Una lectura sabia
?Qu¨¦ gana la ¨®pera con el cine? Sencillamente, espectacularidad, el aprovechamiento de las potencialidades del cinemat¨®grafo para mostrar aquello que el espectador s¨®lo ve parcialmente desde la butaca del teatro: un concepto de puesta en escena que puede privilegiar un espacio sorpresivamente ampliado, la fragmentaci¨®n del encuadre por obra y gracia de la planificaci¨®n y su consiguiente aumento del dramatismo de la expresi¨®n del actor-cantante, ingredientes que no siempre funcionan; a veces, ni siquiera le funcionan a quien en teor¨ªa conoce ambos lenguajes, el esc¨¦nico y el cinematogr¨¢fico, como Franco Zeffirelli, pero que cuando verdaderamente son empleados con inteligencia dan como resultado una obra multiplicada en su potencial significante.
Madame Butterfly
Direcci¨®n: Fr¨¦d¨¨ric Mitterrand. Gui¨®n: F. Mitterrand, seg¨²n la ¨®pera hom¨®nima de Giacomo Puccini, letra de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa.Fotograf¨ªa: Philippe Welt. Producci¨®n: Daniel Toscan du Plantier y Pierre-Olivier Bardet. Francia-Alemania-Reino Unido, 1996. Int¨¦rpretes: Ying Huang, Richard Troxell, Nin Liang, Richard Cowan, Jin Ma Fan, Christopreren Nomura. Estreno en Madrid: Real Cinema.
Adaptaci¨®n inteligente
Fr¨¦d¨¨ric Mitterrand, un cineasta que ejerce espor¨¢dicamente, con debilidad por el legado cultural europeo (es autor de una apreciable pel¨ªcula sobre Rimbaud, Lettres d'amour de Somalie), se confiesa no especialmente oper¨®filo, pero lo cierto es que su trabajo en Madame Butterfly resulta m¨¢s que inteligente. Con un elenco trufado de chinas, americanos y japoneses, escenarios naturales tunecinos y un equipo t¨¦cnico franc¨¦s, Mitterrand ha sabido aprovechar el sofocante intimismo de la extraordinaria ¨®pera de Puccini con un decorado casi ¨²nico, una casa japonesa cuyas paredes m¨®viles permiten en ocasiones un aliento, una respiraci¨®n notables a la densidad del drama al ampliar el espacio f¨ªlmico a su conveniencia.Su empleo de la c¨¢mara, su composici¨®n del encuadre, la creaci¨®n de un ritmo pausado y el trabajo con unos cantantes que se comportan casi siempre como solventes actores ayudan al film a construir un discurso en paralelo al de la propia ¨®pera, un encuentro feliz entre una trama esc¨¦nica y los ya citados ingredientes cinematogr¨¢ficos. Pero hay m¨¢s. Al proponer una historia de amores raciales traicionados en un mundo multicultural e interrelacionado, y sobre todo al tomar como objeto de adaptaci¨®n una obra que hace de la inconstancia de un hombre y de la fidelidad de una mujer a sus sentimientos su capacidad de compromiso, en suma, su verdadero sentido, Mitterrand sit¨²a impl¨ªcitamente, lo quiera o no, a su pel¨ªcula en el centro de un debate que preocupa a ciertos sectores del feminismo contempor¨¢neo, actualizaci¨®n inopinada y fascinante de una obra que tiene ya 92 a?itos a sus espaldas. ?Se puede pedir m¨¢s?
Babelia
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