Una opera de alta tecnolog¨ªa en Nueva York retrata los procesos de la mente creativa
El p¨²blico y los 'internautas' participan de forma interactiva en la pieza musical
El compositor musical y experto en alta tecnolog¨ªa inform¨¢tica Tod Machover, que desarrolla su trabajo en el prestigioso Media Lab del Massachussets Institute of Technology (MIT), viene presentando en el Lincoln Center de Nueva York un proyecto titulado ?pera de la mente (Brain Opera), y que ¨¦l mismo define como "un paseo por la mente de una persona en el momento en que se est¨¢ creando una pieza musical". Se puede visitar hasta hoy en, Nueva York o participar a trav¨¦s de Internet. M¨¢s adelante viajar¨¢ a varios pa¨ªses.
?pera de la mente es un evento interactivo en el que se cruzan las teor¨ªas de la mente humana de profesor Marvin Minsky, del mencionado laboratorio, con la m¨²sica de sintetizadores y los llamados "hiperinstrumentos", que son aparatos musicales activados por m¨¦todos inusuales como puede ser un sensor de movimientos o de temperatura.El resultado es un espect¨¢culo multimedia de vanguardia que casi deja en la prehistoria a la compositora Laurie Anderson. El montaje dura dos horas y se puede participar en ¨¦l hasta hoy en la escuela de m¨²sica Juilliard del Lincoln Center de Nueva York. A lo largo de estos d¨ªas han venido ofreciendo hasta siete pases, con grupos de un m¨¢ximo de 100 personas. M¨¢s adelante se presentar¨¢ en el Festival Ars Electronica, de Austria; el Festival NexOpera de Tokio y el Electronic Caf¨¦ International de Copenhague.
La experiencia consta de dos partes. En primer lugar se entra a una sala llamada El bosque del esp¨ªritu, que simula una especie de visita al interior de un gigantesco cerebro, en un ambiente de luz de un azul lechoso. El p¨²blico puede jugar ah¨ª, en el ?rbol del ritmo, con hiperinstrumentos de apariencia org¨¢nica en forma de nariz u oreja, que se pueden pellizcar, frotar o percutir y crear sonidos ins¨®litos a trav¨¦s de aparatos que cuelgan del techo o sensores que producen melod¨ªas seg¨²n los movimientos o el calor del usuario.
El Caballete de la melod¨ªa sujeta un ¨¦cran de cristal que "canta" cuando se desliza un dedo o la mano por su superficie, modulando la voz seg¨²n la intensidad del movim¨ªento. Para la Conducci¨®n arm¨®nica, una especie de videojuego en la que el piloto conduce a trav¨¦s de la m¨²sica sobre un paisaje de dibujos animados, desviando la trayectoria o la velocidad de la pieza musical. El Muro del gesto podr¨ªa llamarse tambi¨¦n la Habitaci¨®n del gesto.
Unos sensores ocultos bajo el suelo captan el peso, el movimiento de los pies, los pasos y desplazamientos del visitante y los interpreta como perturbaciones en las im¨¢genes y la m¨²sica que se proyectan en las pantallas de las paredes.
La concurrencia tambi¨¦n responde, en Los ¨¢rboles parlantes y cantantes, a preguntas grabadas en v¨ªdeo por el profesor Marvin Minsky, cuestiones del tipo de "?Es usted capaz de pensar en una melod¨ªa mientras tararea otra?". Todo esto se graba en un equipo imform¨¢tico que controla Tod Machover en una habitaci¨®n aneja. Despu¨¦s de 45 minutos de itinerario, el p¨²blico se sienta delante de Machover y sus dos asistentes y ¨¦stos comienzan a improvisar su propia composici¨®n junto a fragmentos de lo anteriormente grabado por el p¨²blico (m¨²sica y voz) y otros sonidos que se reciben en directo a trav¨¦s de una p¨¢gina en Internet. No hay que preocuparse si el proceso resulta ininteligible, porque la ?pera de la mente no trata de ser sino un acto an¨¢rquico y ¨²nico cuyo objetivo es ilustrar la teor¨ªa del profesor Minsky de que la mente creativa no funciona de manera centralizada, sino ca¨®ticamente.
Machover hace funcionar un sintetizador sin tocarlo, desde una silla especial que sabe registrar el movimiento de sus brazos. El primer movimiento se abre con una cacofon¨ªa de sonidos y de im¨¢genes recogidos en la reciente visita de los espectadores. A partir de entonces se desarrolla una especie de collage en torno a una variaci¨®n del Ricercare de la Ofrenda musical de Bach, a la que se van uniendo con asombrosa facilidad melod¨ªas de autores tan dispares como Bob Dylan, Duke Ellington, Beethoven, los Beatles o Stravinski, para terminar en una nota sostenida de la soprano Anne Azema que sugiere una atm¨®sfera de inm¨®vil sosiego.
El segundo movimiento recoge los sonidos del Caballete de la melod¨ªa y los funde bajo la voz dominante de la mezzosoprano Lorraine Hunt, en una canci¨®n que se va haciendo cada vez m¨¢s r¨ªtmica. Finalmente, el tercer movimiento se presenta como un espacio de di¨¢logo musical con los visitantes del Internet (http://brainop.media.mit.edu). Pueden haber grabado previamente alguna breve composici¨®n o intervenir en tiempo real, lo cual s¨®lo es posible si se tiene un programa Java. Se elige el instrumento que se quiere ser, los sonidos se emiten a un sal¨®n de recepci¨®n, donde son tratados y luego inyectados a la obra en ejecuci¨®n, formando un hipercoro, que anima al p¨²blico presente a una danza improvisada.
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