La lengua como arma pol¨ªtica
La llegada del PP y UV a la Generalitat reabre el conflicto ling¨¹¨ªstico
"Si t`arriba el mat¨ª, penses que ha passat un dia. Han passat dies i anys i encara ¨¦s el mateix dia" Si llega la ma?ana, piensas que ha pasado un d¨ªa. Han pasado d¨ªas y a?os y todav¨ªa es el mismo d¨ªa.) Las estrofas de una canci¨®n del alcoyano Ovidi Montllor resuenan en los ¨¢nimos de muchos valencianos que han visto c¨®mo la llegada del PP y Uni¨®n Valenciana a la Generalitat ha reabierto un conflicto ling¨¹¨ªstico que comenz¨® tras el final de la dictadura. La elecci¨®n de Vicente Gonz¨¢lez Lizondo, una suerte de Jean Marie Le Pen a la valenciana, como presidente del Parlamento aut¨®nomo ha destapado cajas de truenos ya olvidadas. Porque la segunda autoridad auton¨®mica escribir¨ªa los sencillos versos de Ovidi sin acentos y con algunas variaciones sobre el valenciano normativo, aceptado por todas. las universidades.Pero la mayor¨ªa de centro-derecha que gobierna ahora la Comunidad Valenciana, no se lleva muy bien con la inmensa mayor¨ªa de fil¨®logos. La semana pasada el portavoz del Consell, Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, anunciaba que el Gobierno aut¨®nomo consideraba que "no hay consenso social para que las universidades tengan autoridad cient¨ªfica en materia de lengua y de su normativa". La decisi¨®n sent¨® como una bomba en los claustros y en las aulas y el Consell ya ha recibido contundentes respuestas de universitarios. Negar a la instituci¨®n acad¨¦mica competencias en esa materia, o en cualquier otra, equivale a que cada cual campe por sus respetos, a convertir la lengua en un arma pol¨ªtica.
Al abierto secesionismo ling¨¹¨ªstico de Lizondo y sus fieles de Uni¨®n Valenciana, que consideran que catal¨¢n y valenciano son idiomas distintos, se une la ambig¨¹edad calculada del presidente auton¨®mico Eduardo Zaplana, y de buena parte de su partido, el PP. Bajo pretexto de que la lengua resulta un tema que crispa y divide a la sociedad valenciana, el PP ha otorgado carta blanca a Lizondo para inventar un idioma que utiliza en las Cortes auton¨®micas, pese a las airadas protestas de los socialistas y de Esquerra Unida. De este modo se ha roto un consenso iniciado en 1983 con la aprobaci¨®n, por unanimidad parlamentaria, de la Ley de Uso y Ense?anza del Valenciano, que ha permitido la presencia obligatoria de la lengua aut¨®ctona como asignatura en todos los niveles educativos.
La citada ley, auspiciada por el entonces consejero de Cultura y Educaci¨®n socialista, Cipri¨¢ Ciscar, trat¨® de contentar a tirios y troyanos, a catalanistas y secesionistas, a izquierda y a derecha. A trancas y barrancas, con muchas insuficiencias y contradicciones, este texto legal ha servido para que cientos de miles de ninos y j¨®venes valencianos aprendieran un idioma proscrito desde principios del siglo XVIII.
El centro-derecha ha torpedeado siempre la implantaci¨®n las islas Baleares, m¨¢s all¨¢ de las del valenciano en las escuelas bajo la bandera de un anticatalanismo feroz que sataniza cualquier uso correcto de la lengua aut¨®ctona. De otro lado, tanto el PP como UV han acusado a los socialistas, que han gobernado en Valencia durante 12 a?os, de actuar de espaldas a amplios sectores sociales que apuestan por la secesi¨®n idiom¨¢tica. Contra viento y marea, las universidades y la inmensa mayor¨ªa de los escritores han mantenido durante estos a?os la defensa de la unidad ling¨¹¨ªstica con Catalu?a y, las islas Baleares, m¨¢s all¨¢ de las dudas socialistas y de los ataques de los conservadores. "Qu¨¦ dificil resulta luchar por lo que es evidente", se?ala una profesora de valenciano en un instituto y autora de libros de texto.
Lo bien cierto es que las tesis secesionistas han encontrado siempre el m¨¢s absoluto rechazo en la comunidad cient¨ªfica. Cualquier universidad del mundo y cualquier diccionario define el valenciano como una variante dialectal del catal¨¢n, un idioma hablado por unos siete millones de personas entre el sur de Francia y Alicante, entre la franja aragonesa cercana a Catalu?a y Menorca. Pero, al margen de los eruditos, el propio sentido com¨²n indica que los habitantes de Benicarl¨®, al norte de Castell¨®n, hablan exactamente la misma ,lengua que sus vecinos de Amposta, al sur de Tarragona.
La reconquista cristiana del siglo XIII estableci¨® los l¨ªmites ling¨¹¨ªsticos en el Pa¨ªs Valenciano seg¨²n que los nobles victoriosos fueran de origen catal¨¢n o aragon¨¦s. Aunque Lizondo se empe?e en que el catal¨¢n y el valenciano se parecen lo mismo que el espa?ol y el italiano, los fil¨®logos le han recordado en muchas ocasiones que existen las mismas diferencias entre el castellano de Santander y el de C¨¢diz que entre el catal¨¢n de Girona y el de Alcoy.
Pero la lengua da votos o resta, seg¨²n los casos. Uni¨®n Valenciana ha convertido el conflicto ling¨¹¨ªstico en la raz¨®n de su existencia y ha tomado as¨ª el testigo de sectores de la UCD que ya utilizaron la pol¨¦mica para frenar el ascenso de la izquierda durante la transici¨®n. Comerciantes y artesanos, funcionarios y agricultores, integran las filas de este partido, que cuenta con cinco diputados auton¨®micos y que ha explotado hasta la saciedad las l¨®gicas rivalidades vecinales entre catalanes y valencianos.
Atrapado en su estrategia de captar votos, el PP deja manos libres a Lizondo para aparecer, como una fuerza moderada. En medio del marasmo, los m¨¢s pesimistas entre el profesorado ya apuntan a que la estrategia derivar¨¢ en un retroceso de la lengua aut¨®ctona en beneficio del castellano. El consejero de Cultura y Educaci¨®n, Fernando Villalonga, ya ha sugerido que el valenciano puede convertirse en una asignatura voluntaria en un futuro proximo.
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