Fotos
Las grandes guerras y las profundas revoluciones s¨®lo se hacen para obtener unas buenas fotograf¨ªas. Gracias a que las fotograf¨ªas en blanco y negro envejecen muy bien, unos acontecimientos cargados de sangre adquieren con el tiempo un color dorado que llena el coraz¨®n de nostalgia. Las guerras terminan, las revoluciones fracasan, pero las im¨¢genes nunca desaparecen. Para ser inmortal hay que triunfar en las fotograf¨ªas. Eso lo sab¨ªa muy bien Hemingway, que siempre estuvo en el momento preciso y, en el lugar exacto ante el fot¨®grafo ad¨¦cuado. Ahora se conmemora el 50? aniversario de la liberaci¨®n de Par¨ªs. Por lo visto, la Segunda Guerra Mundial se hizo para que Hemingway pudiera llegar al bar del hotel Ritz en la Place Vend?me a tomarse unas copas y los blindados de Leclerc no hicieron sino servirle de escolta. Este escritor se las sab¨ªa todas. Entr¨® en Par¨ªs con las tropas aliadas, se fue al estudio de Picasso y le dej¨® un caj¨®n de bombas de mano en el rellano con una nota para la prensa, luego lleg¨® al Ritz y se bebi¨® media bodega, llam¨® a Simone de Beauvoir y se acost¨® con ella sin permiso de Sartre. Pero primero se hizo la foto. De eso se trataba. La guerra mundial en Par¨ªs ha quedado reducida a un bar con el nombre, de Hemingway en el Ritz para uso de japoneses y turistas americanos. Lo mismo su ceder¨¢ con la revoluci¨®n cubana. Cuando todo termine, Fidel Castro s¨®lo habr¨¢ triunfado en unas maravillosas fotos donde se le ver¨¢ entrando en La Habana, verde y joven, rodeado de otros, guerrilleros barbudos que baja ban de la sierra, y all¨ª estar¨¢ otra vez Hemingway dispuesto a robarle un nuevo plano a la historia. En el futuro la revoluci¨®n cubana ser¨¢ la imagen sepia de Hemingway y Castro abrazados. Y en la nostalgia por la redenci¨®n de los pobres de Latinoam¨¦rica quedar¨¢n implicados esencial mente los daiquiris que el escritor tomaba en Floridita sin que nadie pueda separarlos del hero¨ªsmo. Al final los vencedores siempre son los que saben salir bien en la fotograf¨ªa.
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