Las guerras comerciales entre EE UU y la UE
Las elecciones en Estados Unidos recrudecer¨¢n las tensiones comerciales trasatl¨¢nticas, pero no es probable una guerra de envergadura, seg¨²n el IISS
Reci¨¦n aprobada la Ley de Libertad y Solidaridad Democr¨¢tica de Cuba el 16 de julio de 1996, m¨¢s conocida como la ley Helms-Burton en honor a sus patrocinadores en el Congreso, el presidente de EE UU, Bill Clinton, firm¨® el 5 de agosto de 1996 la ley D'Amato que impondr¨¢ sanciones contra las empresas extranjeras que inviertan en Ir¨¢n y Libia. Ambas leyes tienen por objeto responder a la preocupaci¨®n del Congreso con el terrorismo y mantener la seguridad nacional en el programa dem¨®crata de la actual campa?a electoral.Sin embargo, debido a que varias empresas europeas, especialmente Total y Elf de Francia, Repsol de Espa?a, Petrofina de B¨¦lgica, OMV de Austria, Agip de Italia y Veba y Wintershall de Alemania, mantienen importantes inversiones en ambos pa¨ªses, y a que la UE importa el 80% de su petr¨®leo (un 20% del cual procede de Ir¨¢n y Libia), la legislaci¨®n amenaza con provocar un conflicto comercial internacional.
Tras la aprobaci¨®n de la ley Helms-Burton, la UE dej¨® clara su resuelta oposici¨®n a dos de sus. elementos. Con ambas disposiciones se pretende apoyar las quejas de ciudadanos y empresas norteamericanas y cubanoamericanas cuyas propiedades en la isla fueron expropiadas despu¨¦s de la revoluci¨®n de 1959.
El apartado IV de la ley, que entr¨® en vigor en marzo de 1996, da al Gobierno de EE UU el derecho a negar la entrada en EE UU a aquellos que "trafiquen" con estas propiedades, entre ellos ejecutivos de empresa y sus familiares pr¨®ximos. El apartado III permite a los ciudadanos y empresas norteamericanas y cubanoamericanas demandar a las empresas extranjeras que se hayan beneficiado del uso de la propiedad expropiada. Sin embargo, el derecho a presentar pleitos fue retrasado por Clinton hasta el 1 de febrero de 1997, seis meses despu¨¦s de lo previsto originalmente. La UE sigue oponi¨¦ndose a estas cl¨¢usulas.
La ley D'Amato tiene disposiciones que causan m¨¢s preocupaci¨®n si cabe entre los Estados de la UE. La ley obliga al presidente a poner en pr¨¢ctica por lo menos dos de una lista de seis medidas contra empresas que inviertan m¨¢s de 40 millones de d¨®lares en los sectores del petr¨®leo o del gas libio o iran¨ª. Entre las medidas contra las empresas infractoras se incluyen: sancionar las importaciones; denegar cr¨¦ditos del Banco de Exportaci¨®n e Importaci¨®n de EE UU; rechazar licencias de exportaci¨®n de mercanc¨ªas y tecnolog¨ªa reguladas; limitar pr¨¦stamos bancarios de EE UU a empresas infractoras a un m¨¢ximo de 10 millones de d¨®lares anuales; prohibir la adquisici¨®n federal de mercanc¨ªas y servicios de las entidades infractoras; y prohibir que los bancos que financian esa clase de proyectos negocien t¨ªtulos del Gobierno de EE UU.
De las dos leyes, la ley D'Amato ser¨¢ la que tenga mayor impacto sobre las empresas europeas, aunque la legislaci¨®n no es retrospectiva. Sin embargo, el mayor inversor extranjero en Cuba no es europeo, sino una empresa minera canadiense, Sheritt International, aunque varios de sus directores son brit¨¢nicos.El 30 de julio, la Comisi¨®n Europea aprob¨® un¨¢nimamente represalias contra la Helms-Burton. La Comisi¨®n redact¨® una normativa antiboicoteo que declarar¨¢ ilegal que las empresas de la UE cumplan esta ley y les garantizar¨¢ el derecho a querellarse a su vez en los tribunales europeos. Esta normativa tiene que ser aceptada. un¨¢nimemente por el Consejo de Ministros cuya pr¨®xima reuni¨®n est¨¢ previsto que se celebre en Dubl¨ªn a mediados de septiembre. Sin embargo, es improbable que alg¨²n Estado miembro disienta, a pesar de las preocupaciones del Reino Unido de que la medida usurpe la soberan¨ªa nacional.Adem¨¢s, la Comisi¨®n establecer¨¢ una "lista de vigilancia" de empresas y ciudadanos de EE UU que demanden a las empresas europeas y preparar¨¢n un caso contra EE UU en la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC). Aunque estos planes se dieron a conocer antes de que se firmase la ley D'Amato, es muy probable que la UE tome las represalias de tal forma que se puedan aplicar a ambas leyes.No es probable que la disputa comercial entre EE UU y la UE se solucione r¨¢pidamente, por tres razones. La primera es que las leyes ya forman parte del libro de estatutos de EE UU y no se pueden tachar sin m¨¢s. La segunda es la pol¨ªtica del a?o electoral. En la carrera hacia las elecciones presidenciales de noviembre, la decisi¨®n de Clinton de firmar la ley Helms-Burton aplacar¨¢ a los electores cubanoamericanos de los estados clave de