Un Ortega orteguiano y orteguista
Jos¨¦ Ortega Spottorno tiene un lugar muy destacado en la historia de EL PA?S. A ¨¦l pertenece el impulso inicial que llev¨® a la creaci¨®n de PRISA en 1972, y en concreto buena parte de los esfuerzos para aglutinar el capital y las energ¨ªas intelectuales y humanas que permitieron, en mayo de 1976, la aparici¨®n del primer n¨²mero del peri¨®dico. Fue, hasta 1986, el primer presidente de la sociedad editora, y es actualmente su presidente de honor.Aquel impulso primigenio que dio vida a EL PA?S cont¨® con su experiencia como editor, primero en la Revista de Occidente y luego en Alianza Editorial, con su talante de intelectual liberal e independiente y con su prestigioso nombre, vinculado al del mayor pensador que ha dado el siglo XX espa?ol. Jos¨¦ Ortega pertenece a una larga y fruct¨ªfera estirpe de periodistas: su abuelo paterno, Jos¨¦ Ortega y Munilla, fue director de Los Lunes del Imparcial y del propio Imparcial; el fundador de este ¨²ltimo fue su abuelo materno, Eduardo Gasset y Artime; su t¨ªo abuelo Jos¨¦ Gasset y Chinchilla fund¨® el Diario Gr¨¢fico, y su padre, Jos¨¦ Ortega y Gasset, actu¨® como principal mentor ideol¨®gico y articulista de El Sol.
Es precisamente su filiaci¨®n directa con Ortega y Gasset el dato biogr¨¢fico m¨¢s marcado de su vida. Jos¨¦ Ortega Spottorno es orteguiano de pensamiento y orteguista de obra. Una porci¨®n muy sustancial de su biograf¨ªa ha consistido, seg¨²n sus propias palabras, en continuar la obra de su padre en el campo de la edici¨®n de libros, revistas y peri¨®dicos, en el articulismo y, ante todo, en la perseverancia militante en sus ideas liberales, europe¨ªstas y modernizadoras. Desde hace 10 a?os, Jos¨¦ Ortega se dedica con joven ilusi¨®n a la creaci¨®n literaria. Su ¨²ltimo libro, Los amores de cinco minutos, es una peque?a joya de humor y de melancol¨ªa. Acaba de publicarse, precisamente coincidiendo con sus 80 fruct¨ªferos a?os -cumplidos hoy mismo-, que celebramos con estas p¨¢ginas de tributo a su creatividad y a su amistad, y a trav¨¦s tambi¨¦n de esta entrevista mantenida en su casa de Madrid, llena de libros, fotograf¨ªas y recuerdos.
La biograf¨ªa de Jos¨¦ Ortega coincide casi de lleno con la del siglo XX, el centenio que empez¨® en t¨¦rminos de civilizaci¨®n con la I Guerra Mundial. Jos¨¦ Ortega naci¨® en 1916, cuando Espa?a contemplaba la matanza de la juventud europea en las trincheras de Francia. "Mi padre, ausente en aquel momento, ya me mand¨® los primeros besos por cable", explica. Era el signo del siglo y de su vida, en buena parte dedicada a la letra impresa.
"Yo veo mi vida por d¨¦cadas. Nada especial tengo registrado en 1926. En 1936 es la guerra civil. En 1946, terminada la guerra mundial, mi padre regres¨® a Madrid. En 1955 muere mi padre. Creo Alianza Editorial en 1966. En 1976 sale EL PA?S. En 1986 sale mi primer libro. A m¨ª me ha cambiado mucho la vida cada d¨¦cada". La suya, la de 1916, es una buena generaci¨®n, piensa. "No est¨¢ mal. El mismo a?o nacieron Buero Vallejo, Blas de Otero, Yehudi Menuhin, Camilo Jos¨¦ Cela y el descubridor de la h¨¦lice del cromosoma. Creo mucho en la teor¨ªa de mi padre sobre las generaciones".
