Un pacto de austeridad
El nuevo Gobierno y el principal partido de la oposici¨®n a partir del 3 de marzo deber¨¢n suscribir, al menos, un pacto antiterrorista, para acabar con la barbarie nazi, y un pacto de austeridad, para colocar a Espa?a en el pelot¨®n de cabeza de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria. Del primero ya se ha escrito suficientemente en estos dolorosos d¨ªas.El pacto de austeridad ser¨¢ central para cumplir los criterios de convergencia fijados en Maastricht, sobre todo en lo que se refiere al d¨¦ficit y a la deuda p¨²blica. Converger con pa¨ªses como Alemania, Francia, Reino Unido, Suecia, etc¨¦tera -es decir, paliar los desequilibrios b¨¢sicos de nuestra econom¨ªa- es urgente para competir en un mercado global, independientemente del momento en que se fije la moneda ¨²nica: la austeridad se precisar¨¢ al margen del debate sobre el euro, existente en ¨¦sta y en las otras naciones de nuestro entorno. Entrar en el pelot¨®n de cabeza europeo y adoptar la moneda ¨²nica forma parte de los programas de los socialistas y conservadores espa?oles.
El desarrollo de la campa?a electoral y el cumplimiento de las reiteradas promesas hace cada d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil cualquier retoque del peque?o Estado de bienestar espa?ol, aunque fuese con voluntad de consolidarlo. La competencia entre el PSOE y el PP para ver qui¨¦n es aparentemente m¨¢s socialdem¨®crata induce a sospechar de cualquier interferencia, despu¨¦s de marzo, en asuntos como las pensiones, educaci¨®n, sanidad o desempleo. Por tanto, las medidas de austeridad s¨®lo podr¨¢n llegar del lado de los ingresos (subir los impuestos), lo que tampoco es posible, o limitando los gastos corrientes y las inversiones p¨²blicas. Sobre estos asuntos es sobre los que habr¨¢ que conseguir el acuerdo de los grandes partidos, evitando las demagogias y reduciendo las soflamas.
Austeridad no tiene por qu¨¦ equivaler, de modo autom¨¢ticco, a pol¨ªtica de derechas (ya nadie es de derechas en nuestro pa¨ªs). Depende de c¨®mo se reparta. En el a?o 1977, el entonces secretario general del Partido Comunista Italiano, el irrepetible Enrico Berlinguer, comenz¨® a defender la austeridad como pol¨ªtica econ¨®mica correcta para transformar la econom¨ªa de dicho pa¨ªs; en su op¨²sculo Austeridad, Berlinguer escribi¨®: "Hay que darle un sentido y una finalidad a la pol¨ªtica de austeridad que es una opci¨®n obligada y duradera y, al mismo tiempo, una condici¨®n de salvaci¨®n para los pueblos de Occidente... Austeridad significa rigor, eficiencia y tambi¨¦n justicia, es decir, lo contrario de todo lo que hemos conocido y pagado hasta ahora (la democracia cristiana) y que nos ha conducido a la grav¨ªsima crisis cuyos da?os hace a?os que se acumulan".
Para que se legitimen los sacrificios de esta austeridad habr¨¢n de tenerse en cuenta dos datos fundamentales: la crisis del consumo (en 1995, los hogares espa?oles han gastado menos que el ejercicio anterior, por tercer a?o consecutivo) en aquellas familias donde tampoco ha crecido el ahorro; y el paro, que sigue creciendo, como muestran los datos del mes de enero, y que contin¨²a en tasas muy superiores a las del resto de los pa¨ªses europeos. Los ciudadanos pertenecientes a estos dos estratos sociales, pobres y parados, deber¨¢n quedar excluidos de mayores medidas de austeridad, como las que se necesitan para el conjunto del pa¨ªs.
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