Un toro que arde y un concejal que echa espuma
Al pueblo de Colmenar de Oreja (5.303 habitantes) se le va a caer el pelo. Hace un mes, celebr¨® un festejo que se llama el toro embolado. La cosa, tal y como la cuenta el gerente del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad, Pedro Mora, consisti¨® en poner unos corchos en los pitones del animal y prenderles fuego, con lo que el festejo m¨¢s bien deb¨ªa llamarse toro del fuego.Tan s¨®lo unos d¨ªas antes, en abril, el Consejo de Protecci¨®n Animal de la Comunidad hab¨ªa exigido ya a todos los ayuntamientos el cumplimiento de la Ley de Protecci¨®n Animal, que penaliza cualquier tipo de maltrato a los animales.
El Ayuntamiento de Colmenar de Oreja no pidi¨® permiso; Y, de haberlo hecho, no se le habr¨ªan dado, seg¨²n Pedro Navas, el responsable de las autorizaciones en la Polic¨ªa. El expediente sancionador, uno de los cinco que se instruyen este a?o -todos ellos vigilados muy de cerca por el polic¨ªa- est¨¢ en tr¨¢mite de alegaciones.
Al Ayuntamiento de San Mart¨ªn de la Vega (6.330 habitantes) le caer¨¢ otra sanci¨®n. El a?o pasado, dos vaquillas murieron asfixiadas en la plaza, cubiertas por la espuma que ocupaba parte del coso.
La suelta de vaquillas ten¨ªa autorizaci¨®n. Lo de la espuma, una ocurrencia de un concejal, no. "Tuvimos mala suerte", dice el alcalde, Juan Carlos V¨¢llega, del PSOE, "el viento subi¨® el nivel de la espuma y las vaquillas tuvieron que refugiarse precisamente all¨ª". Una de ellas muri¨® y los agentes municipales corrieron en auxilio de la otra, pero no consiguieron nada. S¨®lo la ira de los ecologistas.
Este a?o habr¨¢ encierros, pero no espuma.
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