Triste historia
El Ministerio de Cultura no cree necesaria la existencia de un premio nacional de historia. Que una parte del trabajo de los responsables culturales consista en empobrecer nuestro ya menesteroso empuje cultural es un hecho en realidad com¨²n en un pa¨ªs donde rige el principio que, modestamente, yo mismo expliqu¨¦ hace unos a?os en este mismo peri¨®dico, bautiz¨¢ndolo entonces como el principio de los bomberos pir¨®manos, en recuerdo y tambi¨¦n homenaje a los psic¨®logos de una isla balear que hab¨ªan dictaminado que la mejor terapia para cierto incendiario contumaz era que lo empleasen de bombero. La idea no habr¨ªa disgustado a Chesterton: ?qu¨¦ mejor polic¨ªa que un consumado ladr¨®n, qui¨¦n m¨¢s leal que un traidor tan vocacionalmente dedicado a fingir que acaba siendo modelo de lealtad? Pero aquel pir¨®mano no deb¨ªa de haber le¨ªdo a Chesterton, de modo que apenas le hicieron entrega del casco magn¨ªfico y el uniforme azul de bombero procedi¨® de inmediato a quemar los pocos ¨¢rboles que a¨²n quedaban despu¨¦s de sus anteriores haza?as.Por entonces a¨²n era dif¨ªcil que se aceptara mi teor¨ªa. A¨²n no se hab¨ªa descubierto que el jefe de los guardias civiles pod¨ªa ser un salteador, ni que el nombramiento del guardi¨¢n de la legalidad del Estado era ilegal, ni que los gobernadores y presidentes de bancos pod¨ªan acabar en las mismas dependencias que los atracadores de dichos establecimientos. En mi urgencia por lograr una confirmaci¨®n experimental al principio que acababa Benito Mussolini, en 1936. de descubrir, lo apliqu¨¦ al Consejo de Universidades, doctor sanedr¨ªn que por aquellos tiempos hab¨ªa decidido que para licenciarse en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica no era necesario estudiar Literatura Espa?ola. Confieso, no obstante, que me desalent¨® la falta de reconocimiento obtenida por mi hip¨®tesis, que en el mejor de los casos gan¨® alguna consideraci¨®n literaria, pero no el estatuto de principio exacto que yo le atribu¨ªa, comparable al principio de Peter o a la ley de Murphy. Gracias a mi descubrimiento, todos los aunque y a pesar de que oscurec¨ªan la comprensi¨®n de la realidad se convert¨ªan en porques que la explicaban luminosamente. Alg¨²n amigo irascible e ingenuo, uno de esos sentimentales de izquierda que siguen escandaliz¨¢ndose por todos y cada uno de los abusos de que les llega noticia, sin acostumbrarse nunca, me contaba que un conocido mutuo hab¨ªa sido nombrado para un alto cargo cultural a pesar de que escrib¨ªa con faltas ortogr¨¢ficas, o que alguien hab¨ªa alcanzado prestigio como cr¨ªtico literario o editor aunque llevaba a?os sin leer un libro. Yo aplicaba mi principio, raspaba la conjunci¨®n adversativa, la sustitu¨ªa por un porque e inmediatamente la respuesta surg¨ªa como una de esas revelaciones que parecen obvias cuando ya nos han sucedido: al pir¨®mano balear le nombraron bombero porque era pir¨®mano; el ignorante ascendi¨® en la administraci¨®n cultural a pesar de su propia ignorancia; el cr¨ªtico o el editor no habr¨ªan obtenido su prestigio si no hubieran sido jovialmente analfabetos.
De modo que ahora, cuando me entero de que la Filosof¨ªa ha sido suprimida de la selectividad y de que el Ministerio de Cultura ha decidido ahorrarse los dos millones y medio del Premio Nacional de Historia, m¨¢s que escandalizarme, lo que hago es concederme la triste satisfacci¨®n de ver c¨®mo la realidad confirma d¨ªa a d¨ªa hip¨®tesis que en otro tiempo parecieron audaces. Hace un par de d¨ªas, Enrique Gil Calvo, fil¨®sofo que ha comparado la militancia socialista con la condici¨®n de jud¨ªo en tiempos de la Inquisici¨®n, aseguraba en estas p¨¢ginas que la victoria de la derecha en Espa?a ha sido la victoria de la ignorancia y la amnesia de las nuevas. generaciones televisivas frente a la racionalidad de la lectura y de la memoria. Pero da la casualidad que ese reino triunfal del analfabetismo, la desmemoria y la televisi¨®n ha arraigado con m¨¢s fuerza que nunca en los ¨²ltimos 12 a?os, en los cuales creo recordar que el Gobierno, la mayor¨ªa parlamentaria y la potestad de hacer leyes y ponerlas en pr¨¢ctica han estado en manos del partido socialista, cuyos cerebros pedag¨®gicos y psicol¨®gicos son los responsables de la educaci¨®n de esas generaciones j¨®venes que ahora votan a la derecha.
A los modernos del Ministerio de Cultura les debe parecer que la historia es una antigualla que trata del pasado, como las comedias de Buero Vallejo o las del difunto Lauro Olmo, que tampoco les gustaban mucho: espero que no sea demasiado tarde cuando comprueben que de lo que trata la historia es del presente y del porvenir. El fascismo m¨¢s negro est¨¢ volviendo a Italia gracias a la alianza del mayor proveedor internacional de basura televisiva y de una extrema derecha que basa su atractivo y sus posibilidades de enga?ar en el desconocimiento de la historia por parte de unas generaciones a las que nadie les ha ense?ado qu¨¦ ocurri¨® de verdad en su propio pa¨ªs entre 1922 y 1945.
En Inglaterra hay una escuela thatcheriana de mixtificaci¨®n del pasado que acusa a Churchill del error de enfrentarse militarmente a Hitler en lugar de establecer con ¨¦l un acuerdo que habr¨ªa garantizado la supervivencia del imperio brit¨¢nico: el III Reich, en realidad, ten¨ªa sus aspectos positivos, como el fascismo paternal de Mussolini, o como el r¨¦gimen de Franco.
En Estados Unidos es donde las antiguas severidades de la historia, y hasta de la prehistoria, han alcanzado su m¨¢s admirable flexibilidad, de modo que cada cual puede proveerse de una historia a medida tan f¨¢cilmente como de una matr¨ªcula de coche personalizada: hay una historia para evolucionistas y otra para creacionistas, una para blancos y otra para negros, y en algunas librer¨ªas hay una secci¨®n de Historia para hombres y otra para mujeres, y esta ¨²ltima no se denomina History, sino Herstory, dado que la s¨ªlaba His es sospechosamente id¨¦ntica al posesivo masculino.
Como si ninguno de ellos hubiera estudiado la historia de este siglo, los bomberos pir¨®manos de la Uni¨®n Europea toleran el genocidio de Bosnia y no hacen nada pr¨¢ctico por atajar el ascenso de racismo. En las primeras p¨¢ginas de todos los peri¨®dicos Felipe Gonz¨¢lez abraza sonriendo a Silvio Berlusconi. Ser¨ªa urgente que alguien le regalara un buen libro de Historia.
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