Dos ni?as 'plus ultra'
La abnegaci¨®n infantil se premi¨® durante 20 a?os con becas y viajes
"Son aparentemente ni?os como los dem¨¢s. De distintas edades, procedentes de varios pa¨ªses, rubios unos, morenos o pelirrojos los otros, ( ... ) pero detr¨¢s de cada uno de ellos, de su sonrisa triste o despreocupada, hay un hecho heroico -o a veces toda una corta vida de callada heroicidad- por el que ahora se les recompensa en la medida de lo posible". ?ste es uno de los muchos relatos period¨ªsticos que acompa?aron desde 1963 hasta 1982 a la Operaci¨®n Plus Ultra. La Confederaci¨®n Espa?ola de Cajas de Ahorro, la cadena SER e Iberia un¨ªan esfuerzos una vez al a?o para premiar con un viaje, un sin fin de regalos y una beca de estudios a "los ni?os con la fama m¨¢s limpia y merecida, la de la bondad".Berta Isabel Cuadrado y Ana Bel¨¦n Moreno fueron en 1970 y 1980, respectivamente, dos de aquellas ni?as plus. Berta, leonesa, 38 a?os, licenciada en periodismo, casada y con dos hijos, dirige hoy una academia de ingl¨¦s y hace tiempo que dej¨® atr¨¢s el lastre familiar por el que la eligieron: "Es hu¨¦rfana de padre", contaba un diario. "La madre trabaja como asistenta. Berta tiene que cuidar de la casa y de uno de sus abuelos, de 82 a?os, y de sus t¨ªos, uno de ellos totalmente inv¨¢lido, a quienes la peque?a llama cari?osamente sus nenes".
Madre inv¨¢lida
Al contrario, Ana Bel¨¦n, hija de un panadero, es licenciada en educaci¨®n especial y est¨¢ a punto de acabar enfermer¨ªa. A sus 23 a?os, revalida diariamente un m¨¦rito que empez¨® a ganarse a los siete: compaginar los estudios con la atenci¨®n a su madre inv¨¢lida y a su hermano plurideficiente y ciego. Ahora no se separa de la cama del Ram¨®n y Cajal donde se recupera su padre reci¨¦n operado.Ambas recuerdan sobre todo el viaje, porque est¨¢n convencidas de que con beca o sin ella habr¨ªan acabado en la universidad. "Lo m¨ªo no era miseria econ¨®mica, era la miseria de la vida", dice Berta, entrecortada.
Ninguna de las dos crey¨® jam¨¢s tener manera de hero¨ªna. "Para mi era normal, era la vida que me hab¨ªa tocado vivir", afirma Ana Bel¨¦n, aunque reconoce que siempre le acompa?¨® un cierto pesimismo que nunca exteriorizaba. "A veces me preguntaba por qu¨¦ ten¨ªa que haber en mi casa dos minusval¨ªas y a solas alguna vez pens¨¦ que no pod¨ªa m¨¢s". El viaje, un mes por Argentina, le ayud¨® a comprender que "no estaba sola, que hab¨ªa gente luchando m¨¢s que yo. Eso me dio fuerzas". A Berta, el viaje la llev¨® por Espa?a y Europa. Recuerda la ilusi¨®n infantil que le hac¨ªa ver al Papa. "Yo era una ni?a educada en un pueblo en que la ¨²nica diversi¨®n era ir a misa". En Castelgandolfo se volvi¨® esc¨¦ptica. "Yo pensaba que el Papa pod¨ªa salvar a la Tierra de la pobreza. Cuando le vi llegar en andas, se me cay¨® el alma al suelo. Los ni?os no quieren ver gente de pl¨¢stico".
La vuelta a la aldea fue traum¨¢tica. La Plus Ultra, sin pretenderlo, le hab¨ªa hecho a?icos el molde que ce?¨ªa su vida. "Siempre hab¨ªa sido feliz porque me sent¨ªa totalmente arropada por mi madre. Pero a la vuelta del viaje me hice muy rebelde y no cre¨ªa en nada ni en nadie. Volver fue horrible, porque hasta entonces no me hab¨ªa planteado la injusticia social en la que viv¨ªa. Los de la Operaci¨®n no ten¨ªan la culpa, pero ?de qu¨¦ me hubiera servido la beca si mi t¨ªa no hubiera muerto"?, se pregunta.
El Tercer Mundo en casa
Esa muerte la liber¨® de su principal atadura. Entonces vino a estudiar a Madrid, aunque separarse de su madre le cost¨® dos ¨²lceras en el primer a?o de ausencia. Empez¨® periodismo "porque entonces cre¨ªa que pod¨ªa cambiar el mundo". En el segundo curso de periodismo se cas¨® con un estudiante de Bellas Artes, hoy catedr¨¢tico de un instituto de su barrio, Campamento. En quinto, adem¨¢s de los libros, Berta llevaba a la facultad a su hija Marta, que hoy tiene ya 14 a?os. Y sigui¨® estudiando. Primero, franc¨¦s e ingl¨¦s. Luego mont¨® la academia que le ocupa las tardes, todo a costa de la carrera de su marido. "?l no ha sido un buen artista porque no le he dejado yo".Ana Bel¨¦n le gustar¨ªa casarse y "probar muchas cosas, empezar a trabajar en lo m¨ªo". Berta sue?a con escribir novelas y encontrar a Dzevad Kobilj, otro ni?o plus ultra, musulm¨¢n bosnio de Banja Luka, del que la guerra ha borrado la pista.
Mientras tanto, fortalece todos los domingos su credo particular. "Por la ma?ana paseo por el barrio para no olvidar que el Tercer Mundo est¨¢ a tres minutos de mi casa. Cuando veo las chabolas, pienso que hay muchos ni?os que hacen lo que yo hice y nadie les considera h¨¦roes".
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