Don Juan tendr¨¢ funerales de jefe de Estado por expreso deseo de su hijo
No habr¨¢ sido necesario escuchar la radio o ver la televisi¨®n para enterarse de la muerte de don Juan de Borb¨®n. Al conocerse oficialmente la noticia, una bater¨ªa de cada plaza y un buque de la Armada fondeado en cada puerto efectuaron una salva de cinco ca?onazos, y as¨ª lo har¨¢n dos veces al d¨ªa mientras el cad¨¢ver est¨¦ de cuerpo presente. A su regreso de Pamplona, el Rey comunicar¨¢ el fallecimiento, una a una, a las familias reales. Lo har¨¢ con todas las europeas, a las que le unen lazos familiares, y con otras como las de Marruecos o Jordania, a las que le vinculan lazos de amistad. Par expreso deseo de don Juan Carlos, su padre tendr¨¢ funerales de jefe de Estado.
El Monarca pondr¨¢ las conferencias a t¨ªtulo casi personal, no como Jefe de Estado, y por eso no entrar¨¢ en contacto con el presidente de Francia, Fran?ois Mitterrand, o con el de Portugal, Mario Soares.Don Juan Carlos comunicar¨¢, por ejemplo, a su prima segunda la reina Isabel de Inglaterra que el t¨ªo de ¨¦sta, don Juan de Borb¨®n, ha fallecido. Le anunciar¨¢ adem¨¢s la fecha del funeral solemne, el mi¨¦rcoles, que tendr¨¢ lugar en la bas¨ªlica del monasterio de San Lorenzo de El Escorial. El funeral ser¨¢ el punto final de un luto oficial que habr¨¢ empezado una semana antes.
Pero ya en la tarde de ayer, al conocerse la noticia, Isabel II y numerosos jefes de Estado expresaron su p¨¦same. Un portavoz del palacio de Buckingham dijo que Isabel II enviar¨¢ un mensaje privado al Rey, cuyo texto no se dar¨¢ a conocer. Tambi¨¦n el presidente de Portugal, Mario Soares, se apresur¨® a expresar su p¨¦same.
El f¨¦retro de don Juan viajar¨¢ en el mismo avi¨®n que el Rey, en su traslado desde Pamplona hasta Madrid. El Rey, el jefe del Gobierno y los presidentes del Congreso, del Senado y del Tribunal Constitucional le estar¨¢n esperando.
Las honras f¨²nebres se iniciar¨¢n con la colocaci¨®n de la capilla ardiente, abierta al p¨²blico, en el sal¨®n del Trono del Palacio Real de Madrid. Un piquete de ocho guardias reales, colocados a ambos lados del f¨¦retro, rendir¨¢ honores militares a los restos mortales.
As¨ª lo estipula el reglamento de honores militares. En un principio, al conde de Barcelona se le iba a otorgar el mismo trato protocolario que al pr¨ªncipe de Asturias, justo inferior al de rey o reina, pero ayer se produjo un cambio no previsto: don Juan recibir¨¢ honores de rey por expreso deseo de su hijo.
Protocolo del Estado
Lo que no han previsto los reglamentos militares lo ha organizado, de com¨²n acuerdo con la Casa del Rey, Llu¨ªs Reverter, ayudado por Miguel D¨ªaz Pache, jefe de protocolo del Estado. Aunque saldr¨¢ poco en las fotograf¨ªas, Reverter, secretario general de la Presidencia. del Gobierno y brao derecho del vicepresidente Narc¨ªs Serra desde que en los setenta se hizo cargo del Ayuntamiento de Barcelona, lleva desde hace meses preparando minuciosamente las exequias.
No le ha faltado tiempo. Los primeros temores de un desenlace fatal de la enfermedad de (Ion Juan afloraron a principios de octubre, en v¨ªsperas de la clausura de la Exposici¨®n Universal de Sevilla. No hubo que suspenderla, pero s¨ª se cancel¨®, en cambio, un viaje de los Reyes, previsto para finales de ese mismo mes, a Turqu¨ªa y Bulgaria, y otro, en diciembre, a la Rep¨²blica Dominicana.
