Nostalgia del guerrero

A la frase tradicional en castellano "bebes m¨¢s que un cosaco" pueden agregarse otras en ruso: "Hueles como un cosaco" o "ya ver¨¢s cuando pasen los cosacos". Lo cierto es que esa fama, merecida o no, hoy es s¨®lo oscura leyenda y no tiene nada que ver con lo que nos ha llegado hoy d¨ªa de ese pueblo de raigambre feudal y que ha dejado, sobre todo al folclore del centro y del sur de Rusia, un patrimonio de cantos y danzas marciales.Las riberas del Don vieron aparecer a estos grupos de soldados de fortuna y de fronteras, que gozaron hasta la revoluci¨®n bolchevique de 1917 de inmunidad absoluta. Mientras el fisco del zar sangraba a campesinos y artesanos, los cosacos no soltaban ni un c¨®pec. Eran una especie de guardia mora del zar de todas las Rusias con un estricto c¨®digo de honor que inclu¨ªa a la mujer, la pr¨¢ctica de la complicada liturgia ortodoxa y el divertimento colectivo: el baile. La danza ten¨ªa muchas veces un sentido de afirmaci¨®n gremial.

El conjunto tiene un marcado acento popular. El espect¨¢culo es muy discreto y se desmarca de las grandes estructuras folcl¨®ricas que sol¨ªan llegar de la extinta Uni¨®n Sovi¨¦tica. Esta escala humana y modesta quiz¨¢ ayuda a comprender un poco m¨¢s los bailes en su sentido original, del que seguramente queda bien poco. Lo coreogr¨¢fico y teatral sustituye a los elementos ancestrales. El vestuario, colorista y muy variado, ayuda y ameniza un humor algo pedestre y de andar por casa, con una burla ¨¢cida del machismo (un cosaco persigue durante casi toda la velada a su chica con un l¨¢tigo en la mano). Otra curiosidad es que los colores zaristas en gorras y uniformes han sustituido a los sovi¨¦ticos, desapareciendo las insignias. Desconcierta bastante la presencia de guitarras el¨¦ctricas y una moderna bater¨ªa en un acompa?amiento musical que, originalmente, s¨®lo deb¨ªa llevar la percusi¨®n tradicional, el acorde¨®n y las cuerdas.