En el nombre de la ciencia.
Hay jugadores de f¨²tbol que buscan en el gimnasio lo que s¨®lo se encuentra en la cancha. En tiempos de Juegos Ol¨ªmpicos y en raz¨®n de la admiraci¨®n que les producen esos cuerpos lustrosos de sano sudor, creen que en el trabajo f¨ªsico est¨¢ la soluci¨®n de problemas que s¨®lo son futbol¨ªsticos. Hacen, muchas veces a escondidas, series de largas carreras, sacrificados circuitos de fuerza y hasta se afeitan las piernas en su af¨¢n emulador, de lo que resulta que cada d¨ªa se los ve m¨¢s guapos y juegan peor al f¨²tbol. Como se puede diferenciar mejor lo m¨¢s de lo menos que lo mejor de lo peor, tambi¨¦n muchos entrenadores envenenados por el atletismo se dedican a maltratar jugadores porque creen que el entrenamiento s¨®lo vale si duele. Lo hacen en nombre de la ciencia, pero la aplican a todos por igual sin diferenciar edades, puestos, biotipos; y ya se sabe que los hombres s¨®lo somos iguales ante la ley (y usted haga el favor de no re¨ªrse). El profesor franc¨¦s Jacques Personn¨¦ le llam¨® a la aplicaci¨®n inadecuada de m¨¦todos de entrenamiento "la masacre de los inocentes". Y con raz¨®n.
Una sonrisa, por favor.
Poco antes de la Eurocopa un entrenador franc¨¦s sigui¨® durante una semana el trabajo de Arrigo Sacchi en su selecci¨®n. Al terminar su tarea se reuni¨® con el colega italiano y le pregunt¨® por qu¨¦ los jugadores hab¨ªan dejado de re¨ªr. Sacchi, con su habitual brillantez, le contest¨® que "no estaban ah¨ª para ensayar una comedia". Conocido el resultado de la selecci¨®n italiana en la Eurocopa, puede resultar cruel aclarar que tampoco se trata de ensayar un drama. Los excesos de autoridad son siempre festejados en Espa?a, sobre todo por aquellos que tienen un franquito acechando en el subconsciente. En los a?os sesenta un periodista argentino visit¨® Brasil para averiguar el secreto del milagro de su f¨²tbol y, entre otras cosas, convivi¨® 15 d¨ªas con el santo de Pel¨¦. No encontr¨® grandes misterios (entrenamientos alegres, disciplina relajada, buena convivencia... ), pero se qued¨® con una imagen: ganaran o perdieran se sub¨ªan al autob¨²s y convert¨ªan en instrumentos los cristales de las ventanas, el cuero de los asientos y el metal del botiqu¨ªn. Es que si no se r¨ªe con la cara, no se r¨ªe con los pies, y eso los brasile?os lo saben desde que pusieron de acuerdo la alegr¨ªa con el f¨²tbol.
Cultura callejera.
Que el f¨²tbol tiene un rango cultural en Argentina no se discute. Rescato esta an¨¦cdota entre muchas. La historia la cont¨® el juez federal de la naci¨®n ?scar Mario Salvi a la revista El Gr¨¢fico hace siete a?os y s¨®lo me preocupo en transcribirla: "Un colega me mand¨® a un muchachito que ten¨ªa una condena de siete a?os por robo a mano armada y otra de tres por falsificaci¨®n de documentos, que es un delito federal. Yo ten¨ªa que dictar sentencia. Lo que creyera conveniente. El muchacho ya hab¨ªa cumplido cinco de condena. Cuando me lo traen le digo....-?Qu¨¦ hacemos con usted, tiene algo que decir?
-Nada.
-?Es culpable?
-Culpable.
-?Tiene alg¨²n atenuante?
-S¨ª, soy hincha de Racing.
Vuelvo para aclarar que el juez era hincha de Racing, el chico lo sab¨ªa y fue absuelto (un vivo m¨¢s). Adem¨¢s creo necesario informarles que hace 30 a?os que Racing no sale campe¨®n. El atenuante ten¨ªa peso.
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