Mucho entusiasmo
En el fondo, la afici¨®n no es nada exigente. Chilla mucho, eso s¨ª, pero se conforma con poco y se entusiasma con casi nada. Parece que se quiere comer al presidente y que se va a desplomar la plaza cuando un toro rueda por la arena, pero, a rengl¨®n seguido, a la gente se le cae la baba cuando el inv¨¢lido consigue dar unos pasos y un torero pinturero se pone muy gracioso all¨ª delante.En el fondo, la afici¨®n est¨¢ cansada y prefiere el toreo de sal¨®n, aunque carezca de emoci¨®n, que seguir con el griter¨ªo que, al final, no conduce a casi nada. El presidente aguanta estoico su papel de malo y clama al cielo para que el c¨¢liz pase pronto. Sobre todo, porque nunca se sabe qu¨¦ es lo peor: si mantener a un inv¨¢lido en el ruedo o devolverlo para que salga otro peor. O para que el devuelto diga que no se va, como ocurri¨® con el primero, y vuelva el esc¨¢ndalo. Un sonado esc¨¢ndalo tras 15 minutos de intentos infructuosos para conducirlo a los corrales, y la sangre que derram¨® el cabestrero de la plaza, que fue herido en el muslo izquierdo cuando intentaba recomponer la nula actuaci¨®n de los cabestros.
Romero / Joselito, Ponce, Finito
Toros de Ana Romero (1? devuelto por inv¨¢lido), muy flojos y nobles; 5o, tambi¨¦n inv¨¢lido. Sobrero, de Cernu?o, manso y deslucido. Joselito: pinchazo y estocada (ovaci¨®n); estocada baja y descabello (ovaci¨®n). Enrique Ponce: estocada (dos orejas); pinchazo y dos descabellos (ovaci¨®n). Finito de C¨®rdoba: estocada casi entera (oreja); dos pinchazos y media (oreja). El cabestrero de la plaza, Francisco Melero, sufri¨® una coRNada de 25 cent¨ªmetros en el muslo izquierdo.Plaza de C¨®rdoba, 27 de mayo. Corrida de feria. Lleno.
Despu¨¦s, continuaron los inv¨¢lidos, pero lleg¨® el entusiasmo. No en balde el cartel reun¨ªa a un decidido Joselito, al l¨ªder del escalaf¨®n y a un querid¨ªsimo Finito de C¨®rdoba.
Ponce cort¨® las dos orejas a su primero tras una art¨ªstica faena, marca de la casa. Con suavidad, con gusto, con complacen cia propia, el torero entusiasm¨® a los cordobeses con su toreo fino y bello, basado, fundamentalmente, sobre la mano derecha y en adornos finales. Todo muy bonito. La ¨²nica pega es que lo mismo hubiera entusiasmado sin toro. No es que el animal fuera noble; era un santo var¨®n que caminaba a paso de palio.
A Ponce le dieron las dos orejas. A Finito no pod¨ªa ser menos. Pero a fe que el cordob¨¦s correspondi¨® al cari?o de sus paisanos. Su primero era un merengue y Finito lo mim¨® con la elegancia y la est¨¦tica de un toreo exquisito que s¨®lo cuenta con la emoci¨®n de s¨ª mismo ante la ausencia de toro. Volvi¨® locos a sus paisanos en el sexto, el de m¨¢s recorrido de la tarde, con una superior actuaci¨®n de quien parece que ha tomado nuevos briosa. Sali¨® a hombros, junto a Ponce.
Joselito, en cambio, sali¨® por su propio pie. Le tocaron toros muy deslucidos con los que estuvo serio y valiente. Voluntarioso y decidido, aguant¨® tarascadas con un valor que no trasciende ante un peligro que no se palpa.
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