Los 104 de la lista negra
La historia y los nombres de los presuntos agentes nazis que han vivido en Espa?a con la protecci¨®n de Franco
La ficha de Franz Liesau Zacharias, un alem¨¢n que resid¨ªa en el n¨²mero 52 de la madrile?a calle de Alcal¨¢, es espeluznante. Fue escrita en 1945 y retrata en pocas l¨ªneas las atrocidades del nazismo. "Este hombre se hace llamar doctor. En realidad fue agente del servicio de contraespionaje [la Abwehr, de dependencia militar] involucrado en la compra de animales del Marruecos espa?ol y de la Guinea espa?ola para fines experimentales en Alemania, entre ellos la propagaci¨®n de horribles enfermedades, como la peste, en los campos de concentraci¨®n". Liesau muri¨® de viejo en Madrid, a finales de 1992. Ten¨ªa 84 a?os y estaba acompa?ado de su esposa, una alemana 24 a?os m¨¢s joven. Nadie, salvo su familia y amigos, se interes¨® por su muerte. Era uno de los numerosos agentes de la Abwehr, las SS o la Gestapo (polic¨ªas pol¨ªticas de Hitler) que resid¨ªan en Espa?a y cuya repatriaci¨®n y entrega a Alemania fue solicitada a Franco por los Aliados al terminar la II Guerra Mundial. Su nombre y el de otros 103 alemanes aparecen -en un documento fechado en 1945 y al que ha tenido acceso EL PA?S, que lo reproduce en su integridad en el Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores. Es una de las c¨¦lebres listas negras. Tiene 11 folios, est¨¢ escrita a m¨¢quina y en ingl¨¦s. Su t¨ªtulo, Lista de repatriaci¨®n. Fue redactada por los servicios de espionaje de los Aliados (principalmente Francia, Reino Unido y Estados Unidos) y remitida al dictador para exigirle la expulsi¨®n de todos ellos y su entrega a la nueva Alemania. ?Qu¨¦ ocurri¨® con estos presuntos colaboradores del nazismo? ?Fueron entregados finalmente? ?Queda alguno de ellos con vida? El destino del agente de la Abwehr Franz Liesau fue similar al del resto de sus compa?eros. La gran mayor¨ªa consigui¨® el amparo del r¨¦gimen franquista, y los m¨¢s influyentes hasta lograron la nacionalidad espa?ola. Casi todos ellos han muerto. Muchos, en territorio espa?ol. Este peri¨®dico s¨®lo ha podido localizar con vida a Hans Jurestschke, un profesor em¨¦rito de literatura alemana que imparti¨® clases hasta 1979 en la Universidad Complutense de Madrid. Tiene m¨¢s de ochenta a?os.
La enfermedad de los monos
La viuda de Liesau descuelga el tel¨¦fono con naturalidad. Vive en Pozuelo (60.000 habitantes), una localidad pr¨®xima a Madrid, y no pone objeciones a las preguntas del periodista. Unas preguntas delicadas sobre algo que ocurri¨® hace 52 a?os. La lectura de la ficha negra de su esposo no parece sorprenderle demasiado. Y dice con acento aparentemente alem¨¢n: "Es cierto que trabaj¨® para la Abwehr en Espa?a. Pero lo hizo porque le obligaron. De esa forma salv¨® su vida, porque quer¨ªan enviarle a combatir a Rusia. Mi marido era doctor en Ciencias Naturales. Me cont¨® que le pidieron que consiguiera monos. No s¨¦ si los obtuvo. Tampoco me dijo para qu¨¦ clase de experimentos eran esos animales. Yo vine a Espa?a en el a?o 1955, hasta ese a?o no le conoc¨ª La esposa del agente alem¨¢n, colaborador del almirante Canaris, fundador de la Abwehr, asegura que su marido no era nazi. "Vino muy joven a Espa?a, consigui¨® un trabajo en Tabacalera y pas¨® la guerra civil en Sevilla. Despu¨¦s se traslad¨® a Madrid, y al estallar la guerra sus compatriotas en Espa?a lo denunciaron para que se incorporara al Ejercito alem¨¢n. Al final, como hablaba castellano y era bi¨®logo, le ordenaron que regresara a Espa?a y les consiguiera monos de ?frica para experimentos". Franz Liesau consigui¨® finalmente la nacionalidad espa?ola y se dedic¨® a negocios de maquinaria. Quien s¨ª se ha llevado una formidable sorpresa con la llamada de este peri¨®dico ha sido Federico Lipperheide, consejero del Banco Bilbao Vizcaya e hijo de Friedrich Lipperheide Henke, el conocido empresario vasco de origen alem¨¢n fallecido en 1993, a los 95 a?os. Su padre es el n¨²mero 58 de los 104 presuntos agentes de Hitler en Espa?a. Los Aliados s¨®lo le dedican en su ficha cuatro l¨ªneas. Pero son muy comprometedoras: "Miembro de las SS y de la Organizaci¨®n de Espionaje de la Marina en Bilbao. Utiliza una tapadera comercial. Domicilio: calle de San Agust¨ªn (Bilbao)". Su hijo, que entonces ten¨ªa 17 a?os, lo niega con rotundidad: "Eso es falso. Mi padre les ten¨ªa hasta odio. Es cierto que tuvo amigos del Ej¨¦rcito alem¨¢n y recuerdo haberlos visto alguna vez en mi casa. Pero nada m¨¢s. Incluso le acusaron de alta traici¨®n en 1942 [en plena guerra] y tuvo que ir a Alemania porque Hisma (una organizaci¨®n industrial germana) le acus¨® de vender mineral para los Aliados. Al final se aclar¨® y se levant¨® la acusaci¨®n contra ¨¦l". Los dos hermanos Lipperheide, Friedrich y Jos¨¦, tuvieron graves problemas con los Aliados nada m¨¢s concluir la II Guerra Mundial. Jos¨¦ -que muchos a?os m¨¢s tarde, en 1982, ser¨ªa secuestrado por ETA y despu¨¦s liberado tras pagar rescate- consigui¨® r¨¢pidamente la nacionalidad espa?ola gracias al parentesco de su esposa con Esteban Bilbao, entonces presidente de las Cortes franquistas. Friedrich no tuvo tanta suerte y permaneci¨® huido durante alg¨²n tiempo. "A mi padre le prestaron ayuda de tipo pol¨ªtico en Espa?a. Estaba en las listas negras de los Aliados y ped¨ªan su repatriaci¨®n a Alemania. Pero nunca le encontraban. Le informaban de cu¨¢ndo iba a aparecer la polic¨ªa para que se escondiera", relata su hijo. El consejero del BBV, banco tradicionalmente ligado a las empresas de su padre, asegura que ¨¦ste "sufri¨® much¨ªsimo an¨ªmicamente" durante aquellos a?os posteriores a la guerra. "Los fondos que los alemanes pod¨ªan manejar en Espa?a se limitaron a 10.000 pesetas mensuales, y hubo denuncias contra mi padre porque dec¨ªan que gastaba m¨¢s". Cuando se le informa de que las acusaciones de muchas otras fichas de la lista han sido reconocidas como ciertas por las familias de los implicados, Federico Lipperheide se?ala: "Si hubiera tenido algo que ver con las SS, no me le habr¨ªa dicho... Habr¨ªa que preguntar a personas de su edad que le conocieron. Seguro que dicen que era falso". Los Lipperheide nacieron en Neheim (Alemania) y llegaron a Espa?a con 17 a?os, en el momento en que Vizcaya viv¨ªa su apogeo en los sectores minero e industrial. Crearon la empresa Lipperheide y Guzm¨¢n, SA, luego denominada Minerales Electrol¨ªticos, SA; y luego, Industrias Reunidas Minero-Metal¨²rgicas. Frederich se orient¨® m¨¢s tarde hacia el sector qu¨ªmico y del pl¨¢stico. La desconfianza y recelo de los Aliados hacia esta familia de emprendedores qued¨® patente en las reuniones celebradas a partir de 1945 para el bloqueo de los bienes alemanes en Espa?a. Emilio de Navasq¨¹¨¦s y Ruiz de Velasco, subsecretario de Econom¨ªa Exterior, se?ala, en un documento sobre adjudicaci¨®n de bienes alemanes en Espa?a, fechado el 3 de enero de 1948: "Para las qu¨ªmicas se ha constituido un pool [grupo] econ¨®mico en el que entra el 75% de la industria qu¨ªmica espa?ola. Los Aliados no quieren que Unquinesa participe en este pool, dada la personalidad del se?or Lipperheide".
