Los grandes misterios no resueltos del crimen de Alc¨¤sser
El sumario del triple asesinato, al que ha tenido acceso EL PA?S, plantea m¨¢s dudas que certezas
La mano muerta, descarnada, emerge de la tierra como pidiendo auxilio. Un apicultor pasa por all¨ª el 27 de enero de 1993 y da parte a la Guardia Civil. El juez de Alzira (Valencia), Jos¨¦ Miguel Bort, ordena el levantamiento del cad¨¢ver. Antes de remover la tierra, va dictando a su secretario todo lo que ve, y ¨¦ste, con una caligraf¨ªa muy uniforme, escribe: "...en la superficie aparece una mano saliente, deshuesada pr¨¢cticamente en su totalidad, con dos huesos salientes y un reloj blanco".
Unos segundos despu¨¦s, unos renglones m¨¢s abajo, el mismo juez dicta y el mismo secretario escribe: "Retirando la tierra aparece en primer lugar un cuerpo, se aprecia que tiene las manos atadas ..."
?Una mano suelta o dos manos atadas trat¨¢ndose del mismo cad¨¢ver?
?sta es s¨®lo una de las muchas dudas que se plantean al revisar los 4.000 folios que componen el sumario -reci¨¦n concluido pero a¨²n secreto- del triple asesinato de Alc¨¤sser (Valencia) y al que ha tenido acceso EL PA?S.
El mismo juez de entonces, hoy ascendido y trasladado a Palma, declar¨® el viernes: "No me acuerdo de por qu¨¦ se redact¨® as¨ª. Pero estoy seguro de que no obedece a nada raro. Lo que s¨ª me extra?¨® fue la cantidad de objetos desperdigados alrededor de los cuerpos".
Por ejemplo, aquella prueba determinante: un trozo de volante de la Seguridad Social con el nombre de Angl¨¦s. ?C¨®mo estaba all¨ª, casi tres meses despu¨¦s, si el viento siempre castiga esa zona? Algunos siguen usando aquel lugar apartado. Pero el jueves no se ve¨ªa ni rastro de ellos.
Tres ni?as -Mirian Garc¨ªa, Antonia G¨®mez y Desir¨¦e Hern¨¢ndez- desaparecieron el d¨ªa 13 de noviembre de 1992. Fueron encontradas dos meses y medio m¨¢s tarde, violadas, torturadas, rematadas por un disparo del calibre 9, enterradas en una fosa de la partida de La Romana, a 420 metros sobre el nivel del mar, en un terreno pedregoso donde el jueves pasado ol¨ªa a tomillo y romero.
De tanto horror s¨®lo se sabe lo que los forenses pudieron deducir y lo que Miguel Ricart T¨¤rrega, el ¨²nico detenido, ha querido confesar. Mintiendo a veces, contradici¨¦ndose otras; hilvanando al final una declaraci¨®n sorprendentemente coherente y macabra. Ricart descarga, toda la responsabilidad en Antonio Angl¨¦s. Pero nadie sabe d¨®nde est¨¢ Angl¨¦s, si vivo o si muerto, ni cu¨¢ntas personas m¨¢s contribuyeron al horrible crimen.
Uno de los forenses declar¨® el viernes a este peri¨®dico:
-Tengo la certeza moral de que fueron dos las personas que torturaron y mataron a las ni?as, pero si usted me pregunta si fueron tres, le dir¨¦: es posible. Si me pregunta, ?fueron cuatro?, le contestar¨¦ lo mismo. ?Pudo ser un regimiento?: tambi¨¦n. Pero yo creo que fueron dos.
Otro de los forenses, el controvertido Luis Frontela, autor de la segunda autopsia, ha contabilizado pelos de cuatro personas distintas en la ropa interior de las ni?as. Uno de ellos -"el del sujeto G", seg¨²n Frontela- es "una cana de la cabeza, hallada en la ropa de Desir¨¦e".
Lejos de despejar algunas dudas, el sumario que el pasado lunes cerr¨® por cuarta vez Alicia Valverde, juez de instrucci¨®n de Alzira, a?ade m¨¢s misterios y contradicciones al suceso. En el folio 458 consta que la 311? Comandancia de la Guardia Civil -Valencia- remite a su laboratorio de bal¨ªstica los proyectiles extra¨ªdos de los cad¨¢veres, para determinar si fueron disparados por la misma arma. La primera muestra, seg¨²n el texto del informe, "contiene proyectil alojado en el cr¨¢neo" del cad¨¢ver n¨²mero uno, el de Antonia G¨®mez Rodr¨ªguez. Unos folios m¨¢s adelante, el 813, el sumario ofrece otra sorpresa. Seg¨²n el Instituto Nacional de Toxicolog¨ªa, "el cr¨¢neo del cad¨¢ver n¨²mero uno, el mismo, el de Antonia, presenta un orificio de entrada en fosa temporal izquierda (sien izquierda) y un orifico de salida en el techo de la ¨®rbita derecha. ?C¨®mo puede quedarse alojado en un cr¨¢neo un proyectil que entra y sale?
