"Le grand Mig¨¹el"
?Entra ya en el Pante¨®n? ?Se le asciende al olimpo de una vez, con los dioses Anquetil y Merckx? A Francia le queda siempre un ¨¢tomo de duda cuando se trata de "le grand Mig¨¹el". Que es el m¨¢s grande de su tiempo, eso no lo duda nadie. Que tiene el f¨ªsico m¨¢s portentoso de la historia, eso tampoco. Con cuatro Tours consecutivos, a ver qui¨¦n va a discutir. Pero a le grand Mig¨¹el le falta quiz¨¢ una sombra de romanticismo, un rasgo de humanidad para que este pa¨ªs, sentimental y sabio, pueda venerarle a gusto. Sin la soberbia de Anquetil ni la crueldad de Merckx, Miguel Indur¨¢in es demasiado perfecto, demasiado l¨®gico, demasiado razonable. Los franceses le rinden todos los honores, pero todav¨ªa no el alma.El problema es que este hombre llega al Tour con la modestia de un vendimiador, se sube a la bicicleta como quien va al tajo y luce el maillot amarillo igual que una bata de operario. Podr¨ªa asfixiar a sus rivales, pero les da palmaditas en la espalda: venga, gana t¨² esta etapa; pasa t¨² delante, faltar¨ªa m¨¢s. Rompe la carrera en un par de etapas, y se acab¨®. ?l corre su Tour, y los dem¨¢s corren otro. Acaba por convertirse en un hecho de la carrera, como el Puy de D?me o el coche escoba. Es el l¨ªder, y ya est¨¢.
Le basta un peque?o gesto, nada, encajar las mand¨ªbulas o ense?ar los dientes, para derretir a los aficionados. "?Est¨¢ enfadado!". "?No, est¨¢ cansado!". "?Ah, le grand Mig¨¹el!". Pero no prodiga esas cosas. Lleva la m¨¢scara puesta, y oculta detr¨¢s el sufrimiento, la ambici¨®n, la rabia. Un deporte tan ¨¦pico como el ciclismo encaja con dificultades los mon¨®logos interiores de Indur¨¢in.
Y a los franceses les falta algo para elevarle hasta el pedestal del mejor de todos los tiempos. Necesita victorias en las cl¨¢sicas, dice el ex campe¨®n Bernard Th¨¦venet. Deber¨ªa emplearse m¨¢s a fondo, dice el ciclista G¨¦rard Ru¨¦. Nunca ha realizado haza?as significativas, dice, sin demasiados argumentos, el viejo director deportivo Cyrille Guimard.
Es de esperar que las ¨²ltimas reservas se disipen el a?o pr¨®ximo, si el campe¨®n espa?ol gana un quinto Tour consecutivo. Nadie lo ha hecho nunca, y es muy improbable que alguien pueda hacerlo en el futuro. Con cinco Tours, le grand Mig¨¹el ser¨ªa, aritm¨¦ticamente, le plus grand de todos los tiempos. El belga Eddy Merckx, el Can¨ªbal, le ve con fuerzas de llegar incluso a siete. ?Bastar¨¢ que Indur¨¢in lo gane el a?o pr¨®ximo, o a¨²n m¨¢s veces? Quiz¨¢ no. Francia es un pa¨ªs que admira a los ganadores, pero se enamora de los vencidos. Raymond Poulidor se convirti¨® en un ¨ªdolo a fuerza de derrotas ag¨®nicas; Fran?ois Mitterrand fue un perdedor nato hasta alcanzar la presidencia de la Rep¨²blica; Napole¨®n ser¨ªa menos Napole¨®n sin Waterloo y Santa Elena. A Indur¨¢in le ser¨¢ dificil ser le plus grand mientras le sobren las fuerzas. Luego, un d¨ªa, las piernas se le har¨¢n de plomo sobre una cuesta de los Alpes, el aire le quemar¨¢ en los pulmones y la m¨¢quina cardiaca dir¨¢ basta. Ese d¨ªa, cuando Indur¨¢in baje la cabeza, cuando consiga ser vencido, se habr¨¢n acabado las dudas. "Ah, le grand Mig¨¹el", dir¨¢n, "ha sido el mejor de la historia. Le plus grand". Y recordar¨¢n con nostalgia sus haza?as. Entonces, s¨®lo entonces, se quedar¨¢ para siempre en el coraz¨®n de los franceses.
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