Men¨²s para 'rodr¨ªguez' y divorciados
Los rodr¨ªguez y los divorciados se parecen en que s¨®lo compran tonter¨ªas. Cada d¨ªa han de ir al mercado, porque la necesidad aprieta y, una vez dentro, las ricas viandas les van inspirando el men¨². Al final se llevan lo m¨¢s caro y generalmente lo que menos les puede hacer av¨ªo. Los rodr¨ªguez y los divorciados son de una ingenuidad enternecedora.Rodr¨ªguez y divorciados atraviesan inexorablemente cuatro fases consecutivas por el riguroso orden que se menciona, a saber: primera, comer a la carta en buenos restaurantes; segunda, arreglarse con lo que pongan en el colmao de la esquina; tercera, comprar conservas, embutidos, 40 duros de pepinillos en vinagre, y consumirlo en casa viendo la televisi¨®n; cuarta, sentar la cabeza y hacerse la comida, en aras de la correcta econom¨ªa y sobre todo para no coger el escorbuto. Es el momento crucial: cuando rodr¨ªguez y divorciados entran en la cuarta fase, toman conciencia plena de sus limitaciones intelectuales para resolver el problema fundamental de la vida: comer caliente cada d¨ªa.
La cuesti¨®n primera es qu¨¦ comprar, despu¨¦s c¨®mo cocinarlo. Uno empez¨® compr¨¢ndose una lubina entera, pues le hac¨ªa ilusi¨®n, consult¨® libros de cocina a fin de prepararla de acuerdo con las reglas del arte, y hubo de renunciar porque la complicaci¨®n de la receta rebasaba su capacidad mental y exig¨ªa allegar un c¨²mulo de especias malabares cuyos nombres ni siquiera hab¨ªa o¨ªdo jam¨¢s.
La mayor¨ªa suele llevar boquerones, creyendo que son de f¨¢cil fritura. He aqu¨ª una muestra m¨¢s de la enternecedora ingenuidad de los rodr¨ªguez y los divorciados, quienes nunca habr¨ªan podido imaginar que unos animalitos tan peque?os podr¨ªan darles un susto de muerte. Colocado el delantal, presta la espumadera, la sart¨¦n en el fuego, a su temperatura el aceite, el rodr¨ªguez-divorciado comienza a oficiar la fritanga y en aquel preciso instante va el boquer¨®n y le salta a la cara con la ferocidad propia de un tigre de Bengala. Ayes e imprecaciones brama entonces el divorciado-rodr¨ªguez mientras huye aterrorizado de la cocina, convencido de que el pescadero se la ha metido de matute y le vendi¨® por boquer¨®n medio kilo de pira?as.
Persuadida la sociedad civil de que los rodr¨ªguez y divorciados viven en felicidad perpetua -ah¨ª es nada: sin dar cuentas a nadie-, los margina por pura envidia, y nadie quiere informarles de las normas de procedimiento para fre¨ªr un boquer¨®n sin riesgo de perecer en el empe?o. Pero hasta aqu¨ª hemos llegado. Los boquerones -deben saber los rodr¨ªguez y divorciados se rebozan antes de introducirlos en la sart¨¦n, envolvi¨¦ndolos as¨ª en una especie de sudario que los inmoviliza. Hay diversas formas. Unos lo hacen con harina y hay quien primero los pasa por huevo. Un servidor, en cambio, utiliza del huevo ¨²nicamente la clara, la bate a punto de nieve, sumerge en ella el boquer¨®n y al sacarlo fulje bajo un deslumbrante manto de armi?o; lo espolvorea luego de pan rallado, lo fr¨ªe en aceite de oliva virgen extra (?siempre aceite de oliva virgen extra!) y el resultado es un boquer¨®n doradito al ojo, crujidor al diente, sabroso al paladar.
El huevo es otro magn¨ªfico recurso para los rodr¨ªguez y los divorciados que no est¨¢n dispuestos a morir de inanici¨®n. Tambi¨¦n hay diversas modalidades, si bien triunfan los huevos fritos -definenlos en otros pagos estrellados- y servidor aconseja acompa?arlos de una sardina arenque -llamada asimismo de casco- Ambas viandas, apreciables por separado, conciertan juntas singular golosina, ya que la dulzona suavidad de una se compensa con la ruda salaz¨®n de la otra, el aceite las armoniza, y resulta de todo ello un fastuoso condumio que invita a mojar pan y reba?ar el plato.
La carne es ¨®ptimo recurso para las prisas: con la sart¨¦n, un garabato de aceite y vuelta-y-vuelta, basta. El g¨¦nero debe elegirse cuidadosamente, sin embargo. Aquellas carnes rosadas que dejan con limpio corte los tablajeros no siempre son las mejores. Uno se inclina por el filete de espaldilla, llamado "del carnicero", pues ¨¦stos conocen su calidad en tanto la clientela indocta lo rechaza porque tiene nervio. Y lo cierto es que se trata de un nervio ap¨®crifo: mordido, parece manteca.
Calle de G¨¦nova arriba queda una tienda de ultramarinos con cascos de buen arenque; Pe?as es uno de los m¨¢s acreditados expendedores de huevos blancos y morenos; la pescader¨ªa de Fernando VI posee selecto surtido de productos frescos de la mar oc¨¦ana y mediterr¨¢nea; las panader¨ªas llamadas europeas sirven la chapata, la baguette, el rosco, la trenza, la libreta, la pistola, la hogaza, el chusco y restantes variedades paneras ajustadas a todos los gustos y aficiones; amplio surtido de aceites de oliva virgen extra vende el consorcio olivarero en Mej¨ªa Lequerica; filetes de espaldilla y otras carnes asturianas, tambi¨¦n embutidos y quesos de calidad excelsa, se ofrecen en Comercial Goya, donde los dependientes son virtuosos del arte cisoria y al dar el corte los parroquianos lo contemplan arrobados como si estuvieran asistiendo a un concierto de viol¨ªn.
Dicho lo cual, si los rodr¨ªguez y los divorciados siguen sin comer caliente, es que no tienen perd¨®n de Dios.
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