Florida y Nueva Jersey. Adem¨¢s, el bombardeo de una base militar norteamericana en Dhahran, Arabia Saud¨ª, el 25 de junio y la posibilidad de implicaci¨®n terrorista en la explosi¨®n del vuelo 800 de la TWA el 17 de julio, han dado a la ley D'Amato una urgencia pol¨ªtica adicional. La tercera raz¨®n es la ausencia de mecanismos para resolver r¨¢pidamente la disputa. Habitualmente, la OMC trata las disputas comerciales entre sus miembros, pero los tr¨¢mites siguen siendo bastante lentos. Aunque todav¨ªa no se han confirmado los detalles, la Comisi¨®n subraya tres elementos potenciales de cualquier caso de la UE contra Helms-Burton: al entrometerse en el comercio entre la UE y otros pa¨ªses, EE UU viola el art¨ªculo 11 del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT); al prohibir la entrada de algunos ciudadanos europeos en EE UU, el Gobierno de EE UU violar¨¢ los compromisos adquiridos bajo el Acuerdo General sobre Intercambio de Servicios; y aunque EE UU no hubiera vulnerado ninguna norma de la OMC, sus acciones habr¨¢n anulado y mermado las ventajas que la UE podr¨ªa esperar razonablemente de los compromisos comerciales de EE UU.Los dos ¨²ltimos puntos probablemente se aplicar¨ªan contra la ley D'Amato. Adem¨¢s, si EE UU impusiese sanciones a la importaci¨®n a las empresas extranjeras infractoras, se podr¨ªa considerar una clara violaci¨®n de las normas de la OMC. Sin embargo, EE UU responder¨ªa a la demanda de la UE recurriendo al art¨ªculo 21 del GATT que permite a un miembro de la OMC abstenerse de comerciar con otros miembros si considera que su seguridad nacional corre alg¨²n riesgo. En virtud del antiguo acuerdo del GATT, EE UU invoc¨® el art¨ªculo 21 para anular la impugnaci¨®n de Nicaragua contra el intento de aislar econ¨®micamente al r¨¦gimen sandinista.
La OMC tendr¨ªa que tomar cartas en el asunto si la disputa amenazase con convertirse en una guerra comercial trasatl¨¢ntica a gran escala. Sanciones m¨¢s duras por parte de EE UU ser¨ªan mucho m¨¢s dif¨ªciles de defender alegando motivos de seguridad nacional y represalias adicionales europeas tambi¨¦n violar¨ªan las regulaciones de la OMC. La presencia del organismo de comercio internacional tambi¨¦n deber¨ªa serenar la discusi¨®n. Tanto la UE como EE UU tienen mucho que ganar con la instituci¨®n a trav¨¦s de sus compromisos comerciales y los de otros pa¨ªses; ambos tambi¨¦n son querellantes frecuentes en el sistema de resoluci¨®n de disputas de la OMC. Ninguno de los dos querr¨ªa socavarlo con una guerra comercial m¨¢s seria.
Es probable que las tensiones comerciales transatl¨¢nticas se vean agudizadas en v¨ªsperas de las presidenciales de noviembre. Parece que las medidas de Clinton obedecen a consideraciones electorales. Al posponer el verdadero impacto del apartado III de la ley Helms-Burton, Clinton ya ha creado la oportunidad de contenerlo en febrero de 1997. Adem¨¢s, si se viese obligado a poner en pr¨¢ctica la ley D'Amato, podr¨ªa elegir las sanciones m¨¢s d¨¦biles posibles en un intento de aplacar las cr¨ªticas. extranjeras y a la vez demostrar a los norteamericanos que se est¨¢n tomando medidas. Sin embargo, los pr¨®ximos meses prometen ser turbulentos. La mayor preocupaci¨®n son las repercusiones que la disputa podr¨ªa tener en los preparativos de la primera conferencia ministerial de la OMC que se celebrar¨¢ en Singapur en diciembre. En ella, est¨¢ previsto que los Gobiernos establezcan un programa de trabajo para los pr¨®ximos a?os.
A EE UU le gustar¨ªa que la UE firmase un "acuerdo de tecnolog¨ªa de la informaci¨®n" en virtud del cual se arrumbar¨ªan los aranceles sobre mercanc¨ªas de alta tecnolog¨ªa como ordenadores y semiconductores. Tanto a EE UU como a la UE les gustar¨ªa que las adquisiciones del Gobierno fuesen m¨¢s transparentes para garantizar la igualdad de oportunidades comerciales. A EE UU tambi¨¦n le gustar¨ªa que la UE adoptase las normativas de EE UU que proh¨ªben el pago de comisiones para asegurarse contratos. Europa ha demostrado tener poca prisa en lo tocante a todos estos asuntos y el actual problema puede hacerla m¨¢s reacia. Ambos tienen, sin embargo, un inter¨¦s com¨²n en la liberalizaci¨®n progresiva de diversas ¨¢reas, entre ellas servicios financieros y las telecomunicaciones. Fuera de la OMC, ambos intentan fomentar un comercio transtl¨¢ntico m¨¢s libre a trav¨¦s del Di¨¢logo Empresarial Transatl¨¢ntico de 1995. No es probable que EE UU o la UE quieran que la disputa relativa a Cuba, Ir¨¢n y Libia d¨¦ al traste con estas iniciativas.
Todav¨ªa es menos probable que estalle una guerra comercial de mayor envergadura. Ambas partes se juegan demasiado.
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