El Madrid vuelve a ganar a la ltaliana
Los de Capello enmascaran con su victoria en Santiago otro p¨¦simo partido
Es la vieja f¨®rmula italiana de siempre: se trata de jugar- mal, muy mal incluso si es preciso, despreciar la est¨¦tica, la pelota y hasta la tradici¨®n que acredita a uno, de los clubes m¨¢s grandes del mundo. Se trata de despreciar todo lo que no sea el resultado. Porque las victorias ya llegar¨¢n, no se sabe si por la cercan¨ªa f¨ªsica de los italianos al representante de Dios en la tierra, o por un sentido innato e indefinible para capturar los partidos cuando el contrario est¨¢ haciendo m¨¢s m¨¦ritos. Eso fue anoche el Madrid, un equipo que borde¨® el rid¨ªculo en algunos momentos, pero se llev¨® el triunfo aliado con los postes, los rebotes y la flojera del rival ante el gol. Un equipo que acab¨® sustituyendo a sus dos estrellas (Suker y Mijatovic) por dos defensas. Quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa las circunstancias se les vuelvan adversas y se ver¨¢ hasta qu¨¦ punto Capello juega con fuego.Tanto fichaje de relumbr¨®n y tanto nombre ex¨®tico, y al final va a resultar que el jugador m¨¢s decisivo del Madrid es Hierro. Ausente el central, la defensa madridista sufri¨® una inundaci¨®n en toda regla. Dec¨ªa Capello en la v¨ªspera con cierta iron¨ªa que esperaba que el Compostela le diese tantas facilidades como al Barcelona en su visita a San L¨¢zaro. El italiano escupi¨® al viento y se le vino la broma en contra: los ¨²nicos que se mostraron en Santiago particularmente obsequiosos fueron los zagueros del Madrid, torpes en la aplicaci¨®n del achique y amedrentados ante la proximidad de cualquier adversario con la m¨ªnima intenci¨®n de encimarlos. Durante el primer cuarto de hora, el Compostela salv¨® cu¨¢ndo y c¨®mo quiso la defensa adelantada del Madrid. Pero le tembl¨® el pulso en el ¨²ltimo segundo para aprovechar su sorprendente dominio sobre el juego, que en algunos fragmentos de la primera parte lleg¨® a parecer casi abrumador.
Con su defensa descosida, al Madrid ya no le qued¨® nada a qu¨¦ agarrarse. Se objetar¨¢ que estaban en el campo Mijatovic, Suker y Ra¨²l pero en realidad el partido no iba con ellos, totalmente desconectados del restodel equipo y persiguiendo las pedradas al cielo que les enviaban desde atr¨¢s. Como resultado de todo ello' el Madrid fue un verdadero gui?apo. El Compostela le cedi¨® la pelota y tal que pareci¨® que le regalase un tiz¨®n ardiendo. Los de Capello no supieron hilvanar tres pases decentes, y en su desesperaci¨®n -por avanzar metros acabaron buscando con fervor a... ?Chendo!.El Compostela s¨®lo tuvo que aplicarse a la presi¨®n, al robo y la arrancada, tareas en la que brillaron Passi, Jos¨¦ Ram¨®n y Penev. En el minuto 3, el propio Pass? remat¨® a la madera, y en elcuarto de hora siguiente Fabiano, por dos veces, y Lekumiberri se deshicieron solos ante Illgner. Pero el Madrid se hizo con el resultado al m¨¢s puro estilo italiano: marc¨® la primera vez que pis¨® el ?rea, en el momento en que su imagen empezaba a tor narse m¨¢s pat¨¦tica y en una jugada que ni siquiera necesit¨® elaboraci¨®n.
A pesar de su desventura, el Compostela nunca levant¨®. la bandera blanca, mientras Capello, en un nuevo alarde de grandeza, enviaba a Suker al banquillo para reemplazarlo por Lasa con toda la segunda parte por delante. Por un momento, el destino pareci¨® castigarle con iron¨ªa: si su intenci¨®n era reforzar defensivamente la banda izquierda, por ah¨ª lleg¨® la magn¨ªfica jugada de Mauro y Jos¨¦ Ram¨®n, que culmin¨® con el gol de Penev. Parec¨ªa que el resultado terminar¨ª castigando al m¨¢s mezquino, pero fue s¨®lo un momento de tregua. Estaba escrito que la cosa se resolver¨ªa a la italiana y as¨ª ocurri¨®. El Madrid s¨®lo necesit¨® una ocasion m¨¢s para deshacer la igualada. Y Capello, ufano, sac¨® a Mijatovic para meter un nuevo defensa. Todo muy bonito y muy, edificante.
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