El mundo como un escenario
Mi primer conocimiento de Rudolf Nureyev fue a trav¨¦s de la bailarina cubana Menia Mart¨ªnez, que le conoci¨® en el Teatro Kirov y fue su amor durante un tiempo, en la ¨¦poca en que ambos eran egresados j¨®venes de la Escuela Vag¨¢nova de Leningrado.Ella me contaba que era apasionado, alegre, y todo lo maravillosamente loco e impulsivo que pod¨ªa resultar.
Muy amigo de sus amigos, con los que se manifestaba siempre generoso y comunicativo en su peque?o c¨ªrculo, le gustaba sentirse amado y comprendido en sus caprichos, un tanto infantiles. Su imagen p¨²blica era muy diferente: extravagante, exigente y con una arrogancia absoluta y contundente.
Actuaba en el mundo como si de un gran escenario se tratase, y quiz¨¢ tambi¨¦n por ello su popularidad ha sido superior al de todas las grandes figuras de la danza. Nadie fue tan mimado ni admirado. Rico al expresarse, sentimental, innovador, todo le estaba permitido. De su calidad de bailar¨ªn, poco nuevo se puede decir: era casi perfecto.
Vino a bailar a Bruselas con Maurice B¨¦jart El Compa?ero Errante, y all¨ª le coment¨¦ que me gustar¨ªa bailar alguna cosa cl¨¢sica. Al poco tiempo, sin mediar otras palabras, me invit¨® a bailar el paso a dos El P¨¢jaro Azul en su producci¨®n de La Bella Durmiente.
Nureyev ha sido el m¨¢s cosmopolita de todos los bailarines con su gran magnetismo art¨ªstico y personal que le convert¨ªa en el centro de atenci¨®n estuviese con quien estuviese. As¨ª, su vida fue intens¨ªsima en todos los aspectos, un ni?o grande que hizo ley con todos sus deseos.
?dolo, mito, elevador del papel del hombre hasta un protagonismo sin precedentes, lleg¨® a fabricar triunfos de su fallos esc¨¦nicos, y en ning¨²n caso del ballet de nuestro tiempo es m¨¢s justo hablar del "antes y despu¨¦s de".
es bailar¨ªn, maestro y director de la compa?¨ªa de ballet que lleva su nombre.
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