Carlos Ortega quiere hacer de la Biblioteca Nacional "una central nuclear de la literatura y el esp¨ªritu"
Un joven poeta estar¨¢ frente a la mayor colecci¨®n documental del mundo hisp¨¢nico
Carlos Ortega Bay¨®n (Valladolid, 1956), poeta, traductor y cr¨ªtico literario, ser¨¢ el nuevo director de la Biblioteca Nacional. El Consejo de Ministros aprob¨® ayer el nombramiento, propuesto por la ministra de Cultura, Carmen Alborch, que ha buscado para este puesto un perfil opuesto al de la anterior directora de la biblioteca Carmen Lacambra, una eficiente gestora que ha llevado a cabo la total modernizaci¨®n del centro. "En los ¨²ltimos tiempos se hab¨ªa preferido a los t¨¦cnicos por encima de lo tradicional en estos puestos, que eran los escritores", dijo ayer Ortega.
Hasta ahora, la relaci¨®n de Carlos Ortega con la Biblioteca Nacional hab¨ªa sido simplemente la de usuario, a excepci¨®n de una breve etapa de trabajo como bibliotecario y algunos cursos de t¨¦cnicas de documentaci¨®n, que ¨¦l califica de anecd¨®ticas. Si en los ¨²ltimos a?os la total reconversi¨®n de la biblioteca ha significado su adaptaci¨®n a las m¨¢s modernas t¨¦cnicas de documentaci¨®n y la actualizaci¨®n de su funcionamiento; en suma, su tard¨ªa, pero eficaz entrada en el siglo XX, la nueva etapa se vuelca hacia el contenido de esa caja del tesoro.El nuevo director de la instituci¨®n proviene del otro lado del mundo del libro, del interior, de lo que guardan celosamente las tapas de cientos de miles de vol¨²menes, del lado creativo. "En los ¨²ltimos tiempos se hab¨ªa tendido a nombrar al frente de las grandes bibliotecas a t¨¦cnicos y gestores, desplazando a lo que antes era tradicional: los escritores", dijo ayer Carlos Ortega. "Yo agradezco la audacia de quienes me han elegido, porque significa volver a depositar la confianza en los autores que son quienes suministran la materia prima y el elemento final de las bibliotecas: el libro".
Borgiano
Ortega se siente algo borgiano en este nuevo papel. "Borges escribi¨® un poema muy hermoso poco antes de asumir la direcci¨®n de la biblioteca de Buenos Aires, en la que trabaj¨® 18 a?os; y yo me siento cercano a ese sentimiento de protector y guardi¨¢n de los libros", afirma. Pero eso no significa que este reto sea para ¨¦l un ideal rom¨¢ntico. "Me enfrento a este cargo con un gran susto", confiesa.Ser "guardi¨¢n" de ocho millones de documentos, entre los que se encuentran 3.000 incunables, 22.000 manuscritos y medio mill¨®n de grabados, es una gran responsabilidad en la que el nuevo director no hab¨ªa pensado hasta ahora. "La Biblioteca Nacional recibe toda la producci¨®n intelectual del momento y guarda la del pasado. Es a la cultura lo que una central el¨¦ctrica a una gran ciudad. Creo que tendr¨¦ pesadillas con bibliotecas envueltas en llamas".
Una de las medidas que tom¨® la anterior directora de la biblioteca del madrile?o Paseo de Recoletos, fue la de limitar el uso de la instalaciones a los investigadores. A pesar de su deseo de hacer de esta instituci¨®n un centro vivo de actividades en torno al libro, Ortega se muestra partidario de mantener esta decisi¨®n para no ver convertidas las salas de la biblioteca en lugares para que los estudiantes hagan sus tareas. "Creo que el libro debe hacerse m¨¢s accesible a quienes lo necesiten, pero la indispensable vigilancia crea a veces trabas para el usuario. Debe haber un control, pero lo ideal es una vigilancia invisible".
Todas las bibliotecas tienen el mismo problema de moderar el acceso libre o dedicarlo al espec¨ªfico de los investigadores. Pienso que debe cumplir con toda la comunidad. Pero no quiero volver a ver la biblioteca en una sala donde los j¨®venes solo vayan a estudiar sus apuntes".
El deseo de programar m¨¢s actividades y revitalizar la biblioteca, lo guarda Ortega para m¨¢s adelante. "Tengo pensadas algunas cosas, porque s¨¦ que el lector actual pide un mayor contacto con los autores. Los medios de comunicaci¨®n hacen bastante en ese sentido, pero la biblioteca puede asumir tambi¨¦n un papel en esto", dice. "Sin embargo, ello no debe hacernos perder de vista la funci¨®n primordial de conservar los libros y ser un foco de irradiaci¨®n de la cultura. La biblioteca deber¨ªa convertirse en una central nuclear de la literatura y el esp¨ªritu".
De momento, Ortega se propone conocer a fondo la situaci¨®n y funcionamiento de la instituci¨®n que tendr¨¢ a su cargo. "Quiero aterrizar y ver con calma hasta d¨®nde ha llegado la labor de mi antecesora, y llevar a t¨¦rmino lo que haya empezado. Tengo necesidad de tomar contacto real con ella. Luego sabr¨¦ si voy a ser el esp¨ªritu o la carnaza de la biblioteca".
Babelia
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