Una reyerta caballar
Lo m¨¢s divertido ocurri¨® antes de saltar el primer toro y fue una inesperada reyerta caballar. Cuando termin¨®, muchos lo lamentaron y gritaban: ?Que se repita, que se repita!Esta feria sanferminera est¨¢ produciendo acontecimientos sin precedentes en la historia del toreo. Uno fue ese zafarrancho de caballos en el que tambi¨¦n intervinieron mulos e individuos de castore?o, quiz¨¢ por afinidad; otro, el procedimiento que utilizaron los areneros el d¨ªa anterior para secar el ruedo que encharc¨® la lluvia. Se juntan en una sola funci¨®n riza y limpieza, y vale tanto o m¨¢s que la corrida. Cu¨¢ntas corridas de la moderna tauromaquia quisieran ser tan enjundiosas y amenas.
No es que la corrida tercera de la feria de San Ferm¨ªn no valiera nada. Algo vali¨®. Los toros -valga el detalle- resultaron interesant¨ªsimos y, Javier V¨¢zquez realiz¨® una faena de buen corte muletero premiada con una oreja. Menos da una piedra y visto c¨®mo va la fiesta, muchos firmar¨ªamos que as¨ª fuera la peor.
Guardiola / Fundi, Paquiro, V¨¢zquez
Toros de Salvador Guardiola, con trap¨ªo, bien armados, mansos en varas, encastados y nobles.Fundi: pinchazo, estocada y rueda de peones (silencio); estocada ca¨ªda y rueda insistente de peones (aplausos y sale al tercio). Paquiro: pinchazo e infamante espadazo atravesado en la paletilla (silencio); estocada corta. atravesada y descabello (silencio). Javier V¨¢zquez: estocada trasera y rueda vertiginosa de peones (oreja); pinchazo y rueda insistente de peones (ovaci¨®n y salida al tercio). Plaza de Pamplona, 8 de julio. Y corrida de feria. Lleno.
Los Guardiola luc¨ªan irreprochable trap¨ªo y aunque al segundo o al tercer puyazo ya cantaban la gallina reculando, se recrec¨ªan en banderillas y desarrollaban una encastada nobleza que ped¨ªa toreo puro y toreros buenos para ejecutarlo.
La verdad es que faltaron esos toreros buenos en la necesaria medida. As¨ª Fundi, que gan¨® la cara a sus toros en los tercios de- banderillas, mas en los de muerte aplic¨® trasteos acelerados, alivi¨¢ndose de las embestidas y mudando precipitadamente los terrenos. Tiempos atr¨¢s a este tipo de toreo lo llamaban ratonero, las cosas como son.
As¨ª tambi¨¦n Paquiro, monocorde y abusivo en la reiterada ejecuci¨®n del derechazo, que instrumentaba hacia afuera y metiendo el pico desde la lejan¨ªa astral. Luego, llegada la suerte suprema, no estuvo Paquiro mejor sino peor. Y fue y meti¨® un mandoble ruin, atravesando al inocente toro la paletilla. Por menos en ¨¦pocas no lejanas acababan algunos toreros en el juzgado de guardia.
Javier V¨¢zquez tampoco estuvo fino en el sexto toro, al que aplic¨® una faena deslavazada y vulgar, pero ya hab¨ªa explayado rasgos de buen toreo con el pastue?o tercero y eso le salva de la quema. Los naturales que instrument¨® pose¨ªan largura, templanza y cadencia, y s¨®lo le falt¨® ligarlos ganando terreno para redondear uno de esos faenones que los toreros cabales dejan para el recuerdo.
La torer¨ªa contempor¨¢nea se conforma con unos niveles cercanos a la mediocridad, sus faenas se olvidan pronto y de ah¨ª que cualquier otro elemento de la fiesta les gane el protagonismo. Por ejemplo, los areneros del d¨ªa anterior, que dejaron seco el redondel succionando los charcos con esponjas. Por ejemplo, un caballo d¨ªscolo.
El caballo d¨ªscolo pertenec¨ªa a un picador. Se encabrit¨® durante el pase¨ªllo y su crispado caracolear enfureci¨® a las mulillas, que apretaron a correr, arrollaron a otro caballo, lo tiraron, y dejaron trabado al picador en los artilugios del arrastre. Cuando el picador se pudo incorporar, llevaba dolorida la ri?onada, congestionado el rostro, abollado el castore?o.
Todo se pega menos la hermosura y el caballo de un al guacilillo se dio por aludido. De manera que la emprendi¨® a corvetas, se tir¨® al suelo y el jinete, enfurecido pues se hab¨ªa llevado buen coscorr¨®n, le arre¨® un puntapi¨¦ en salva sea la parte. Ver aquello las mulillas, huyeron de estamp¨ªa.
Rod¨® un mulillero, trastabillaban los dem¨¢s y en su enloquecida galopada, las mulillas se llevaron por delante al caballo primero que se hab¨ªa encabritado, cuyo picador salt¨® de la silla y qued¨® oscilante sobre el cuello del equino, el castore?o bambole¨¢ndole la coronilla.
Y, mientras esto suced¨ªa, el p¨²blico, feliz, pidiendo que lo repitieran y dando vivas a la patria. ?Qu¨¦ momento, qu¨¦ momento!
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