Las nuevas orillas de Anguita
IU busca el apoyo de los socialistas atacando al aparato del PSOE
No ha conseguido todav¨ªa despejar sus propias dudas ni las de los dem¨¢s. Despu¨¦s de 10 d¨ªas de m¨ªtines, entrevistas y conferencias de prensa, julio Anguita contin¨²a movi¨¦ndose entre la tentaci¨®n de terminar en el mitin apocal¨ªptico y terrible y la del discurso moralizador. S¨®lo hay algo claro: con Felipe Gonz¨¢lez -nada personal, por supuesto- no hay acuerdo, ni regeneraci¨®n posible, ni gobierno, ni socialismo. Con el socialismo y, sobre todo, con algunos socialistas se va a misa y se comulga si hace falta.Julio Anguita no es que haya moderado sus ataques hacia el PSOE. Es que se ha erigido en aut¨¦ntico defensor de sus principios. A veces, en contra incluso de su auditorio, que tiende a silbar cuando se nombra al PSOE. Pero el PSOE no es el enemigo. Ni los socialistas. Hay un PSOE de la corrupci¨®n y un PSOE honesto, aclara. "?Es que no son honestos socialistas como Nicol¨¢s Redondo?", pregunta y, a continuaci¨®n, cuenta que el viejo sindicalista ha dicho que el voto ¨²til no es para el PSOE. Entonces, el p¨²blico, convencido y generoso, aplaude.
El discurso de las dos orillas es ahora el discurso de los dos PSOEs. "El PSOE de Felipe Gonz¨¢lez y el Partido Socialista Obrero Espa?ol", dicho por Julio Anguita con todas y cada una de sus letras. El salva siempre a los socialistas. A los que son, naturalmente, como Nicol¨¢s Redondo y como "otros m¨¢s cuyos nombres no estoy autorizado a dar todav¨ªa". Pero llama a la rebeli¨®n contra Felipe Gonz¨¢lez o contra los que son como ¨¦l para poder as¨ª regenerar despu¨¦s, en paz y uni¨®n, a la izquierda real.
No es un mensaje aislado. En Andaluc¨ªa, Luis Carlos Rej¨®n hace lo mismo con Manuel Chaves: "Con los socialistas podemos gobernar. Con Chaves, no". Y en Catalu?a, Joan Saura, m¨¢s de lo mismo con Narc¨ªs Serra. No hay piedad con ellos. Son las bestias negras de una campa?a en la que IU ha querido diferenciar al socialismo de sus l¨ªderes.
Pero dentro de IU no todos comparten estos esquemas. Hay sinton¨ªa en que el discurso tiene que ser integrador. Pero no se comparte la personalizaci¨®n de la campa?a, que termina en un discurso en el que el PP se est¨¢ yendo de rositas. A Felipe Gonz¨¢lez se le condena incluso personalmente "porque ha traicionado a la izquierda". A Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, personalmente, se le disculpa "porque, al fin y al cabo, es la derecha".
Julio Anguita lucha contra sus propias contradicciones y contra las piedras que le coloca en el camino su propia organizaci¨®n. No est¨¢ satisfecho con una campa?a en la que, al margen del discurso, se han cometido errores de manual. El m¨¢s evidente: su ausencia en la manifestaci¨®n de Madrid contra el terrorismo. Anguita ha tenido que luchar contra la direcci¨®n de una campa?a que ha organizado actos en horarios imposibles de cumplir hasta por su propia caravana, que se ha empe?ado en mantenerle aislado de todo lo que le rodea.
Y, cada d¨ªa, sin poder despejar la misma duda. ?Esta nueva forma de hacer campana , este discurso, atrae m¨¢s votos o no? No est¨¢ tan claro. En IU hay un cierto pesimismo ante los ¨²ltimos sondeos. Aunque no crean en encuestas y las rechacen en p¨²blico, la preocupaci¨®n empieza a hacer mella en las filas no demasiado prietas de la coalici¨®n. Los m¨¢s cr¨ªticos, o los m¨¢s preocupados, creen que sigue faltando coherencia interna en los mensajes. Y que todav¨ªa quedan apoyos por buscar, sobre todo en las filas obreras.
Pero tampoco hay que ser demasiado severo. Las Comisiones Obreras de Catalu?a ya han pedido el voto para IC-Los Verdes. Y Antonio Guti¨¦rrez, secretario general de CC OO, tuvo ayer una intervenci¨®n absolutamente laudatoria hacia Rosa Aguilar, candidata por C¨®rdoba. Guti¨¦rrez destac¨® en el congreso de la Federaci¨®n de Transportes Comunicaci¨®n y Mar de este sindicato la val¨ªa de Aguilar como diputada y su trabajo, en el pasado, en su condici¨®n de abogada laboralista.
La gu¨ªa de campa?a es un buen ejemplo de las dificultades que encuentra la coherencia en este proceso electoral. Cuando Julio Anguita ha dedicado todas sus energ¨ªas a negar la existencia de la pinza, la gu¨ªa termina aceptando que haberla hayla. Eso s¨ª, aclarando que las pinzas son necesarias para "airear a la luz del sol frente a la sombra del armario, para no traspapelar los papeles clave en toda oficina, para clasificar los asuntos, hasta los secretos" y -una aut¨¦ntica joya- "las pinzas son necesarias para secar el calcet¨ªn sucio despu¨¦s de lavar". Mal lavados deben de estar cuando, tras la colada, siguen sucios.
?C¨®mo es ¨¦l!
Julio Anguita no se siente a gusto con los periodistas. Les teme y rega?a -ahora menos-, pero les respeta personalmente y es raro que reproche directamente a alguno lo que escribe. ?l mismo reconoce que, a veces, los que est¨¢n a su lado le pasan informaciones que admite que pueden estar infra o supervaloradas o responder a intereses internos y en clave personal de quienes le rodean. Pero de alguien ha de fiarse, ?no?Dicen los que le conocen que es un gran t¨ªmido. Y debe de ser verdad. Pero ¨²ltimamente bromea m¨¢s con quienes le acompa?an en estos viajes. Se aprende los nombres de cada uno y en las ruedas de prensa les llama con el se?or o el don por delante. Anima a que le hagan preguntas. Se r¨ªe y gasta bromas. Est¨¢ m¨¢s relajado que en otras campa?as, tal vez por la presencia discret¨ªsima de su compa?era, Juana.
El otro d¨ªa subi¨® al autob¨²s de los periodistas y habl¨® de cine. "A m¨ª me gustaban2, dijo, ir¨®nico, "Imperio Argentina y Miguel Ligero". No conoce pel¨ªculas actuales. Le recomiendan que vaya a ver El cartero y Pablo Neruda, que "salen muchos comunistas". "Entonces no voy", brome¨®; "no puede ser buena".
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