Monse?orEstepa, vicario general castrense y capell¨¢n de la familia real, ser¨¢ el encargado de oficiar en palacio la primera misa c¨®rpore insepulto. A ella s¨®lo asistir¨¢n la familia real y cinco representantes del Estado: el presidente del Gobierno, los presidentes de las dos c¨¢maras del Parlamento y los presidentes del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial.
Al d¨ªa siguiente, s¨¢bado, en una segunda misa de levantamiento del cad¨¢ver, el c¨ªrculo de los elegidos se ampliar¨¢ un poco, hasta incluir a los presidentes de comunidades aut¨®nomas y al alcalde de Madrid.
Una unidad formada por fuerzas de los tres ej¨¦rcitos abrir¨¢ despu¨¦s el camino de El Escorial al arm¨®n de artiller¨ªa con el f¨¦retro, colocado encima, que conducir¨¢ a don Juan desde el patio de la Armer¨ªa del Palacio Real hasta su ¨²ltima morada. La guardia de honor, integrada por guardias reales, cerrar¨¢ el cortejo f¨²nebre.
El entierro del conde de Barcelona en el pante¨®n de Reyes del monasterio, por expreso deseo de don Juan Carlos, ser¨¢ la ceremonia m¨¢s privada de las honras f¨²nebres. Contar¨¢ tan s¨®lo con la presencia, si su estado de salud se lo permite, de la viuda, de los hijos y de los nietos del difunto. Incluso en ese momento, el n¨²mero de ca?onazos de la salva de artiller¨ªa disparada desde la Lonja de El Escorial recordar¨¢ que nunca lleg¨® a reinar. Habr¨¢ 21 cafionazos, los previstos por el reglamento de honores militares para el jefe de Estado. En realidad, don Juan no ser¨¢ inhumado hasta dentro de varios a?os en el recinto reservado hasta ahora exclusivamente para reyes o madres de reyes. El prior de los agustinos mandar¨¢ colocar primero el f¨¦retro perforado en el llamado pudridero, a escasa distancia del pante¨®n.
Plancha de cal
All¨ª, sobre una plancha de cal, se esperar¨¢ varios a?os hasta que la total descomposici¨®n del cad¨¢ver permita trasladarlo al famoso pante¨®n e introducirlo en una tumba que, como todas las dem¨¢s, no excede el metro y medio de longitud.
Al cumplirse el octavo d¨ªa del fallecimiento, si no cae en festivo, acudir¨¢n a la bas¨ªlica de ese mismo monasterio las familias reales de todo el mundo, muchas de ellas representadas al m¨¢s alto nivel. Se sentar¨¢n por orden jer¨¢rquico, primero los jefes de Estado, y por orden de acceso al trono. Las rep¨²blicas vendr¨¢n despu¨¦s, casi todas con un embajador al frente de su delegaci¨®n, aunque alg¨²n pa¨ªs podr¨ªa acaso tener la deferencia de enviar a un ministro a El Escorial.
El Gobierno en pleno y los representantes de los poderes legislativo y judicial tambi¨¦n ocupar¨¢n asientos preferentes en el templo para asistir a un funeral solemne que los expertos en protocolo se resisten a calificar de Estado, pero que en todo caso no tiene precedentes en la Espa?a contempor¨¢nea.
Qui¨¦nes concelebrar¨¢n la misa f¨²nebre es uno de los detalles que Reverter, maestro de ceremonias en la sombra, no ha desvelado a¨²n, aunque es harto probable que en torno al altar est¨¦n el obispo de Madrid, el cardenal primado, el presidente de la Conferencia Espiscopal Espa?ola y el obispo de Barcelona.
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