Auto sacramental
Yo creo que Dios es el negro: callado, misterioso, testigo (como en otra obra de Koltes) y, al final, disparando el rayo que fulmina. Pero podr¨ªa ser el anciano desvalido, dolorido, que quiere morir a toda costa: son signos de la deidad actual bastante reconocibles. Otras personas le reconocen en el hombre rico, con Jaguar y Rolex, definitivamente infeliz, que ven aparecer los residuos de la humanidad que habitan en el Muelle Oeste -Nueva York- y que no lleva consigo m¨¢s que desolaci¨®n: morir -por s¨ª mismo- y el disparo es simult¨¢neo al grito de una virgen desgarrada.La posibilidad de que no haya ning¨²n dios tambi¨¦n hay que tomarla en cuenta, pero eso no le quitar¨ªa su condici¨®n de auto sacramental: m¨¢s contempor¨¢neo que otra cosa, puede ser un auto sacramental sin Dios. Ni sacramentos. La directora -y adaptadora del texto con Francisco Melgares: una buena garant¨ªa- ha preferido la oscuridad caracter¨ªstica y los sonidos de himno religioso en alg¨²n momento, adem¨¢s de una maldici¨®n pronunciada en quechua y que tiene bastantes aspectos de oraci¨®n. Es una oraci¨®n negativa, invertida; toda la obra puede ser as¨ª. Tiende a lamentar la continuidad de la especie por v¨ªa de mujer. Canto a la desesperaci¨®n unida a la desesperanza, hinmo de malditos.
MueIle Oeste
De Bernard-Marie Koltes. Adaptado por Carmen Portaceli y Francisco Melgares. Int¨¦rpretes: Pepa L¨®pez, Paco Casares, Nacho Novo, Mulie Jaiju, Ernesto Alterio, Garbilla Flores, Alicia Hermida, Walter Vidarte. Escenograf¨ªa: Manuel Portaceli. Direcci¨®n: Carmen Portaceli. Festival de Oto?o. Madrid. Teatro Alb¨¦niz.
Interpretaciones
En Par¨ªs no fue bien acogida. No gust¨®, a pesar del padrinazgo de Patrick Ch¨¦reau, que fue el descubridor de este dramaturgo de breve paso por la vida (1948-1989); precisamente por las interpretaciones que se le dieron, cuando el autor pretend¨ªa -seg¨²n ¨¦l- hacer un teatro de lo inmediato, c¨®mico, directo y simple.Estaba seguro de que su ¨¦xito anterior (Combate de negro y de perros) se hab¨ªa basado en un malentendido, cuando el p¨²blico percib¨ªa "exotismo, romanticismo: todo lo que yo detesto". Puede que tambi¨¦n haya un malentendido en el fracaso franc¨¦s de este texto en 1986. Aqu¨ª no fracas¨®: indujo al sue?o a un cierto n¨²mero de espectadores, al abandono a alg¨²n otro, pero los dem¨¢s quedaron interesados por estas tinieblas y estos pecadores, y por una interpretaci¨®n que tuvo un tono general muy encomiable.
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