Occidente protesta, pero no castiga a Mosc¨²
Los pa¨ªses occientales est¨¢n multiplicando sus protestas por la actuaci¨®n de Rusia eh Chechenia, pero siguen apostando por el presidente Bor¨ªs Yeltsin como ¨²nico garante de la continuidad de las reformas en una potencia nuclear en la que est¨¢ en auge un nacionalismo agresivo. "El dilema de los occidentales es el siguiente: c¨®mo continuar respaldando a Yeltsin y desaprobar a la vez su comportamiento", explica un diplom¨¢tico espa?ol buen conocedor de Rusia.En sus entrevistas en Ginebra con el jefe de la diplomacia rusa, Andr¨¦i K¨®zirev, su hom¨®logo norteamericano, Warren Christopher, insisti¨® en la necesidad de detener la guerra, pero no amenaz¨® con sanciones concretas si se except¨²a el probable aplazamiento de la cumbre entre Yeltsin y el presidente Bill Clinton. Christopher y K¨®zirev se volver¨¢n a reunir el domingo.
Los ministros de Asuntos Exteriores de la Uni¨®n Europea (UE) lamentar¨¢n el lunes el uso de la violencia por parte de Rusia -el 12 de enero la troika comunitaria (Alemania, Francia y Espa?a) ya se quejo formalmente- y har¨¢n hincapi¨¦ en la necesidad de parar el conflicto, pero no suspender¨¢n la firma de un acuerdo comercial con Mosc¨², como preconiz¨® el jueves la Euroc¨¢mara.
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores franc¨¦s, Richard Duqu¨¦, despej¨® ayer las ¨²ltimas dudas al declarar que tal propuesta "no es oportuna". Francia preside actualmente la UE y desea firmar tal acuerdo en marzo, como estaba previsto.
A pesar de esta benevolencia occidental con los excesos rusos en Chechenia, la relaci¨®n entre Mosc¨² y los pa¨ªses occidentales es cada vez m¨¢s desconfiada. La aparente armon¨ªa qued¨® rota cuando, el 1 de diciembre, K¨®zirev se neg¨® a suscribir en Bruselas el acuerdo de asociaci¨®n que la OTAN ofrece a los antiguos miembros del Pacto de Varsovia. Lo hizo para protestar por la intenci¨®n de la organizaci¨®n de defensa de definir los requisitos a cumplir por aquellos pa¨ªses de Europa oriental que deseen adherirse.
Cuatro d¨ªas m¨¢s tarde, Clinton y Yeltsin polemizaron en Budapest sobre la ampliaci¨®n al Este de la Alianza Atl¨¢ntica, al tiempo que sus delegaciones se enfrentaban sobre si se deb¨ªa o no condenar la "agresi¨®n" serbia contra el enclave bosniomusulm¨¢n de Bihac.
Desde entonces, la actuaci¨®n rusa en Chechenia ha reavivado el debate sobre la ampliaci¨®n de la OTAN. Sus partidarios sostienen que es urgente proteger a los antiguos sat¨¦lites de la URSS. Los republicanos, mayoritarios en el Congreso de EE UU, han llegado incluso a fijar una fecha, 1999, en la que, seg¨²n ellos, Polonia, Hungr¨ªa, la Rep¨²blica Checa y Eslovaquia deber¨ªan, formar parte de la Alianza. Sus adversarios aseguran. que dar pasos en esa direcci¨®n debilitar¨¢ a¨²n m¨¢s a Yeltsin.
Adem¨¢s del proyecto de ampliaci¨®n de la OTAN hasta las fronteras de Rusia, hay otros s¨ªntomas menos visibles del deterioro de las relaciones entre Mosc¨² y las capitales occidentales. Las autoridades rusas han solicitado, por ejemplo, revisar algunos aspectos del tratado de reducci¨®n de armas convencionales (CFE), firmado en Par¨ªs en 1990, que ahora consideran excesivamente desfavorable en su frontera septentrional y en el C¨¢ucaso, donde fija unos techos armament¨ªsticos demasiado bajos. Turqu¨ªa, Noruega y Dinamarca se oponen rotundamente a ello.
La comisi¨®n de juristas que la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa envi¨® a Mosc¨² acaba de elaborar un informe en el que afirma sin titubeos que Rusia no es un Estado de derecho. Supone un rev¨¦s para Yeltsin, que hace ya tres a?os present¨® su candidatura.
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