T¨¤pies y la iconolog¨ªa sexual
No entiendo c¨®mo, a finales del siglo XX, a¨²n haya quien puede poner en duda la val¨ªa del arte de Antoni T¨¤pies, Que les guste m¨¢s o menos es otro cantar, puesto que contra gustos no hay nada escrito. A m¨ª, por ejemplo, y aunque reconozco su extrema calidad pict¨®rica, no me gusta Francis Bacon, pongamos por caso. Pero las pol¨¦micas basadas en argumentos del tipo "esto es una tomadura de pelo" no hacen m¨¢s que dar la medida de la falta de, cultura de quienes las formulan. Claro que el mal no es ni siquiera de nuestro pa¨ªs: cuando muri¨® John Cage, ahora har¨¢ casi un a?o, la necrol¨®gica oficial del Times resultaba muy similar a la que un peri¨®dico conservador hubiera escrito en 1950. No dejaba de ser un s¨ªntoma m¨¢s de la ola de conservadurismo, tambi¨¦n est¨¦tico, que nos invade.T¨¤pies es un gran artista de nuestro siglo; no de los primeros, pero s¨ª de los que se sit¨²an inmediatamente despu¨¦s. Como tal est¨¢ reconocido en todas las historias del arte del siglo XX y en los m¨¢s importantes museos del mundo. Que no toda su producci¨®n guste a todo el mundo por igual es algo l¨®gico; que incluso haya quien afirme, como Bob Hughes en Time, que ahora su calidad ha bajado, es una opini¨®n que no comparto, pero que es absolutamente respetable. Tambi¨¦n Clement Greenberg dijo que Picasso despu¨¦s de 1945 no era nada, lo cual no es del todo cierto.
T¨¤pies
Celebraci¨® de la melFundaci¨® Antoni T¨¤pies. Barcelona. Hasta el 5 de septiembre de 1993.
Por otro lado, constato que ¨²ltimamente se apela con gran frecuencia a las estad¨ªsticas de visitantes de una instituci¨®n o de una muestra como si ello fuera una prueba de calidad. Pero jam¨¢s El Quijote o la Divina comedia ser¨¢n unos best sellers ni la profundidad humana de Shakespeare es comparable a lo expresado en la serie Dallas. La gente, ya se sabe, y en principio, quiere pan y circo. As¨ª es la vida.
Ahora la Fundaci¨®n T¨¤pies tiene una muestra, titulada La celebraci¨® de la mel, que en estas ¨¦pocas estivales pasa un poco inadvertida y que es una peque?a joya. Su comisario, Manuel Borja Villel, las ha agrupado en el cat¨¢logo unt anto escol¨¢sticamente (Los or¨ªgenes, El cuerpo, La huella, La pobreza del material...), pero lo verdaderamente importante es la gran calidad de las piezas expuestas.
Polvo de marmol
Como nos recuerda el propio Borja -algo que el p¨²blico en general desconoce-, T¨¤pies aplicaba casi siempre una capa de barniz como base de sus materias (compuestas de polvo de m¨¢rmol, pigmentos y aglutinantes) en los a?os cincuenta. Pero es sobre todo en estos ¨²ltimos a?os cuando esta t¨¦cnica prolifera en su producci¨®n, y como comenta R. Fuchs, "es un cambio triunfante para un pintor asociado a una pintura oscura, pesada y casi arquitect¨®nica". Triunfante o no, que est¨¢ por ver, lo cierto es que el barniz, por sus cualidades de fluidez y maleabilidad, permite dar rienda suelta a las caligraf¨ªas, a las transparencias y a unas composiciones mucho m¨¢s informales.Dejado en reserva, aparece en Gran vern¨ªs; condensado en ciertas formas hasta arrugarse como una pasa, en Cap i vern¨ªs; l¨ªquido como la acuarela, en Vern¨ªs i negre o Paral.leles, El riure, El pot... Pero lo que el espectador se?alar¨¢ a buen seguro, y que demasiado p¨²dicamente silencian sus ex¨¦getas y hasta el propio artista en sus textos, es la fuerza y presencia de su imaginer¨ªa sexual.
Como el ¨²ltimo Picasso (aunque en un sentido totalmente distinto), Antoni T¨¤pies parece obsesionado con la sexualidad desde muchos aspectos: la quasi religiosidad del coito en Vern¨ªs i escuma, los bellos torsos, masculinos y femeninos, de difuminadas siluetas, como so?adas (Gran tors y Blanc i negre sobre fusta) o la potencia masculina. Estas im¨¢genes est¨¢n dentro de las m¨¢s impresionantes y expresivas de la iconolog¨ªa sexual, y s¨®lo por ello, cr¨¦anme, esta bella exposici¨®n ya es de obligada visita.
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