La Residencia y los poetas
En los altos de la calle del Pinar de Madrid, los altos del antiguo hip¨®dromo, alentaba antes de la guerra civil una de las instituciones definitivas del liberalismo espa?ol: la Residencia de Estudiantes, la "colina de los chopos" de la que habl¨® Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, que vivi¨® en ella. Por la Residencia desfil¨® lo m¨¢s selecto de la cultura europea de entreguerras, desde Albert Einstein a Louis Aragon. En la Residencia convivieron algunas figuras claves de la vanguardia espa?ola, como Federico Garc¨ªa Lorca, Luis Bu?uel y Salvador Dal¨ª, que fueron residentes muchos a?os. En la Residencia conoci¨® Alberti a Lorca, en ella vivi¨® tambi¨¦n el exquisito y secreto Emilio Prados y pasaron temporadas Pedro Salinas y Jorge Guill¨¦n. Fue, en definitiva, lugar de encuentro de los poetas del 27. Despu¨¦s vinieron los tiempos oscuros, la Residencia fue reconvertida a la ciencia tomista -es decir, a la nada-, y, de la juanramoniana colina de los chopos no qued¨® m¨¢s que el recuerdo.Pero como no hay nada m¨¢s vivo que un recuerdo, seg¨²n dice un personaje de Lorca, con la normalizaci¨®n pol¨ªtica y civil de la vida espa?ola se puso en marcha el proyecto de recuperaci¨®n de la vieja Resi. Desde hace unos a?os, este proyecto es cada vez m¨¢s una realidad. Pieza angular es la relaci¨®n profunda que la Residencia quiere anudar con la memoria de la generaci¨®n del 27. As¨ª, ha montado vanas exposiciones importantes y ha procedido a la adquisici¨®n o custodia de fondos documentales sustanciosos. Entre todos debemos impulsar este proyecto, porque la Residencia debe albergar el centro patrimonial de la generaci¨®n del 27. Ning¨²n otro lugar re¨²ne en Espa?a tantos t¨ªtulos hist¨®ricos y sentimentales para acoger ese centro. Los responsables culturales de la actual Administraci¨®n municipal, tan sensibilizados a la recordaci¨®n del 27, son tambi¨¦n de esta opini¨®n. Importa por eso allegar esfuerzos y evitar la dispersi¨®n, sobre todo tras la notoria decadencia que vive alguna otra tentativa similar.
Sede del genuino centro de la generaci¨®n del 27, la Residencia debe adem¨¢s convertirse en el mejor espacio de convivencia para la mejor poes¨ªa espa?ola viva, como se ha propuesto su director, Jos¨¦ Garc¨ªa Velasco. Estas dos ¨²ltimas semanas han le¨ªdo en ella sus poemas ocho poetas espa?oles de las m¨¢s recientes hornadas. Ocho voces de registros diferentes, que han dicho sus versos ante un auditorio tan interesado como riguroso. Juan Bonilla, Enrique Andr¨¦s Ruiz, Almudena Guzm¨¢n, Fernando Lanzas, Julio Mart¨ªnez Mesanza, Rosa Romejaro, Gonzalo Santelices y Alvaro Valverde. Poetas de distintas tendencias y talantes muy diversos. En el grato y liberal espacio de la Residencia han recitado la verdad de sus versos sin ¨¢nimo de ofender a nadie, sin ganas de polemizar con nadie, ofreciendo lo mejor de s¨ª mismos. Lejos de todo ¨¦nfasis, han explicado en ocasiones la g¨¦nesis de sus poemas, como lo hizo Juan Bonilla de un poema de amor entre las risas cordiales del auditorio, e incluso se han aventurado por los caminos del bolero, como Rosa Romojaro, que, ante la sorpresa de los oyentes, no tuvo inconveniente en cantar a media voz un bolero de acu?aci¨®n personal.
En este ambiente se hac¨ªa notar por contraste el rid¨ªculo rostro grotesco de esos s¨®rdidos libelos metrificados o esas insultantes gacetillas period¨ªsticas con firmas ap¨®crifas que en nombre de la poes¨ªa circulan por algunos mentideros -la deontolog¨ªa profesional de algunos no da, por lo visto, para evitar estas cosas- Tambi¨¦n en este ambiente se pon¨ªa de manifiesto lo risibles que son esos d¨®mines que comentan poemas con la vara en alto, no aceptan criterios distintos de los suyos, confunden el fervor po¨¦tico con una clase de bibliograf¨ªa y han hecho de su idea de la poes¨ªa un instrumento con que perseguir a quienes creen (?oh malditos poetas neomarxistas y neocristianos de la experiencia!) que la poes¨ªa consiste tambi¨¦n en "lo que pasa en la calle", como dijo Antonio Machado. Francamente, prefiero la actitud del se?or Aznar leyendo con sosiego Habitaciones separadas, de Luis Garc¨ªa Montero (cuatro ediciones ya en la editorial Visor), al agrio estilo de esos d¨®mines que en otro tiempo hubieran sido con gusto familiares del Santo Oficio.
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