Viaje al horror
La lectura del sumario es un viaje al horror. Vicente Quilis, el abogado de Miguel Ricart, se refugia en el secreto profesional para no hacer ninguna referencia a los documentos all¨ª contenidos, pero s¨ª habla sobre el terror que producen: "Lo he pasado muy mal releyendo las declaraciones de mi cliente; los informes de las autopsias, imaginando el aut¨¦ntico calvario por el que tuvieron que atravesar necesariamente las ni?as, fueran quienes fuesen los autores del crimen".
Grapados a las solicitudes rutinarias de intervenciones telef¨®nicas, entradas y registros en domicilios o informes de bal¨ªstica, aparecen de pronto las fotograf¨ªas de las autopsias. Y la descripci¨®n -en lenguaje cient¨ªfico pero no por eso menos impactante- de los da?os recibidos por Antonia, Mirian y Desir¨¦e.
Y otra duda, la mayor, la que m¨¢s obsesiona a Fernando Garc¨ªa, el padre de Mirian. Ricart dice, y la Guardia Civil se lo cree, que fue aqu¨ª donde las ni?as fueron torturadas y violadas, y donde Angl¨¦s o quien quiera que fuese les peg¨® el tiro de gracia. "Yo no me lo creo. Y s¨¦ lo que me digo porque yo soy un colchonero". Se refiere Fernando Garc¨ªa, propietario de un almac¨¦n de colchones en la localidad valenciana de Beniparrell, al estado que todav¨ªa hoy presenta el lugar, una casa medio derruida en medio del campo, donde presuntamente ocurrieron los hechos. No hay ni un rastro de sangre. Ni en las paredes de la casa, ni en el poste donde fueron atadas las ni?as, ni en los colchones esparcidos por la habitaci¨®n y que el jueves continuaban all¨ª.
Ricart ha firmado esta declaraci¨®n: "Las tres j¨®venes protestaban y quer¨ªan marcharse, ante lo que Antonio, nuevamente iracundo, comenz¨® a golpear con una tranca a Mirian y Desir¨¦e, que se encontraban atadas al poste, y les dio varios golpes fuertes, quedando una de las dos, Desir¨¦e, inconsciente, mientras Mirian le ped¨ªa a Antonio que no, le pegase (...). A continuaci¨®n, Antonio. cogi¨® a Antonia y la tir¨® a un colch¨®n que all¨ª hab¨ªa y la desnud¨® totalmente mientras ¨¦sta se opon¨ªa y se defend¨ªa, siendo en todo momento reducida por Antonio, una vez desnuda y estando tumbada cara arriba Antonio se baj¨® los pantalones y los calzoncillos y le introdujo el pene por v¨ªa vaginal (...), Y unos diez minutos m¨¢s tarde, Antonio dio la vuelta a Antonia e introdujo su miembro por v¨ªa anal (...)".
Y siguen otras torturas.
?Es posible que, en un lugar donde sucede todo eso no quede ni rastro de sangre? ?Es l¨®gico que ni en el travesa?o, ni en los colchones, ni en las paredes, ni tampoco en las piedras o matorrales quedaran restos de tanto dolor? No hay en el sumario nada que aclar¨¦ esta duda. Los entrecomillados anteriores no son desgraciadamente el delirio de un ser trastornado. La confesi¨®n de Miguel Ricart, el relato detallado de las torturas horribles que ¨¦l y su amigo infligieron a las tres ni?as, est¨¢ plenamente corroborado por las autopsias.
Entre las conclusiones del equipo de forenses valencianos -dirigido por el catedr¨¢tico Fernando Verd¨² Pascual- y las de Luis Frontela -requerido por las familias de las ni?as- no se aprecian grandes diferencias de fondo. Aunque s¨ª en la presentaci¨®n. Frontela, siempre pol¨¦mico, dibuja al final de su informe de 286 folios una serie de vi?etas con las posibles secuencias del suceso.
