Afropesimismo
Un c¨²mulo de desigualdades e iniquidades pol¨ªticas, sociales y econ¨®micas en el planeta son atribuibles, directa o indirectamente a Occidente, ex-Uni¨®n Sovi¨¦tica incluida (tan occidental era Karl Marx como Renan). Otras barbaridades, no. Son especialmente aut¨®ctonas. Sin embargo, graves y fundadas responsabilidades hist¨®ricas recientes (nazismo, Corea, invasi¨®n de Hungr¨ªa y Checoslovaquia, Vietnam, apoyo institucionalizado al apartheid surafricano) han sido perpetradas por respetables y supuestamente civilizadas naciones. Todo ello hace surgir serias dudas en las mentes de los hombres y mujeres de este mundo sobre la real existencia de la denominada comunidad internacional o de la instituci¨®n conocida como Derecho internacional.Occidente culto, desarrollado, superior... ?cualquiera se f¨ªa de Occidente! Como recordaba hace a?os el profesor Lyssitzyn, de la Universidad de Columbia, la tradici¨®n cultural occidental no siempre garantiza el respeto al "imperio de la ley" ni interna ni internacionalmente. Solemos f¨¢cilmente olvidar, dec¨ªa, que uno de los desaf¨ªos m¨¢s arrogantemente despectivos contra el Derecho y la ¨¦tica -nacional e internacional- provino de una naci¨®n altamente desarrollada y culta en el coraz¨®n de Europa, de impecable pedigr¨ª cultural occidental: la Alemania nazi.
Durante mucho tiempo ?frica ha sido una marioneta en manos ajenas. En la ¨¦poca de guerra fr¨ªa, el desprecio hacia las situaciones, valores y h¨¢bitos africanos constituy¨® la t¨®nica. Todo era medido en funci¨®n de los intereses de uno u otro guerrero fr¨ªo. La realidad africana era contemplada en el espejo Oriente-Occidente y, l¨®gicamente, quedaba absurdamente deformada. En los a?os sesenta Washington proclam¨® que Am¨¦rica Latina era de su competencia, esto es, su ¨¢rea natural de influencia, mientras que ?frica deber¨ªa serlo de Europa. Hoy, un prestigioso instituto norteamericano anuncia que "Estados Unidos ya no tiene serios intereses militar-estrat¨¦gicos en ?frica". Ir¨®nicamente, parte del drama estriba en que ahora ni siquiera hay inter¨¦s en explotar ?frica, que queda al margen de la famosa globalizaci¨®n. Una muestra: en 1995, Asia oriental y Pac¨ªfico recibieron el 59% de las inversiones extranjeras directas; Am¨¦rica Latina y Caribe, el 20%; los 47 Estados del ?frica subsahariana, tan s¨®lo el 3%.
Francia adopta en esto una postura diferente, de mayor atenci¨®n y de relativo optimismo. Quiz¨¢s basado en que en: 1994 algunas ex colonias francesas. comenzaban a salir de la recesi¨®n econ¨®mica, el Gobierno de Par¨ªs declaraba hace exactamente un a?o que ?frica podr¨ªa emular en el siglo XXI a los dragones asi¨¢ticos. Uno de sus ministros, Jacques Godfrain, manifestaba que 30 a?os atr¨¢s pocos podr¨ªan haber previsto el actual ¨¦xito econ¨®mico de Asia. Vietnam, Laos Y Camboya se hallaban en guerra. Tailandia, cercana al conflicto civil, y Malaisia e Indonesia encaraban la amenaza de una insurrecci¨®n comunista. Hoy todos ellos crecen al 7% anual.
El ministro franc¨¦s no entraba en disquisiciones sobre lo que muchos discuten: de cara al crecimiento econ¨®mico y la disciplina social, ?frica y Asia no comparten iguales valores. Sin embargo, el se?or Godfrain, en noviembre de 1995, fue claramente premonitorio. Dijo que el Gobierno franc¨¦s estaba preocupado porque la guerra de Ruanda pudiera devenir conflagraci¨®n regional, seguida de un agravamiento del problema de los refugiados. Godfrain hablaba de una "bomba de relojer¨ªa colocada en el coraz¨®n de ?frica" ?Por qu¨¦ en todo un a?o no hemos hecho nada para desactivarla? ?Cu¨¢ntos a?os m¨¢s habr¨¢n de pasar para que podamos dejar de espeluznarnos con ese impresionante chiste negro de El Roto en las p¨¢ginas de este peri¨®dico: "T¨² huye siempre, hijo. Si no sabes de qu¨¦, ya te enterar¨¢s".
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