Al coronar su octava d¨¦cada, Jos¨¦ Ortega contempla el siglo que termina con sorpresa y curiosidad. "El siglo XX ha sido el de la ampliaci¨®n de todos los horizontes, el de la desaparici¨®n de fronteras y distancias. El gran problema del final del siglo XX es el desempleo, que lo es no por que no existiera antes, sino porque antes la gente se resignaba ante parejas situaciones y ahora, afortunadamente, no".
Y compara tambi¨¦n, admirado, las profundas diferencias entre la Espa?a de hoy y el pa¨ªs de su infancia y de su juventud. "Aquella Espa?a era un pa¨ªs posiblemente m¨¢s amable y respetuoso de los verdaderos valores. Con lealtades profundas. A la patria y al Ej¨¦rcito, por ejemplo. Es un error de la juventud actual estar contra el Ej¨¦rcito. Yo puedo estar a favor de los insumisos, pero tambi¨¦n estoy a favor de un ej¨¦rcito, que ahora debe ser europeo. Necesitamos un ej¨¦rcito europeo antes de que aparezcan los verdaderos problemas. Mi padre va anunci¨® los peligros que pod¨ªan venir de Asia o del mundo isl¨¢mico".
Muchas cosas suscitan su a?oranza. La oratoria pol¨ªtica, por ejemplo: "En la Espa?a de mi infancia hab¨ªa menos participaci¨®n de la gente en la vida nacional. Las elecciones eran pura organizaci¨®n caciquil. Pero los pol¨ªticos eran muy buenos oradores. Ahora los discursos se leen en el Parlamento". Sin embargo, no es de los que creen que cualquier tiempo pasado fue mejor. "Los j¨®venes de hoy son mejores que los de entonces. En Espa?a, por ejemplo, se escribe mucho m¨¢s y mucho mejor".
No es catastrofista Jos¨¦ Ortega respecto a la cultura de la letra impresa, en la que ha vivido sumergido toda su vida. "La cultura del libro, no ser¨¢ sustituida por la pantalla. Las nuevas tecnolog¨ªas tienen muchas ventajas, pero no lo son todo. Cuando, llegue el ordenador que habla, le vendr¨¢ muy bien al lector. Yo no me siento muy c¨®modo en la nuev¨¢ cultura inform¨¢tica y audiovisual, pero comprendo que hay que lanzarse cambio. Cuando entraron las pantallas en EL PA?S no quise que me la instalaran en mi despacho. Pero he probado a navegar a trav¨¦s de Internet en el ordenador mis nietos".
De las numerosas actividades e han ocupado su vida, confiesa que la fundaci¨®n de EL PA?S ha sido precisamente la m¨¢s destacada. "Los m¨¦ritos son de Juan Luis Cebri¨¢n y de Jes¨²s Polanco. Los m¨¦ritos m¨ªos son la oportunidad de haber hallado el momento adecuado para el proyecto y el tipo de peri¨®dico. Por mi labor editorial, mi nombre y mi independencia, ten¨ªa un cierto poder de convocatoria".
No cree, empero, que EL PA?S a un peri¨®dico orteguiano. "En absoluto. Por eso no quise que se llamara El Sol, como hubiera sido l¨®gico en un peri¨®dico orteguiano. Emilio Romero, que ten¨ªa la cabecera, me lo ofreci¨®, con la idea de que ¨¦l ser¨ªa el director. Pero cada circunstancia es distinta. Yo quise que EL PA?S se hiciera con gente nueva, sin telara?as".
El lanzamiento del peri¨®dico fue una tarea absorbente y apasionante, que le proporcion¨® alegr¨ªas y disgustos. "El ¨¦xito de EL PA?S sorprendi¨® a todos, empezando por quienes est¨¢bamos desde el principio. Pero hay quien no perdona el ¨¦xito ajeno. EL PA?S me ha proporcionado enemigos, claro. Era ya una experiencia familiar. Mi padre se pele¨® con los Gasset y dej¨® El Imparcial. De ah¨ª salieron los vol¨²menes de El Espectador, formado por art¨ªculos que pod¨ªan haber sido para un peri¨®dico".