Env¨ªos clandestinos El n¨²mero 7 de la lista negra lo ocup¨® todo un general, un general de las SS llamado Johannes E. F. Bernhardt, que presid¨ªa Sofindus, un grupo estatal de 16 empresas alemanas en Espa?a creado con fondos de Hisma (grupo empresarial alem¨¢n) "recaudados" en la Pen¨ªnsula durante la guerra civil. Lo compon¨ªan empresas qu¨ªmicas, navieras (Ib¨¦rica, Bachi, Comercial Mar¨ªtima de Transportes), mineras (Mauritania, Sierra de Gredos), agr¨ªcolas (Agro), el¨¦ctricas (Siemens, AEG, Osram), bancos (Trasatl¨¢ntico y Germ¨¢nico) y seguros (Plus Ultra): un grupo muy poderoso que serv¨ªa a los intereses de Hitler y ten¨ªa un capital social de 85 millones de pesetas de la ¨¦poca. La ficha de Bernhardt dice as¨ª: "Responsable de los env¨ªos clandestinos de provisiones para las fuerzas alemanas cercadas en la costa occidental de Francia durante y despu¨¦s de la liberaci¨®n de ese pa¨ªs". El general de las SS mantuvo despu¨¦s de la guerra numerosas reuniones con Navasq¨¹¨¦s para entregar al Gobierno de Franco y a los aliados el enorme grupo empresarial que Hitler hab¨ªa creado en Espa?a. Este peri¨®dico no ha podido localizar a ninguno de sus familiares. Los Lipperheide no fueron los ¨²nicos alemanes domiciliados en el Pa¨ªs Vasco que atrajeron la atenci¨®n de los Aliados. Otros 14 presuntos agentes aparecen en la lista negra de futuros repatriados como residentes en esa zona. Llegaron a Espa?a antes de la II Guerra Mundial, atra¨ªdos por el desarrollo (de la siderurgia vasca. La mayor¨ªa mont¨® talleres de maquinaria o empresas de importaci¨®n y exportaci¨®n. No eran agentes enviados durante la contienda, o refugiados como Le¨®n Degrelle, el famoso nazi belga cuya avioneta se estrell¨® en 1945 en la playa de San Sebasti¨¢n y al que Franco otorg¨® refugio y una nueva identidad. Pero algunos tuvieron significadas actividades pol¨ªticas. Wilhelm Beisel Heuss, "jefe del partido nazi en San Sebasti¨¢n y delegado de propaganda en el norte de Espa?a", ha sido uno de los ¨²ltimos supervivientes. ?l podr¨ªa haber testificado ahora sobre la protecci¨®n de que goz¨® la red espa?ola de colaboradores de Hitler. Pero falleci¨® el pasado mes de mayo en la capital guipuzcoana, a los 93 a?os. "?bamos a ir a Benidorm cuando enferm¨®. Todav¨ªa conduc¨ªa. Estaba muy bien de salud", manifiesta su viuda. El representante del nazismo en Guip¨²zcoa lleg¨® a Espa?a en 1926, trabajaba en una f¨¢brica de cuchillos en Bilbao y, seg¨²n los aliados, fue un activo propagandista en el Pa¨ªs Vasco de las ideas de Hitler. Su esposa no niega la militancia y liderazgo que le atribuye la lista negra. "Quer¨ªan repatriar a todos. Pero a ¨¦l no se lo llevaron. Todo el mundo tuvo problemas por las actividades pol¨ªticas de entonces. Mire, nosotros ya somos espa?oles. Tengo una hija, un nieto y un yerno vasco. ?Qu¨¦ le parece?", dice con orgullo. Otto Hinrichsen, fallecido en Espa?a hace 15 a?os, fue uno de los agentes m¨¢s