Los ¨¢rabes dejan solo a Clinton
Grupos de diplom¨¢ticos y agentes de las compa?¨ªas de espionaje norteamericanas se lanzaron ayer a realizar una encuesta conjunta entre los analistas extranjeros m¨¢s veteranos en Oriente Pr¨®ximo. Su objetivo, mal disfrazado, era pulsar la opini¨®n m¨¢s especializada: ?cambiar¨¢ la ofensiva militar estadounidense el rumbo de las cosas en esta zona del mundo? Se trataba de j¨®venes esp¨ªas, bien encorbatados y mejor vestidos, amparados bajo rocambolescos t¨ªtulos que iban desde el inofensivo de consejeros de empresas extranjeras hasta el m¨¢s rebuscado de acad¨¦micos "con inter¨¦s particular en la evoluci¨®n de los acontecimientos".Si hay que confiar en las conclusiones alcanzadas por estos ambiciosos pescadores, la opini¨®n sobre la nueva acci¨®n b¨¦lica norteamericana oscila entre la ingenuidad absoluta y la estupidez institucionalizada. "Salimos en defensa de los mismos ¨¢rabes en 1991 ", exclamaba con enorme candidez un rosado eyecutivo norteamericano. "?Y as¨ª nos lo pagan?".
Esto es el resumen de la sorpresa que se han llevado los estrategas de la nueva pol¨ªtica norteamericana contra Irak frente a la casi un¨¢nime cr¨ªtica ¨¢rabe a los ataques, unilaterales lanzados por Estados Unidos contra el r¨¦gimen de Bagdad. No, hay, ciertamente, gratitud ni simpat¨ªa entre los Gobiernos del mundo ¨¢rabe que se sumaron con distinto grado de entusiasmo a la operaci¨®n Tormenta del Desierto hace cinco a?os. Esto no estaba, desde luego, entre sus planes.
Desde Egipto, que mand¨® batallones contra Sadam Husein, hasta Arabia Saud¨ª y los distintos emiratos del Golfo que actuaron generosamente como cajeros de la m¨¢s formidable operaci¨®n militar de Estados Unidos en Oriente Pr¨®ximo, lo que hay es silencio. En ninguno de los Gobiernos de la regi¨®n ha ca¨ªdo bien la idea de una acci¨®n militar con inconfundibles tintes electoralistas en Estados Unidos. Analistas en varias capitales ¨¢rabes escrib¨ªan ayer el epitafio' de la coalici¨®n, que -con la ayuda de la aviaci¨®n, los carros de combate y la amplitud de efecto mundial que domina la televisi¨®n norteamericana- ahora poco tiene que contribuir al prop¨®sito declarado por Washington. Los aliados ¨¢rabes de 1991 han condenado, sin demasiados rodeos, la acci¨®n militar norteamericana de este fin de semana.
Jordania, que se ha convertido en la base natural para cualquier lanzamiento militar estadounidense contra Irak, se ha distanciado con firmeza. "No seremos el trampol¨ªn de ataques militares contra Bagdad", declar¨® ayer el rey Hussein, cuya corona est¨¢ activamente convocando a la insurrecci¨®n en Bagdad.
Egipto no ha claudicado ante las presiones norteamericanas para que se convierta en el polo de las expresiones de apoyo al solitario ataque norteamericano. "Clinton est¨¢ actuando en funci¨®n de su reelecci¨®n y de ello no cabe la menor duda, pero por favor no d¨¦ mi nombre", fue la reacci¨®n de uno de los estrechos asesores del presidente Hosni Mubarak. "No podemos damos el lujo de irritar a la calle", agreg¨®. En Damasco, la capital siria, el presidente Hafez el Asad tuvo una rara expresi¨®n de solidaridad con Bagdad. Un editorial de la radio oficial dijo que los dos ¨²ltimos, ataques norteamericanos contra Irak eran "injustos, insolentes y peligrosos".
La opini¨®n m¨¢s un¨¢nime sobre las ¨²ltimas operaciones militares contra Irak puede resumirse con sencillez: se trata de una opci¨®n personal del presidente Bill Clinton con el fin de ganar votos en las pr¨®ximas elecciones norteamericanas, el 5 de noviembre. Lo que no se sabe es si ese aspecto electoral debe primar tanto sobre las estrategias de los dem¨¢s pa¨ªses que ya se han acomodado en las nuevas realidades pol¨ªticas tras la gran victoria de 1991.
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