Picaresca, libertinaje y liberaci¨®n
Resalta Juan Goytiloso, en su nota al programa, la tolerancia de Cervantes: fue y sigue siendo as¨ª, pero nadie fue nunca tolerante con ¨¦l en su vida. Ni despu¨¦s de ella: los entremeses -¨¦stos y los otros, y las comedias- han sido maltratados desde los estudios de bachillerato hasta las terribles representaciones de colegiales y aficionados. Tienen dentro mucho m¨¢s de la malicia que se les atribuye.Como todos estos cuentos renacentistas, tomados y reconstruidos de los ap¨®logos orientales que inundaron toda Europa -m¨¢s, Espa?a-, tienen el motivo fluyente del marido burlado: y la advertencia de que lo merece, y de que era lo menos que le pod¨ªa haber ocurrido. Esta idea, que dura casi hasta nuestro siglo, es simplemente la negativa a la venta de las doncellas por sus padres: el rid¨ªculo, al viejo, a lo que fuera que no pod¨ªa cumplir su trato sexual, ni vital. En otro teatro de esta Villa se est¨¢ haciendo El lindo don Diego, donde Moreto pone como trazo de incompatibilidad simplemente el rid¨ªculo, la vanidad, la imbecilidad.
Entremeses
De Miguel de Cervantes. Direcci¨®n: Jos¨¦ Luis G¨®mez-Rosario Ruiz.Int¨¦rpretes: Pere Mart¨ª, Inma Nieto, Lydia Ot¨®n, Miguel Cubero, Roberto Hern¨¢ndez, Cipriano Lodosa, Juan Antonio Codina, Elizabeth Gelabert, Rosa Manteiga, Alfonso Lara, Rafael Mart¨ªn. Vestuario: Mar¨ªa Luisa Engel. Iluminaci¨®n: Juan G¨®mez Cornejo. M¨²sica: Luis Delgado. Espacio esc¨¦nico: Rosario Ruiz. Escenograf¨ªa: Jos¨¦ Hern¨¢ndez. Maestr¨ªa de movimiento: Mar¨ªa del Mar Navarro. Madrid, teatro de la Abad¨ªa.
Es curioso que, como otras tantas ideas comunes, y sobre todo las referentes a la mujer que han dado un vuelco grande, la lucha posterior ha sido la de que la doncella pudiese elegir al viejo, o al rid¨ªculo: que la diferencia de edades no ata?e a la felicidad -si es que esa palabra es utilizable- y que, si venta hay, sea ella quien la haga. En cuanto al placer femenino, hay hoy ideas bastante distintas de las que postulaba Cervantes.Burla de la hidalgu¨ªa
Veo algo m¨¢s en estos entremeses, y es la burla de la pureza de sangre, del cristiano viejo, de la hidalgu¨ªa y, la clase alta por los apellidos. Puede haber un regusto de jud¨ªo bastante notable.
De tanto desgaste c¨®mo han sufrido los entremeses, y de tanta maldici¨®n, y de tanta mala comparaci¨®n con el escrito de Cervantes por excelencia realizan un salvamento Jos¨¦ Luis G¨®mez y Rosario Ruiz, que los devuelven a otro tiempo; o a otros varios. Uno es de la comedia del arte, la farsa libre, las cabriolas y los soniquetes; otro es el de la verdadera Ilustraci¨®n espa?ola, en la de la Segunda Rep¨²blica con los t¨ªteres de Lorca, los de Valle-Incl¨¢n, las misiones de Rafael Dieste: un sabor muy popular. Infantilizado, tambi¨¦n -como entonces, por una suposici¨®n que se hac¨ªa, a partir de la Instituci¨®n Libre, de la infancia de los pueblos...-, azarzuelado algunas veces, pero siempre gracioso; siempre incrementado por los directores y la maestra de movimientos por hallazgos mudos (ah, y tambi¨¦n por alg¨²n anacronismo a?adido a los textos y a la pl¨¢stica, como los farolillos japoneses), y bien interpretado por los j¨®venes actores. Todo esto, y la limpieza y manejo del decorado, y una excelente m¨²sica no mal entonada, de canciones bien halladas, gustaron suficientemente.
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