La providencia de Leguina
Los sindicalistas llevaban una estampita de la virgen del Pilar en la mano y una pegatina sindical en el pecho. "Dios ha provisto", se vanagloriaba el hermano Antonio -de la Hermandad de la Cruz y la Resurrecci¨®n-, con sonrisa evang¨¦lica, mientras segu¨ªa repartiendo pilaricas en la concentraci¨®n de la Puerta del Sol. Nada menos que unos 10.000 trabajadores hab¨ªa concentrado la providencia, aunque los sindicalistas se empe?aron en culpar a Joaqu¨ªn Leguina de la protesta.El hermano Antonio le debe al presidente auton¨®mico, al menos, una gran parte del ¨¦xito de la manifestaci¨®n. Qui¨¦n le iba a decir a Leguina que iba a cometer ese pecado hace apenas un par de a?os, cuando asegur¨®: "Mi relaci¨®n con los sindicatos es buena, y cruzo los dedos para que siga siendo as¨ª".
Fue el primer gobernante socialista que firm¨® un acuerdo con UGT y CC OO tras la huelga del 14-D, y garantiz¨® la presencia sindical en muchos ¨®rganos de la Administraci¨®n auton¨®mica. En febrero de 1992 firm¨® el pacto por la industria con los sindicatos y la patronal.
Ese pacto -uno similar al que vertebr¨® la oferta electoral del PSOE, y que, sin embargo, ha erosionado al Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez tras la huelga del 27-E- lo tiene Leguina encuadernado desde hace m¨¢s de dos a?os en un caj¨®n. Parad¨®jicamente, el acuerdo que le consagr¨® ante los trabajadores como socialista dialogante le est¨¢ causando ahora quebraderos de cabeza y amenaza con cavar su tumba pol¨ªtica. O la de alguno de sus consejeros.
Los mismos sindicalistas que se han sentado amigablemente en su despacho le culpaban ayer, bajo sus ventanas de la Puerta del Sol, de muchos pecados econ¨®micos que se resumen en uno s¨®lo: incumplir el pacto por la industria y el empleo.
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