Pensiones y Parlamento
El cretinismo parlamentario fue un concepto utilizado por Lenin para calificar a quienes confiaban en demas¨ªa en el papel central del Parlamento, a la hora de transformar la sociedad. En Espa?a padecemos del vicio opuesto: la marginaci¨®n del Parlamento y la actuaci¨®n de las fuerzas pol¨ªticas, en muchas ocasiones, fuera del organismo representante de la soberan¨ªa de los ciudadanos. Y, sin embargo, cuando en el pasado mes de febrero los partidos pol¨ªlticos llegaron a un consenso parlamentario sobre el futuro de las pensiones -el pacto de Toledo-, algunos de los que se lamentan del escaso papel habitual del Congreso de los Diputados levantaron su voz acusando a los firmantes de cretinismo parlamentario. Curiosa paradoja.El pacto de Toledo es el compromiso de todos los partidos pol¨ªticos para mantener el actual sistema de pensiones y garantizar el pode? adquisitivo de las mismas. Este acuerdo tiene dos aspectos, el t¨¦cnico y el pol¨ªtico. En cuanto al primero, los datos son los siguientes: algo m¨¢s de 6,5 millones de ciudadanos. recibieron durante el a?o 1993 pensiones de la Seguridad Social cuyo valor medio fue de 55.800 pesetas; de ¨¦stos, m¨¢s de tres millones cobr¨¦ una pensi¨®n de jubilaci¨®n cuya cantidad media mensual ascendi¨® a 64.000 pesetas; en torno a 200.000 espa?oles cobraron una pensi¨®n no contributiva media de 31.530 pesetas; los pensionistas asistenciales fueron 276.561, que cobraron 25.000 pesetas como media; algo m¨¢s de 200.000 personas cobraron 24.400 pesetas al mes de subsidio de garant¨ªa de ingresos m¨ªnimos (atenci¨®n a minusv¨¢lidos). ?sta es la magnitud del asunto.
Las limitaciones econ¨®micas para cumplir el pacto de Toledo son conocidas por todos (incluso por los pol¨ªticos firmantes): insuficiente crecimiento econ¨®mico; limitada capacidad de empleo; manifiesto deterioro de las finanzas p¨²blicas (la crisis fiscal del Estado), etc¨¦tera.... Y la evoluci¨®n demogr¨¢fica en Espa?a, con una reducida tasa de natalidad que reduce el n¨²mero de contribuyentes, y, al mismo tiempo, un aumento de la esperanza de vida que prolonga el periodo de percepci¨®n de las prestaciones. En Espa?a, el envejecimiento de la poblaci¨®n es m¨¢s r¨¢pido que el promedio del resto de los pa¨ªses europeos, y la capacidad de generaci¨®n de empleo significativamente inferior.
Pol¨¦mica economicista
Todos estos l¨ªmites eran previos y supongo que analizados exhaustivamente por quienes han consensuado el mantenimiento del sistema de pensiones. Por tanto, la pol¨¦mica deja de ser t¨¦cnica, meramente economicista, y hay que abordar el aspecto pol¨ªtico del pacto de Toledo: si la evoluci¨®n de las pensiones est¨¢ acordada y deja de ser una variable cuando se elaboren y se discutan los Presupuestos Generales del Estado de cada ejercicio, el debate se traslada al resto de las partidas susceptibles de ser disminuidas y de generar sacrificios en los contribuyentes.
Lo que diferenciar¨¢ a unos partidos pol¨ªticos de otros ser¨¢ su propuesta sobre los ingresos (aumentar los impuestos o no) y en qu¨¦ partidas presupuestarias meter¨¢n el bistur¨ª: ?en seguro de desempleo?, ?en cultura?, ?en sanidad o educaci¨®n?, ?en los gastos corrientes, es decir, en los sueldos de los funcionarios?, ?en las cantidades dedicadas al Ej¨¦rcito?, etc¨¦tera...
El pacto de Toledo ten¨ªa como objetivo, en definitiva, sacar a las pensiones de la pol¨¦mica p¨²blica (con escaso ¨¦xito, como se ha visto en la campa?a electoral que termina hoy), convertir su monto en una constante sea quien sea quien gobierne, y desviar hacia otros conceptos las diferencias ideol¨®gicas sobre la pol¨ªtica econ¨®mica y sobre los programas de gobierno. Que se pronuncien sobre ellos.
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