Razones para una movilizaci¨®n
Desacuerdos con las posturas y promesas oficiales han llevado a la Uni¨®n de Peque?os Agricultores (UPA) a convocar la marcha verde, afirma el autor. Y agrega que la misma pretende sensibilizar a la sociedad sobre su sector agrario y su mundo rural, pero tambi¨¦n al Gobierno para que d¨¦ prioridad en su pol¨ªtica a las explotaciones familiares, que, hasta ahora, son las principales v¨ªctimas del mercado.
La Uni¨®n de Peque?os Agricultores (UPA) siempre ha cre¨ªdo en el di¨¢logo institucional para alcanzar progresivamente acuerdos que mejoren la precariedad social y econ¨®mica del sector agrario.Nuestra cultura del acuerdo frente al conflicto ha tenido su plasmaci¨®n en estos ¨²ltimos ocho meses de negociaci¨®n con. el Ministerio de Agricultura despu¨¦s de que se firmara el acuerdo marco en mayo de 1992. Hemos asistido a las mesas de negociaci¨®n, hemos expuesto nuestras opiniones, pero s¨®lo hemos recogido desacuerdos.
El di¨¢logo institucional ha funcionado. Por ello, no se trata ahora de reclamar m¨¢s negociaci¨®n, sino mayores esfuerzos pol¨ªticos y presupuestarios para afrontar una reconversi¨®n que est¨¢ da?ando las rentas de la explotaci¨®n familiar agraria y erosionando el tejido social de nuestras zonas rurales.
El di¨¢logo, la concertaci¨®n, en definitiva, es consecuentemente s¨®lo un instrumento para avanzar, pero no un fin en s¨ª mismo.
Aclarados los problemas f¨®rmales sobre la interlocuci¨®n entre el ministerio y las organizaciones profesionales agrarias, es bueno detenerse en lo fundamental, esto es, en los contenidos que nos separan. Nadie que sea sensato puede negar que en los ¨²ltimos a?os el sector agrario espa?ol est¨¢ hundido en una profunda crisis que, lejos de superarse, se acent¨²a a?o tras a?o.
Durante 1992, ning¨²n indicador econ¨®mico que afecte a nuestra agricultura ha sido positivo.
- Perdimos un 6,3% de empleo, el porcentaje m¨¢s alto de la CE.
- La p¨¦rdida de renta (-8%) fue la tercera m¨¢s alta de nuestros socios comunitarios, despu¨¦s de Holanda y Portugal, y esto sin tomar en consideraci¨®n nuestra tasa de inflaci¨®n (4,8%) ni la p¨¦rdida de activos anteriormente citada.
- Los precios percibidos por los agricultores bajaron un 10,5% de media, siendo m¨¢s acusado este descenso para las producciones vegetales.
- Hemos padecido una sequ¨ªa que ha producido important¨ªsimas p¨¦rdidas econ¨®micas -unos 300.000 millones de pesetas- sin compensaciones equivalentes. La situaci¨®n actual es de continuidad, aunque el problema se haya desplazado a otras comunidades aut¨®nomas.
Respecto a otras magnitudes econ¨®micas, la situaci¨®n negativa se repite.
- Somos el ¨²nico sector productivo que, de manera ininterrumpida, tiene un crecimiento negativo respecto al producto interior bruto desde el segundo trimestre de 1991.
- La balanza comercial agraria es una de las m¨¢s deterioradas, con un incremento progresivo de las importaciones frente a las exportaciones.
- El nivel de endeudamiento alcanza una cifra cercana a los dos billones de pesetas (casi la mitad de la producci¨®n final agraria de 1991), sin que el mismo responda a esfuerzos inversores, sino a una demanda de pr¨¦stamos bancarios para la obtenci¨®n de liquidez.
- Los m¨¢rgenes comerciales entre origen y consumo se agrandan en muchas producciones hasta alcanzar, en algunos casos, el 240%.
?ste es, en definitiva, el diagn¨®stico econ¨®mico, que no es susceptible de muchas matizaciones, puesto que sobre el mismo hay un amplio consenso. No se trata entonces de coincidir tanto en la descripci¨®n de los problemas como de afrontar urgentemente las soluciones necesarias. Soluciones que ya no pueden ser homog¨¦neas para un sector heterog¨¦neo por la existencia de diferencias de rentas muy acusadas entre productores, grandes y peque?os, y entre regiones m¨¢s o menos favorecidas.
La agricultura espa?ola sigue estando basada en explotaciones familiares que, en t¨¦rminos de unidades de trabajo, representa el 79% del trabajo total agrario. Este predominio de la mano de obra familiar es especialmente importante en las explotaciones de dimensi¨®n econ¨®mica peque?a y mediana, las cuales conforman a su vez el tejido social m¨¢s significativo de nuestras zonas rurales.
Luego, si el colectivo mayoritario son peque?as y medianas explotaciones, cualquier pol¨ªtica agraria tiene que orientarse hacia ¨¦stas para no abandonarlas a las leyes ciegas del libre mercado.
Ejemplos
Y es aqu¨ª donde no alcanzamos acuerdos concretos en el di¨¢logo con el Ministerio de Agricultura. Veamos algunos ejemplos.
