La fe

En Londres han destituido a un pastor protestante por no creer en Dios. En Londres es que no han le¨ªdo a Unamuno, cuyo San Manuel Bueno era santo y ateo al mismo tiempo. Tampoco han le¨ªdo a Blanchot; si no, sabr¨ªan que no es un requisito indispensable creer en Dios para creer en Dios, o sea, que lo malo de no creer en Dios es que afirmas su existencia en el momento mismo de negarla, no tienes salida. Parece un c¨ªrculo vicioso, qu¨¦ le vamos a hacer. Por otra parte, quienes m¨¢s creen en Dios son los que con mayor furor le niegan. Acu¨¦rdense de los Torquemadas y c¨ªa de la Inquisici¨®n, que revolv¨ªan con una mano entre los intestinos de sus condenados mientras sujetaban los evangelios con la otra. No hay m¨¢s que leer un par de cap¨ªtulos de la historia de la Iglesia para cerciorarse de que Dios no existe, aunque esta negaci¨®n nos coloque a sus pies.Es decir, que la gente que cree mucho en Dios es sumamente peligrosa como la que cree mucho en la patria, o en el Rey (por Dios, por la patria y el Rey murieron nuestros padres), pero tambi¨¦n hay que llevar cuidado con los que creen a pies juntillas en el colesterol, en la dieta mediterr¨¢nea, en Felipe Gonz¨¢lez o en los efectos perjudiciales del tabaco. Una vez que adquieres la fe en algo, esa fe te devora y rompe todos los espejos que no la reflejan.

Lo ideal, desde luego, ser¨ªa no creer en nada (en agosto es m¨¢s f¨¢cil, por el calor); lo que pasa es que cuando dejas de creer en todo te empieza a entrar una piedad general por las cosas, incluido t¨² mismo, que te dan ganas de echar una mano aqu¨ª y all¨¢, y, as¨ª, casi sin darte cuenta, te vas volviendo bondadoso, y esta bondad te, ablanda y te lleva a creer de nuevo en las flores y en Dios y en Felipe Gonz¨¢lez y en el colesterol y en los efectos perjudiciales del tabaco. No tenemos remedio.