activos en el Norte. Seg¨²n los aliados, se trataba de un cualificado miembro de la Abwehr en Bilbao y se dedic¨® durante toda la guerra a enviar agentes a Suram¨¦rica. Viv¨ªa en el n¨²mero 18 de la calle de Ledesma. Lleg¨® al Pa¨ªs Vasco en 1914 y se hab¨ªa casado con una espa?ola. Durante la guerra civil trabaj¨® como int¨¦rprete en la plana mayor de la Legi¨®n C¨®ndor (la que despu¨¦s bombardear¨ªa Gernika para el bando franquista). Una actividad que le sirvi¨® m¨¢s tarde de escudo protector. Su hijo Rodolfo no niega las actividades de espionaje de su padre. "No es ning¨²n secreto que colabor¨® con los alemanes. Ten¨ªa contacto con tripulantes de los barcos espa?oles que iban a Nueva York y a Buenos Aires. Les pagaba dinero y consegu¨ªa informaciones para el contraespionaje del almirante Canaris. Fue detenido y confinado un tiempo en el hotel Balneario, en Caldes de Malavella (Girona). Franco se neg¨® a repatriarlo porque tuvo en cuenta sus servicios en la Legi¨®n C¨®ndor", asegura. Empresas de maquinaria
Josef Boogen, otro presunto agente alem¨¢n, vecino del n¨²mero 1 de la calle del General Concha, en Bilbao, tuvo una experiencia similar. Vino a Espa?a en 1929, mont¨® una empresa de maquinaria que todav¨ªa existe y despu¨¦s de la guerra fue detenido y desterrado a un hotel de Vitoria durante un a?o. Muri¨® en Bilbao hace 12 a?os. Su ficha negra dice as¨ª: "Agente alem¨¢n y miembro del partido nazi. Represent¨® empresas de maquinaria alemanas en Bilbao, trabajo que utiliz¨® como tapadera para actividades de espionaje dirigidas contra el hemisferio occidental". Su hijo, propietario ahora del negocio familiar, no recuerda en la. imagen de su padre a un agente secreto. ?Usted sab¨ªa que su padre fue miembro del partido nazi? "Les obligaban a afiliarse", responde. "Eran circunstancias muy complicadas. Mi padre viv¨ªa en Espa?a mucho antes de la II Guerra Mundial. Vino, como otros muchos alemanes, atra¨ªdo por la industrializaci¨®n del Pa¨ªs Vasco. Los m¨¢s comprometidos con el nazismo fueron los que vinieron durante la contienda". La familia Boogen reconoce abiertamente que Franco se opuso a la entrega de muchos alemanes acusados. "Cuando termin¨® la guerra y comenz¨® el bloqueo de bienes alemanes, el Gobierno espa?ol avis¨® a mi padre. Gracias a esa advertencia tuvo tiempo de poner sus propiedades a nombre de varios testaferros. Varios a?os m¨¢s tarde, una vez pasado el peligro, los recuper¨®", asegura su hijo. Todos los presuntos colaboradores de Hitler en Bilbao reclamados en 1945 por los aliados han muerto en el Pa¨ªs Vasco. Es el caso de Friedhelm Burbach y Eduard Bunge, ex c¨®nsules en esa ciudad, fallecidos hace m¨¢s de 20 a?os. O el de Eugene Erhardt, que ten¨ªa una empresa consignataria de barcos y al que los aliados acusaron de trabajar para una organizaci¨®n que enviaba agentes secretos a Estados Unidos o de abastecer de minerales a la Francia ocupada. Igual suerte corrieron los hermanos