1. La jubilaci¨®n anticipada que propone el Ministerio de Agricultura afectar¨¢ en 1993 s¨®lo a 5.000 agricultores de todo el pa¨ªs, repartidos en cupos por comunidades aut¨®nomas. Adem¨¢s, no todos los agricultores podr¨¢n ser beneficiarios de este sistema, ya que los que no alcancen un rendimiento bruto anual de 1.080.000 pesetas quedar¨¢n excluidos.
2. El barbecho obligatorio en cultivos arables no discrimina entre explotaciones; es simplemente lineal e independiente de que se tenga m¨¢s o menos superficie agraria ¨²til. ?Por qu¨¦ obligar a las peque?as explotaciones cuando ¨¦stas necesitan sembrar toda la superficie disponible?
?Por qu¨¦ impedir un mayor poder adquisitivo a las explotaciones familiares con el nuevo sistema de ayudas compensatorias por hect¨¢rea?
3. La asignaci¨®n de cuotas en el sector l¨¢cteo tambi¨¦n es ajena a las distintas situaciones socioecon¨®micas de las explotaciones. No importa si el ganadero lo es a t¨ªtulo principal, sin otra fuente de ingresos, o empresa industrial que ven¨ªa produciendo leche negra (sin cuota).
Hay m¨¢s ejemplos, pero todos coincidentes en el diagn¨®stico, por lo que ser¨ªa reiterativo enunciarlos.
Nos separan los contenidos, pero nos distancian a¨²n m¨¢s los presupuestos.
Hagamos un poco de memoria para objetivar el argumento. En mayo de 1992 se aprob¨® la reforma de la pol¨ªtica agraria comunitaria (PAC), en la que b¨¢sicamente se produce una disminuci¨®n r¨¢pida y notable de los precios, junto a tres medidas de acompa?amiento -jubilaci¨®n, reforestaci¨®n y medio ambiente- concebidas para paliar el golpe social que provoca lo primero. En aquel momento conseguimos una reivindicaci¨®n important¨ªsima y es que la financiaci¨®n comunitaria fuera del 75% para las regiones espa?olas objetivo uno (el 80% de nuestra superficie agraria ¨²til).
Con la dotaci¨®n presupuestaria del Gobierno, cercana a los 4.000 millones de pesetas, se desaprovecha, pues, una aplicaci¨®n extensa e intensiva de estos dos programas (jubilaci¨®n anticipada y reforestaci¨®n), puesto que el tercero (de ayudas medioambientales) no va a ser desarrollado por el ministerio, salvo en los casos particulares de alguna comunidad aut¨®noma.
Finalmente, queda un segmento de agricultores profesionales, con explotaciones familiares, que se encuentran en el umbral de viabilidad econ¨®mica. Para ellas es preciso un aut¨¦ntico plan de modernizaci¨®n de sus estructuras productivas.
Sensibilizar
En este sentido, el ministerio ha elaborado unas notas sobre un anteproyecto de ley que a¨²n no tiene concreci¨®n articulada. Es decir, para este colectivo s¨®lo existe una declaraci¨®n de intenciones.
Desacuerdos en muchos casos y promesas en otros, ¨¦ste es el resultado final que ha llevado a la Uni¨®n de Peque?os Agricultores (UPA) a convocar esta marcha verde.
Esta marcha verde pretende sensibilizar a la sociedad sobre su sector agrario y su mundo rural, pero tambi¨¦n al Gobierno para que d¨¦ prioridad en su pol¨ªtica a las explotaciones familiares, que, hasta ahora, son las principales v¨ªctimas del mercado.
No se trata, por tanto, de eliminar al mercado y sustituirlo por el Estado, pero s¨ª exigir del Estado voluntad pol¨ªtica y responsabilidad presupuestaria para corregir los efectos m¨¢s negativos del mercado, cuyo comportamiento selectivo nunca ser¨¢ capaz de ofrecer criterios sociales, estructurales o territoriales, imprescindibles para la supervivencia de los peque?os agricultores y ganaderos.
Por ¨²ltimo, es necesario recordar que nuestro objetivo es estrictamente sindical, ya que -lejos de supuestas intenciones mal¨¦volas- s¨®lo nos mueve el deseo de recuperar la confianza en la actividad agraria para el segmento m¨¢s desfavorecido de nuestra agricultura. La UPA es una organizaci¨®n agraria con una orientaci¨®n socialdem¨®crata, luego parece innecesario relatar las notables diferencias de planteamiento entre nuestras propuestas y las de cualquier partido conservador de nuestro arco parlamentario. En todo caso, la l¨®gica deber¨ªa conducirnos a que fuera m¨¢s factible el acuerdo con este Gobierno que con cualquier otro, pero nuestra obligaci¨®n no puede ser otra que la de contrastar los hechos y no las intenciones.
En conclusi¨®n, nuestra voluntad de conseguir acuerdos positivos para los peque?os y medianos agricultores sigue intacta. Esperemos que podamos obtener una respuesta similar por parte del Ministerio de Agricultura.
es secretario general de la Uni¨®n de Peque?os Agricultores (UPA).
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