"No creemos", reflexion¨® el viernes con notable fastidio un forense de Valencia, "que la forma teatral de Frontela sea la m¨¢s adecuada para un caso tan doloroso como el de las ni?as de Alc¨¢sser". Ya durante las autopsias -Frontela elabor¨® la suya inmediatamente despu¨¦s que los forenses de Valencia- se produjo alg¨²n que otro altercado entre colegas. Luis Frontela lleg¨® a enviar una carta de protesta -de contenido confidencial- a Luis Miguel Romero, decano del Colegio de Abogados de Valencia y primer abogado de las familias.
El profesor Frontela reproduce una discusi¨®n con su colega Verd¨² Pascual, de la que pone por testigo a un guardia civil:
- Profesor Frontela, est¨¢ usted haciendo una autopsia muy minuciosa.
- Como siempre la hago, doctor Verd¨² minuciosa, responsable y cient¨ªfica.
- Es que eso no es lo acordado, quedamos en que usted s¨®lo coger¨ªa pelos para estudio criminal¨ªstico.
Ciencia o magia
El profesor Verd¨² no quiso el jueves pasado hacer declaraciones, pero s¨ª confirmo los altercados con Frontela. Y mientras Frontela insin¨²a que sus colegas le obstaculizaron el trabajo e incluso llegaron a destruir pruebas, los forenses de Valencia piensan de forma muy distinta: "Hay un matiz muy importante entre la actuaci¨®n de Frontela y la nuestra. Nosotros hacemos ciencia; ¨¦l, magia".
Adem¨¢s de la autopsia, Frontela emprendi¨® el estudio de ADN de los pelos recogidos entre las ropas de las v¨ªctimas. Seg¨²n sus conclusiones, se aprecian tres cabellos pertenecientes al "sujeto D" en el jersey y en la ropa de Antonia; cuatro cabellos del "sujeto F" hallados en el jersey de Antonia y en el sost¨¦n de Desir¨¦e; tres pelos de pubis de Miguel Ricart hallados en la ropa de Mirian y en la de Desir¨¦e. Un pelo de cabeza del "sujeto J", hallado en la ropa de Desir¨¦e, y una cana de cabeza del "sujeto G" hallada en la ropa de Desir¨¦e.
Ninguno de esos pelos, a?ade el informe de 209 folios redactado por Frontela, corresponde a ninguno de los sospechos: Y "adem¨¢s, hay otros tres pelos no catalogables, porque de Roberto Angl¨¦s [uno de los hermanos del principal sospechoso] no se han recibido suficientes pelos e ignoramos si entre ellos puede haber algunos canosos o albinos".
Un destacado forense de Valencia -participante en las autopsias- comparte las dudas de otras personas conocedoras de la investigaci¨®n:
- ?Usted cree que con esas pruebas y la ¨²nica declaraci¨®n de Ricart se puede condenar a alguien? ?Nos quedaremos tranquilos mandando a la c¨¢rcel a uno s¨®lo de un grupo tan numeroso? Si el abogado de Ricart es bueno, no habr¨¢ quien lo condene.
Y a¨²n se pueden analizar m¨¢s misterios. Surgen por todos los rincones del sumario. ?C¨®mo pudieron subir hasta la casa derruida cinco personas -tres de las cuales opon¨ªan cierta resistencia- en un Opel Corsa? El d¨ªa del hallazgo, s¨®lo los todoterrenos de la Guardia Civil pudieron acceder al lugar; y el jueves pasado, los redactores de una televisi¨®n auton¨®mica -en un potente turismo- debieron abandonar la aventura a medio camino.
?Por qu¨¦ Miguel Ricart- siendo responsable de un crimen tan brutal- apareci¨® en la casa de Angl¨¦s, ya rodeada de guardias civiles, para regalarle una bolsa de mandarinas y se dej¨® coger sin resistencia? ?C¨®mo Ricart y Angl¨¦s, a las ocho de la tarde de un d¨ªa de noviembre, pudieron pasar con tres ni?as secuestradas por delante de un cuartel de la Guardia Civil, la calle m¨¢s concurrida del pueblo y una discoteca llena de estudiantes sin ser advertidos?
Son las tres de la tarde, es jueves y hace cuatro a?os que su hija desapareci¨®. Fernando Garc¨ªa se acerca a la fosa que fue el sudario de su hija y enciende un pitillo. Le duele aguantar tantas l¨¢grimas. Sube de vez en cuando y siempre pasa igual. Ve el Mediterr¨¢neo all¨¢ abajo, el olor a tomillo. Intenta rezar, pero siempre termina ri?¨¦ndole a Dios.
Con informaci¨®n de Sara Velert.
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