Que los cumpla feliz
El s¨¢bado se cumplieron 10 a?os de aquel partido entre Inglaterra y Argentina en el que a Maradona se le ocurrieron dos goles decisivos, uno ya patentado para la historia del f¨²tbol con el nombre comercial de La mano de Dios. El otro es, para muchos, el gol que elegir¨ªan como el mejor de todos los Mundiales disputados hasta ahora. En Argentina se habla de un himno al f¨²tbol, en Inglaterra de monumento a la trampa; son puntos de vista. Recuerdo aquel partido como el m¨¢s dif¨ªcil de los jugados en M¨¦xico. Durante 51 minutos fue como chocar contra un muro, s¨®lo Diego pod¨ªa sacarnos de la impotencia. Si resulta obligatorio considerarlo determinante a lo largo de todo el campeonato, creo que nunca lo necesitamos tanto como el d¨ªa de Inglaterra... A veces hay que esperar muchos a?os para que una historia cierre. El s¨¢bado caminaba por la sala de prensa de Wembley y muchos periodistas que conoc¨ªan el aniversario de aquel partido, me hac¨ªan un gesto con la mano levantada como si estuvieran lanzando una canasta imaginaria. "Maradona", me repet¨ªan manoteando el aire y me dio algo de pena comprobar que el f¨²tbol tiene mejor memoria para la pol¨¦mica que para la belleza.Uno nunca se pone en el lugar del vencido (demasiado tenemos con las derrotas propias) y me extra?¨® mucho comprobar que la herida est¨¢ abierta, que en Inglaterra no olvidan. Yo fui espectador privilegiado de aquel gol p¨ªcaro o tramposo (depende del lado del oc¨¦ano que se le mire); la pelota rebot¨® en m¨ª antes de que Diego fuera a discutirla con Shilton y vi la resoluci¨®n desde el suelo, a 10 metros de distancia. No me enter¨¦ de la mano aunque not¨¦ algo raro, una imposibilidad l¨®gica de llegar legalmente hasta all¨¢ arriba; lo sospech¨¦ cuando Diego despej¨® el gol sin locura (se notaba que el grito ten¨ªa una duda dentro) y al llegar a los abrazos me enter¨¦ de una primicia que no hay raz¨®n para divulgar 10 a?os despu¨¦s.
El s¨¢bado sent¨ª cierto placer innoble, y por supuesto, vano, cada vez que un ingl¨¦s me recordaba, mano en alto, el acontecimiento. En aquel partido fueron muchos los argentinos que por los misteriosos simbolismos del f¨²tbol interpretaron el triunfo como una venganza real de la guerra de las Malvinas. Otra vez el juego (f¨²tbol y patria) dejando sus huellas sobre cosas serias, para mi, gusto una de sus manifestaciones m¨¢s odiosas. Seguramente, los ingleses no pensar¨¢n en Malvinas (uno nunca se pone en lugar del vencido ... ) cuando renuevan el recuerdo de La mano de Dios, pero mucha fuerza debe arrastrar aquel odio para convertir al mejor gol de la historia del f¨²tbol en el otro gol.
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