Sin ser periodista de oficio, Jos¨¦ Ortega se reconoce en la cultura de la noticia. "Yo he vivido siempre el esp¨ªritu de la noticia. Mi padre estaba muy al d¨ªa de las noticias y se pon¨ªa muy nervioso cuando no las hab¨ªa. Ten¨ªa un gran sentido period¨ªsti co". Es muy cr¨ªtico con el periodismo espa?ol de hoy: "Debiera ser m¨¢s reflexivo y ejercer un cierto autocontrol. Debe evitarse el periodismo desorbitado e intolerante". Y principalmente, con cierto tipo de periodismo: "No me gusta el columnismo. El art¨ªculo diario de un mismo autor me parece imposible. En general lleva a una calidad baja".
Sus observaciones se extienden tambi¨¦n a su peri¨®dico: "EL PA?S de ahora me gustar¨ªa que fuera m¨¢s literario. Comprendo que los peri¨®dicos cambian, y hay cosas que se me hace dif¨ªcil entender y que en cambio entienden muy bien mis nietos, como es el caso de Tentaciones. Es todo un ¨¦xito y comprendo que guste, pero yo no lo entiendo".
Hombre de libros, siempre regresa a los libros. "Alianza Editorial y EL PA?S son ya, para m¨ª, pasado. Para 'la ¨²ltima vuelta del camino', como dec¨ªa Baroja, he elegido un nuevo oficio: el de escritor. Verme, pues, como un escritor que empez¨® a serlo en serio hace cuatro a?os. Como buen novel, todo me tienta: la novela, el art¨ªculo, la biograf¨ªa...
El signo de su esperanza es precisamente el libro que escribe o el libro nuevo que cae en sus manos. "Cuando eres viejo sabes que lo que lees ya no volver¨¢s a releerlo. Por eso tiro los libros que no voy a releer para poner otros nuevos en su lugar". Pero como editor de libros, Jos¨¦ Ortega ha sido tambi¨¦n el receptor de un legado. "Soy hijo de un hombre excepcional. Octavio Paz dec¨ªa que estamos condenados a rebelamos contra nuestros padres para as¨ª imitarlos. Las ideas de mi padre son el futuro. Y yo todo lo he hecho en funci¨®n de esta idea de mi padre. Todas sus empresas quedaron deshechas con la guerra y yo he tratado de reanudarlas".
Primero fue la continuaci¨®n de Revista de Occidente. "Publicamos muchos libros de gente perseguida, empezando por Juli¨¢n Mar¨ªas, que acababa de salir de la c¨¢rcel, o Hijos de la ira, de D¨¢maso Alonso. En la segunda etapa, que fue la m¨ªa, escribieron unos 800 autores, que son los que hoy est¨¢n en el candelero". Luego fue Alianza Editorial. "Una iniciativa muy oportuna, que introdujo el libro de bolsillo en Espa?a y sintoniz¨® enseguida con los j¨®venes, a los que proporcionamos el contacto con numerosos autores que entonces no estaban al alcance de la gente, desde Freud y Toynbee hasta Proust y Clar¨ªn".
Sus ideas son tambi¨¦n continuaci¨®n de las paternas. "Soy un europe¨ªsta convencido. Espa?a, mientras tenga una cierta unidad, puede hacer mucho en Europa. Felipe Gonz¨¢lez ha hecho una gran labor europea y esperemos que Aznar siga su camino. Creo en la democracia en pol¨ªtica como el r¨¦gimen menos malo, pero no fuera de ella. La verdadera igualdad consiste en tratar desigualmente las cosas desiguales".
Es el credo de un espa?ol, dem¨®crata convencido y orgulloso de serlo. "Creo en la libertad, planta tan raqu¨ªtica en nuestros suelos, defender la cual es una de las misiones de la prensa. Creo en el di¨¢logo, la transacci¨®n y el consenso. Creo en la virtud estabilizadora de la Corona. Y creo que a¨²n cabe una Espa?a moderna, europea, universal y no provinciana, que funda en una nueva unidad arm¨®nica las pretensiones justas de los pueblos que la forman".
Babelia
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