'La Juve': dos genes m¨¢s
Puede demoler al rival, nunca bailarlo; suele ganar sin encantar, intenta atacar sin tocar; debe correr, luchar y empujar para alcanzar el mejor nivel competitivo. La Juve no es un equipo atractivo, todos sus valores son previsibles y esforzados, pero cuidado porque no cede ni un solo cent¨ªmetro de terreno, no comete ni media distracci¨®n, no regala absolutamente nada en su empe?o de convertir el partido en una batalla ¨¦pica. El gran sentido competitivo es un lugar com¨²n del f¨²tbol italiano. Durante muchos a?os el reino del catenaccio hizo del 0 a 0 un objetivo; ese ahorro de riesgos legaliz¨® el aburrimiento pero, al tiempo, cada partido pon¨ªa a los jugadores al l¨ªmite de su tensi¨®n, de sus posibilidades y, a veces, hasta del reglamento. Un error costaba perder, una picard¨ªa val¨ªa ganar y si nadie se equivocaba el empate siempre era negocio: 0 a 0 y entre los dos ceros hab¨ªa una cuerda sobre la que los jugadores hac¨ªan equilibrio sin red. Esa cultura desarroll¨® un sexto sentido, "un gen m¨¢s", seg¨²n expresi¨®n de Sergio di Cesare, admirado periodista italiano.Si la historia ha dotado a los futbolistas italianos con un gen extra, competitivo y ag¨®nico, los jugadores de la Juve parecen estar desarrollando un segundo: disciplinado, de gran sentido colectivo y de esp¨ªritu ganador. Si me entretengo en esta leyenda es porque la Juve convierte el partido en una exhibici¨®n de entrega y fortaleza f¨ªsica y eso no puede escapar al an¨¢lisis.
Sin la pelota es un equipo corto que junta a todos sus jugadores en 30 metros, someten a los rivales a una presi¨®n bien organizada y desgastante que empieza en los delanteros y compromete a todo el equipo. Con la pelota su juego es directo, vertical y r¨¢pido; a ese torbellino le pone l¨®gica el cerebro de Paulo Sosa, algo acelerado por contagio pero siempre criterioso, y le pone magia el talento de Del Piero, El loco de la casa, el que aplica pausa, sorpresa y armon¨ªa en la zona de ataque.
A Marcelo Lippi, su entrenador, este equipo le debe su car¨¢cter (valores morales solidarios) y su orden (es un equipo s¨®lido). La porter¨ªa la cuida Peruzzi y la cuida con tanto esmero que pocas veces la abandona. Atr¨¢s tienen contundencia; defensores con oficio que siempre encuentran un ¨²ltimo recurso para martirizar a los delanteros adversarios, son italianos (probablemente Ferrara, Carrera, Vierchowod y Torricelli este mi¨¦rcoles) y est¨¢ bien porque para la marca no los hay mejores. Cuando el bal¨®n est¨¢ recuperado se lo trata como un peligro al que conviene alejar.
El esfuerzo del medio del campo es heroico y, a veces, hasta parece que juega a una velocidad por encima de sus posibilidades, lo que afecta tanto a la lucidez como a la precisi¨®n. Conte por delante de la defensa, Lombardo y Deschampes en el ida y vuelta por afuera y Paulo Sosa en el enganche con los atacantes es mi apuesta para Madrid.
En un diccionario humor¨ªstico sobre el f¨²tbol actual de los autores argentinos Fontanarrosa y Sanz se define al pressing como "el efecto del hormiguero pateado", la presi¨®n de la Juve me remite a esa frase porque es dif¨ªcil hacerla con m¨¢s entusiasmo y esp¨ªritu colectivo. La deserci¨®n es alta traici¨®n, como en la guerra, de modo que todos se desgastan parejo cuando se trata de recuperar el bal¨®n, tambi¨¦n Ravanelli y Vialli, dos delanteros a los que nunca se ver¨¢ en actitud contemplativa, que hacen de la lucha un estilo y del gol una obsesi¨®n. El exceso de sensatez amenazaba con dejar sin lugar a Del Piero, pero la lesi¨®n de Vialli le abre un hueco a la imaginaci¨®n, de modo que el juego de la Juve perder¨¢ un gladiador para ganar a un Loco lindo que mejora el bal¨®n cuando pasa por sus pies. Malo para el Madrid. ?
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