Del calor de los vinos al de los amigos
Dos asociaciones abren un centro social para refugiados en una antigua bodega de Centro
Un r¨®tulo anunciador de cervezas recuerda el pasado del local. Otro cartel reciente lo define como "El Hogar de la Libertad". Desde hace d¨ªas, una antigua bodega de la calle del Gobernador, cerca de Atocha, funciona como centro social para solicitantes de asilo y refugio. Sus promotores son la Asociaci¨®n de Amigos Hispano-Iraqu¨ªes y la Federaci¨®n de Organizaciones de Refugiados y Asilados (Fedora), con subvenciones del Ministerio de Asuntos Sociales. Ofrecen alimentos, clases de espa?ol, asistencia social y, sobre todo, calor humano a quienes han tenido que abandonar su pa¨ªs.
Peque?os grupos de personas de diferentes nacionalidades acuden al mediod¨ªa a este modesto pero espacioso recinto para recoger paquetes de alimentos distribuidos por la Cruz Roja. Una decena de ellos comen men¨²s precocinados de lata en unas pocas mesas. En el local se anuncian clases de espa?ol, un campeonato de tenis de mesa, un torneo de ajedrez y un estudio de pintura.Dos antagonistas pol¨ªticos de la extinta Uni¨®n Sovi¨¦tica charlan y se hacen compa?¨ªa despu¨¦s de comer el contenido de una lata de carne guisada y otra de macarrones.
Nugsar Jordania, ingeniero agr¨®nomo de 29 a?os, trabaj¨® con el antiguo presidente de Georgia. Tras el derrocamiento del mandatario de Tbilisi, fue encarcelado. Consigui¨® huir a Turqu¨ªa, pas¨® a Francia con pasaporte falso y atraves¨® caminando la frontera con Espa?a, donde lleva nueve meses. El dinero que ten¨ªa al llegar a Madrid se le ha ido agotando. Durmi¨® durante dos meses en un albergue de la comisi¨®n cat¨®lica, y ahora, en casas de amigos y conocidos.
Un violinista ucranio
Su compatriota Petr Vassilevski, un violinista ucranio de 30 a?os, lleva casi un a?o en Espa?a. Vino de gira y se qued¨®. "All¨ª la mafia intenta sacar dinero de todos los que trabajamos fuera y yo ni quer¨ªa ni pod¨ªa pagarles", asegura. Hace tres meses solicit¨® que se le reconozca como refugiado. Pero las autoridades espa?olas todav¨ªa no le han contestado.En la sala del centro conversan H. D., un mauritano de 27 a?os, y Abusair Fuad, un marroqu¨ª, de Casablanca, de 34 a?os. El primero escap¨® hace un lustro de su pa¨ªs, donde estudiaba sociolog¨ªa, por la persecuci¨®n pol¨ªtica a que fue sometido tras varias protestas estudiantiles. En octubre le concedieron el estatuto de asilado. Recibi¨® una ayuda econ¨®mica de la Cruz Roja durante seis meses y alquil¨® una habitaci¨®n. Despu¨¦s trabaj¨® durante ocho meses en la econom¨ªa sumergida del sector textil. Ahora anda sin empleo y por eso acude a comer al centro.
Fuad se march¨® a estudiar a Francia por los problemas pol¨ªticos de su familia. Conoci¨® a una espa?ola, con la que se cas¨®, pero su matrimonio se fue a pique. ?l se sinti¨® acosado por el grupo religioso al que ella pertenec¨ªa, en M¨¢laga, y tras varios juicios tuvo que marcharse con lo puesto.
Lleva dos meses en Madrid, duerme en el albergue de la Cruz Roja en el colegio El Parque de San Blas y ha pasado varias noches en la calle. Ahora le han salido algunas clases particulares de matem¨¢ticas. Espera, con el tiempo, poder trabajar en una academia y concluir su licenciatura de Ciencias Exactas.
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