El regreso del zul¨² blanco Johnny Clegg & Savuka
Hace cinco a?os, Johnny Clegg apareci¨® como una exhalaci¨®n en el mundo de la m¨²sica. Pronto centr¨® miradas por su acercamiento a los ritmos africanos y la consistencia de sus planteamientos. Era brit¨¢nico y le llamaban el zul¨² blanco. El apodo no era gratuito.Sus primeras actuaciones en Madrid fueron ¨¦xitos. ?frica y su m¨²sica estaban de moda. Hoy, con su tercer disco reci¨¦n publicado, nada es igual. A la expectaci¨®n ha seguido el olvido, y Johnny Clegg tuvo que suspender su actuaci¨®n en Barcelona por falta de p¨²blico. En Madrid se decidi¨® a cantar, y eso que gan¨® el p¨²blico, porque ofreci¨® un recital soberano.
Johnny Clegg siempre ha cuidado al m¨¢ximo los componentes musicales de su espect¨¢culo. Sonido y luces han sido mimados independientemente del aforo de los locales, lo que garantiza la perfecci¨®n de sus recitales. En la sala Aqualung, poco m¨¢s de mil personas asistieron a una actuaci¨®n de tal exquisitez que para s¨ª quisieran artistas de muchas m¨¢s campanillas.
Johnny Clegg (voz, guitarra, concertina, danza), Steve Mabuso (teclados, coros), Keith Hutchinson (teclados, coros), Andrew Grantinnes (guitarra, coros), Solly Letwaba (bajo, coros), Derek de Beer (bater¨ªa, coros), Abolou M'Boup (percusi¨®n), Mandisa Dlanga (coros), Muntu Nxele (danza)
Aqualung Universal. Madrid, 18 de octubre.
Desde sus comienzos, Clegg ha dejado bien claro que su implicaci¨®n m¨²sico-vital con ?frica deb¨ªa observarse desde la atalaya de la m¨²sica popular brit¨¢nica. Su ¨²ltimo disco -Heat, dust & dreams- carga la suerte sobre esta s¨ªntesis entre lo celta y lo zul¨², algo que se traduce en directo con un sonido m¨¢s cercano al rock, ritmos m¨¢s contundentes que en su anterior etapa y guitarras m¨¢s duras, a cargo del vers¨¢til Andrew Grantinnes.A pesar de este planteamiento m¨¢s rock, ?frica sigue en la cabeza de Johnny Clegg. El tratamiento coral de las voces, caracter¨ªstico de la m¨²sica zul¨², y las guitarras emparentadas con el soukous o rumba zaire?a contin¨²an presentes. Las danzas -con la a?oranza de Dudu Zulu, el bailar¨ªn que acompa?aba a Clegg, asesinado el 4 de mayo de 1992 durante un enfrentamiento tribal en Sur¨¢frica- mantienen al brit¨¢nico como un soberbio danzante, conocedor de los entresijos de los bailes ¨¦tnicos del ?frica austral.
Acompa?ado por su grupo Savuka, un conjunto multirracial de excelentes m¨²sicos -a destacar el bajista Solly Letwaba-, Johnny Clegg no se limita a utilizar ra¨ªces lejanas para ofrecer una m¨²sica anecd¨®tica. Si la caracter¨ªstica fundamental de la m¨²sica africana es su funcionalidad, su ¨ªntima conexi¨®n con la vida cotidiana, la imbricaci¨®n de Clegg con esta clave es tal que no puede por menos que convencer. La energ¨ªa interpretativa, la agilidad, la enorme frescura con la que Clegg interpreta sus canciones, le pone a salvo de malentendidos colonizadores. El brit¨¢nico es cre¨ªble porque se entrega sin doblez y con generosidad, y no tiene reparos en poner al mal tiempo buena cara, intentando remover de nuevo la atenci¨®n hacia la m¨²sica africana partiendo de cero y con su enorme calidad musical como salvoconducto. El p¨²blico as¨ª lo entendi¨® y bail¨® alborozado, celebrando el regreso del zul¨² blanco.
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