Hora de preocuparse, hora de actuar
La mayor esperanza para la estancada econom¨ªa mundial ha sido Estados Unidos. Su PIB ha estado creciendo m¨¢s de un a?o. Con el paso de los meses, esta excelente tasa de crecimiento se ha reflejado en una mejora de las exportaciones en los mercados. Ahora surgen las dudas sobre la vitalidad de dicha recuperaci¨®n.
De Italia a Espa?a, de Canad¨¢ a Chile, de Corea a Malaisia, se ha recurrido a Estados Unidos como un est¨ªmulo necesario -del mismo modo que la anterior recuperaci¨®n estadounidense de 1983 llev¨® a un crecimiento mundial sostenido de la producci¨®n y las oportunidades de empleo-.De repente, surgen las dudas. ?Y si resulta que la recuperaci¨®n norteamericana acaba siendo ef¨ªmera? A¨²n peor, los que invierten en bonos en todo el mundo est¨¢n empezando a preguntarse si la tasa de inflaci¨®n de EE UU podr¨ªa subir. Ser¨ªa una mala ¨¦poca para la econom¨ªa mundial si la estanflaci¨®n (estancamiento con inflaci¨®n) anterior a 1980 vuelve a repetirse en los a?os noventa. El desempleo ya es malo de por s¨ª, pero es doblemente nefasto en combinaci¨®n con la inflaci¨®n. Y tambi¨¦n es una enfermedad para la que los economistas y banqueros son incapaces de prescribir un buen remedio.
Como se demostrar¨¢, es prematuro predecir que la econom¨ªa norteamericana est¨¦ entrando en un periodo de graves dificultades. No obstante, la ciencia econ¨®mica debe advertir que incluso una recesi¨®n del crecimiento en este pa¨ªs, que no llega a ser una recesi¨®n absoluta, empeorar¨¢ las perspectivas de Europa. Debilitar¨¢ enormemente a Jap¨®n y representar¨¢ un verdadero desaf¨ªo para el Banco de Jap¨®n y el Ministerio de Econom¨ªa japon¨¦s, que hasta ahora se han movido a tientas en el frente pol¨ªtico. Y no es probable que las exportaciones de Corea, Taiwan y Singapur se libren del debilitamiento que se extiende desde EE UU a los dem¨¢s pa¨ªses.
Perm¨ªtanme analizar las previsiones de los economistas de los bancos, las universidades, las empresas y las asesor¨ªas. Ninguno tiene un promedio de aciertos total, ni siquiera bueno. La realidad econ¨®mica es demasiado vol¨¢til como para poder tenerlo, y la econom¨ªa no es todav¨ªa una ciencia exacta. Pero examinemos las previsiones de los expertos que en el pasado han dado m¨¢s veces en el clavo:
1. Las previsiones se est¨¢n volviendo un poco m¨¢s pesimistas. Ejemplo: en el modelo de la Un?versidad de Michigan se contempla que la tasa de desempleo en Estados Unidos seguir¨¢ estancada en un 7%. Los despidos continuos en IBM y General Motors son parte importante de esta hip¨®tesis.
2. La subida especulativa del precio del oro es un signo de c¨®mo est¨¢ aumentando el miedo a la inflaci¨®n. S¨ª, casi todo esto es irracional y confuso. Pero me temo que influir¨¢ en nuestra Reserva Federal, a la que, en todo caso, habr¨¢ que vigilar bajo la sospecha de que permita una subida de los tipos de inter¨¦s a largo plazo.
No, la econom¨ªa de EE UU no se est¨¢ sobrecalentando porque la baja actividad en los mercados laboral y de bienes de equipo est¨¦ empezando desaparecer. Lo preocupante son m¨¢s bien las subidas en los precios de la econom¨ªa de la oferta. Si se aprueba el impuesto sobre consumo de energ¨ªa de Clinton incrementar¨¢ los costes. La depreciaci¨®n del d¨®lar hace que los precios del acero y los autom¨®viles suban.
Asistencia m¨¦dica
3. Tras las elecciones de noviembre de 1992, el electorado se sent¨ªa ilusionado con el nuevo presidente. Esperaba milagros de ¨¦l. Nuevos y buenos puestos de trabajo. Asistencia m¨¦dica universal. Y todo ello sin nuevas cargas masivas para la clase media. Una nueva eficiencia aumentar¨ªa la productividad y lo har¨ªa realidad.
La encuesta Gallup muestra una ca¨ªda de la popularidad de Clinton. Los expertos opinan que se debe a la falta de enfoque -a que intenta hacer demasiadas cosas en muy poco tiempo-. Puede ser. Mi diagn¨®stico es que el principal fallo no tiene nada que ver con la estrategia, la t¨¢ctica o los objetivos de la Casa Blanca. Recuerdo la vieja costumbre de matar, o coger antipat¨ªa, al mensajero que tra¨ªa malas noticias, aun cuando fueran verdad. Clinton nos ha recordado a los orgullosos norteamericanos lo enorme que lleg¨® a ser nuestro d¨¦ficit fiscal a largo plazo bajo los mandatos de Reagan y Bush.
Para los lectores extranjeros, mi advertencia ser¨ªa ¨¦sta: no hay que ponerse hist¨¦ricos por las fluctuaciones a corto plazo de la producci¨®n de Estados Unidos. En marzo, el tiempo fue p¨¦simo, pero nadie duda de que el sol resplandecer¨¢ este verano. Es de esperar que el PIB norteamericano suba en algo m¨¢s de un 2% anual en 1993 y 1994.
Eso significa que las locomotoras europea y japonesa no pueden pretender que, de alguna forma, alguien haga por ellas su trabajo.
La gente en Espa?a, igual que la gente en Estados Unidos, rezar¨¢ para que el Banco de Jap¨®n y el Bundesbank no se equivoquen a la hora de establecer prioridades, en la lucha contra la recesi¨®n y la inflaci¨®n de precios. Mientras tanto, Espa?a no debe aceptar complacientemente tasas de desempleo que pueden hasta triplicar el ya alto 7% de Estados Unidos. La ¨²ltima devaluaci¨®n oficial espa?ola de la peseta fue un paso en la buena direcci¨®n.
Sin embargo, tiendo a estar de acuerdo con mi colega del MIT Franco Modigliani. Cuando ley¨® el titular de prensa que informaba de la medida espa?ola, le o¨ª decir algo as¨ª: "Qu¨¦ imprudencia conformarse con tan poco y pretender permanecer en el SME a merced del Bundesbank. Italia ha tenido m¨¢s suerte que Espa?a: el haberse visto obligada a abandonar el SME le ha dado el poder de reducir sus tipos de inter¨¦s y le ha permitido devaluar la lira lo suficiente como para hacer productivas sus exportaciones. Espa?a nunca podr¨¢ reducir sus actuales tipos de. inter¨¦s, demasiado altos, como exige la lucha contra el desempleo y el estancamiento, e intentar defender al mismo tiempo su nuevo tipo de cambio frente al marco".
Con los a?os, he descubierto que la de Modigliani es una voz que vale la pena escuchar.
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