En honor del patr¨®n
La corrida del santo. En todos los pueblos de la doliente tierra hispana, celebran la festividad del patr¨®n con un festejo en el que se corren toros. Es el t¨®tem ib¨¦rico asaeteado y muerto a estoque al pie de la peana de la imagen del patr¨®n. Viene la costumbre de tiempos remotos, de cuando aquellos matatoros, a los que se refiere en Las Partidas alguien tan letrado como el Rey Alfonso el Sabio, andaban de villa en villa gan¨¢ndose el maraved¨ª. La alegr¨ªa de los villanos alzaba su fanfarria en las plazas y el tufo de la sangre sub¨ªa en vaharadas hasta las narices del pueblo, al que le faltaban todav¨ªa algunos siglos para llegar a ser soberano.Desde entonces, no hay en Espa?a ciudad, pueblo ni aldea que no se estremezca con el agudo clar¨ªn de esta fiesta llamada nacional. Y Madrid, castillo famoso, que vio alancear toros a un caballero llamado Rodrigo D¨ªaz, tambi¨¦n ha convertido en instituci¨®n su corrida patronal. No hay d¨ªa de San Isidro sin verbena, pito y botijo. Y sin toros en el coso de Las Ventas. Es un d¨ªa para que el castizo fet¨¦n se acerque a la plaza para emborracharse de toritos negros, caballos dormidos, ver¨®nicas de vaiv¨¦n, chicuelinas en columpio, derechazos a porrillo y estocadas en salva sea la parte. Y al que Jehov¨¢ se la d¨¦, que Sim¨®n Pedro se la bendiga.
Esta corrida tradicional, pensada en su tiempo para celebrar el (l¨ªa de un santo dormil¨®n, ha ido multiplic¨¢ndose a lo largo del tiempo y ha llegado a tener, en este a?o de gracia de Aznar y los suyos, nada menos que 27 hermanitos. En honor del patr¨®n, vamos a sentarnos, con la almohadilla bajo las posaderas, hasta el 7 de junio. Dicen que los carteles son los mejores de los ¨²ltimos a?os. Est¨¢n los ases de la baraja. Y los reyes. Y hasta las sotas. S¨®lo faltan dos o tres espadas que se encaramaron al emparrado a la hora de pedir el estipendio. No se les va a echar de menos.
Arraigo ancestral
Para la corrida de este a?o est¨¢ anunciado Joselito. Es un nombre de arraigo ancestral en esta fecha, porque otro espada con este apodo ya hizo el pase¨ªllo en Madrid en otros sanisidros lejanos. No se anunciaba como tal Joselito en los carteles. El nombre que figuraba era el de "Gallito" y as¨ª lo llamaban los buenos aficionados. Cuentan que alguien, tal d¨ªa como hoy, v¨ªspera de la corrida de Talavera, le lanz¨® el salivazo de una maldici¨®n. Nunca se sabe si cosas de este tipo ocurrieron realmente o son fruto de la imaginaci¨®n popular, transmitido de generaci¨®n en generaci¨®n. S¨®lo sabemos que el torero no volvi¨® de su cita con el destino.
Por fortuna, los p¨²blicos de hoy tienen un talante m¨¢s civilizado. Y Jos¨¦ Miguel Arroyo es ya el ¨ªdolo de Madrid. Se le aguarda con la secreta esperanza de que se repita el clamoroso triunfo de la corrida del D¨ªa de la Comunidad. Que San Isidro le env¨ªe los ¨¢ngeles aradores para inspirarle y protegerle.
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