Un organismo imprescindible
Como un alud ha ca¨ªdo sobre el Centro Superior de Informaci¨®n de la Defensa, y sobre su director, el general Alonso Manglano, el tema de las escuchas, de su grabaci¨®n, sustracci¨®n y publicaci¨®n.No insistir¨¦, ya lo he dicho p¨²blicamente, en el concepto que el general me merece, y los muchos y fundamentales servicios que ha prestado a la democracia espa?ola. Lo que yo quiero, en estos momentos de ruidoso y apasionado desconcierto, es hilvanar unas reflexiones sobre el Centro que en 1977 cre¨® el general Guti¨¦rrez Mellado, absorbiendo la Secci¨®n de Inteligencia del Alto Estado Mayor y el Servicio de Documentaci¨®n de la Presidencia del Gobierno.
Ante todo hay que recordar que este ten¨ªa de las cintas, escuchas y grabaciones, afecta a uno de los seis servicios de apoyo del centro; a la Jefatura de Apoyo Operativa de la que fue jefe el coronel Perote. Nada se ha dicho, a lo largo de estos a?os, de la Divisi¨®n de Inteligencia Exterior, de la de Contrainteligencia, de la de Inteligencia Interior o de la Divisi¨®n de Econom¨ªa y Tecnolog¨ªa, ni de ninguno de los otros cinco Servicios de Apoyo. Sin embargo el trabajo, siempre an¨®nimo, de los hombres y mujeres que los componen, ha conseguido que el Cesid est¨¦ considerado como uno de los mejores servicios de inteligencia de los pa¨ªses que llamamos occidentales. Estoy convencido de que el Cesid es un organismo fundamental e imprescindible para la seguridad y defensa del Estado; y lo es para cualquier Gobierno del Estado espa?ol.
A mi juicio, el problema que el Cesid tiene ahora planteado es el de revisar todos sus sistemas internos de seguridad y autocontrol para evitar, en la medida de lo humanamente posible, la felon¨ªa que supone el que uno de sus agentes pueda sustraer material del Centro y entregarlo para su publicaci¨®n.
Otro problema, que debe dar lugar a reflexi¨®n, es el de la aparente contradicci¨®n que hoy existe entre el derecho a la intimidad personal y familiar, al secreto de las comunicaciones, y a la propia imagen, y el que el avance de la tecnolog¨ªa en estos ¨²ltimos a?os pone a disposici¨®n de
cualquiera medios y aparatos por los que, incluso involuntariamente, se puede interferir y captar las conversaciones mantenidas utilizando aparatos radioel¨¦ctricos. Pienso que quiz¨¢s sea de utilidad distinguir aquellos medios de comunicaci¨®n que son por s¨ª mismos secretos, salvo violaci¨®n, por ejemplo la correspondencia, de aquellos otros que no son por s¨ª mismo secretos, las comunicaciones radioel¨¦ctricas, porque cualquiera voluntaria o involuntariamente puede captarlas, y en las que la garant¨ªa del secreto est¨¢ en prohibir y castigar su utilizaci¨®n o publicaci¨®n por un tercero.
En cualquier caso, los Servicios de Informaci¨®n e Inteligencia del Estado es evidente que no pueden prescindir de los medios t¨¦cnicos que otros Estados tienen; y es asimismo evidente que esos servicios no pueden, por su misma naturaleza p¨²blica, captar, grabar y guardar conversaciones entre personas, salvo en los casos previstos en la Ley y con las autorizaciones y garant¨ªas legales.
Se habla en estos momentos de un mayor control de los Servicios de Informaci¨®n. La f¨®rmula, propuesta por Mart¨ªn Villa, de una comisi¨®n restringida de notables que tendr¨ªa como misi¨®n el verificar que el Cesid, y quiz¨¢s cualquier otro Servicio de Informaci¨®n de los que en Espa?a existen, cumplen las leyes vigentes, puede ser una buena f¨®rmula, aunque siempre se plantee la cuesti¨®n insoluble de qui¨¦n vigila al vigilante.
Yo creo que, de todos modos, las mejores garant¨ªas son las que ya existen, la parlamentaria ejercida a trav¨¦s de la Comisi¨®n de Secretos Oficiales cuyas funciones habr¨¢ que revisar ante los nuevos problemas planteados, y la judicial, tanto para autorizar escuchas y grabaciones por raz¨®n de seguridad y defensa de la sociedad y del Estado, como para corregir, aplicando las leyes vigentes, las posibles desviaciones que se produzcan. Y despu¨¦s e estas consideraciones, tendremos que aceptar que un buen Servicio de Informaci¨®n, sea el Cesid o cualquier otro, con los medios t¨¦cnicos actuales de todo tipo que tendr¨¢ que utilizar para cumplir con eficacia su dif¨ªcil labor, es casi seguro que siempre podr¨¢ plantear problemas legales y diferencias en el enjuiciamiento y calificaci¨®n de sus actuaciones. Es un riesgo inherente a la naturaleza del servicio.
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