en noviembre de 1988, para subir en febrero de 1989 al 5,9%. Ahora, crece a una tasa anual del 3%. Los tipos de inter¨¦s han experimentado una fuerte reducci¨®n: los fondos que. se prestan los bancos entre s¨ª a un d¨ªa pasaron del 8,35% en noviembre de 1988 al 10% en marzo de 1989, para caer actualmente al 3%. Todos estos datos constituyen un maquillaje estad¨ªstico que no resiste, en algunos casos, mucho tiempo hasta quedar en evidencia. El pasado d¨ªa 15, el presidente norteamericano, George Bush, exaltaba, la buena actuaci¨®n exportadora de Estados Unidos en el debate televisivo con los candidatos a la presidencia, Bill Clinton y Ross Perot, y al d¨ªa siguiente, el Departamento de Comercio anunci¨® que tras sufrir la mayor ca¨ªda en cinco a?os, las exportaciones norteamericanas ampliaron en agosto el d¨¦ficit comercial hasta 9.000 millones de d¨®lares, lo cual llev¨® a reducir las previsiones de crecimiento del PNB del tercer trimestre, que ser¨¢ apenas positivo tras el modesto 1,5% del segundo trimestre de 1992. "No hay ning¨²n modelo para explicar los comportamientos que vemos hoy d¨ªa en la econom¨ªa. Los viejos m¨¦todos de an¨¢lisis y los cl¨¢sicos instrumentos monetarios no parecen servir de mucho en estas circunstancias", declar¨® el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, durante su visita al gobernador del Banco de Jap¨®n la semana pasada. A juicio de Greenspan, la econom¨ªa norteamericana atraviesa una etapa de "deflaci¨®n del precio de los activos" cuyo final a¨²n es problem¨¢tico avizorar.
Depresi¨®n-recesi¨®n
La diferencia entre una depresi¨®n y una recesi¨®n cl¨¢sica no es puramente cuantitativa. Una depresi¨®n es un proceso secular de liquidaci¨®n de deuda en el que los recursos generados no cubren la cantidad de dinero necesaria para pagar el servicio de la deuda. Contin¨²a a pesar de que el banco central relaja su pol¨ªtica y finaliza "cuando los recursos generados permiten pagar los intereses de la deuda", explica Ray Dalio, de Bridgewater Associates.
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