Karl y Wihelm Pasch, cuya oficina Pasch Hermanos en Bilbao "era uno de los principales centros de operaciones del servicio de espionaje alem¨¢n". Los dos agentes fallecieron en Espa?a. Dos hijos de Wihelm viven en Madrid. Karl, representante de los motores Man, no dej¨® descendencia. Wilhelm Plohr, vecino del n¨²mero 21 de la Alameda de Recalde, en Bilbao, y jefe del partido nazi en esa ciudad, se traslad¨® a Marbella, donde muri¨® hace 20 a?os. Su hija, sexagenaria, vive en Madrid pero EL PA?S no ha podido localizarla. Wilhelm Spreter, otro agente alem¨¢n, jefe de propaganda en Bilbao, y organizador, seg¨²n los aliados, de una red de contraespionaje en el Pa¨ªs Vasco, tambi¨¦n ha fallecido en suelo espa?ol. En Santander, el Gobierno de Hitler cont¨® tambi¨¦n con la ayuda de otro valioso colaborador. Se llamaba Kurt Bormann y resid¨ªa en el n¨²mero 30 de la calle de Perines. Falleci¨® en la capital c¨¢ntabra hace diez a?os. Es el n¨²mero 11? de la lista negra y su ficha lo define de esta forma: "Miembro destacado de la Gestapo y del partido nazi. Utiliz¨® su empresa aseguradora como tapadera para actividades del espionaje. Particip¨® activamente en el suministro de pasaportes falsos a alemanes perseguidos". EL PA?S no ha podido contrastar estas afirmaciones con su hija. Pero los presuntos colaboradores del nazismo no se encontraban s¨®lo en el Pa¨ªs Vasco y Cantabria, se extend¨ªan tambi¨¦n por el sur de Espa?a. Los hermanos Clauss, Adolf y Ludwig J. R., hijos del c¨®nsul alem¨¢n en Sevilla y nacidos en Espa?a, se ganaron a pulso el calificativo de agentes alemanes. Seg¨²n los aliados, fueron muy activos. en el sabotaje de env¨ªos de los aliados que pasaban por Huelva y Sevilla. Sus familiares no esconden aquellas actividades a favor de Hitler. Sigrif, la hija de Ludwig, le define as¨ª "No fue nazi, pero colabor¨® un poquito en plan patriota. Su hermano Adolf fue mucho m¨¢s activo. Al terminar la guerra detuvieron a mi padre y lo deportaron a Caldes de Malavella, donde viv¨ªan en libertad. Pero al final no le entregaron Franco se opuso". ?Qu¨¦ pas¨® con Adolf? "A mi t¨ªo tampoco lo entregaron. Muri¨® en Sevilla". En el balneario de Caldes de Malavella, Ludwig Clauss coincidi¨® con Gustav Draeger, c¨®nsul alem¨¢n en Sevilla y "jefe del Servicio de Espionaje Militar en el suroeste de Espa?a, especialmente activo contra los env¨ªos aliados", seg¨²n lo define la lista negra. Lleg¨® a Sevilla en 1920 y fue tambi¨¦n miembro de la Legi¨®n C¨®ndor. Falleci¨® en Espa?a a los 62 a?os, a causa de un infarto. Su hija Margarita, de 70 a?os, vecina de Sevilla, relata los problemas que le causaron a su padre las acusaciones de los aliados. "Perdi¨® su trabajo en Vaquera Kusche y Martin, una empresa de importaci¨®n y exportaci¨®n. Quer¨ªan deportarle a Alemania, pero su amigo, [el general] Queipo de Llano intercedi¨® por ¨¦l y no le entregaron. Luego le dejaron volver a la finca, y la Guardia Civil se presentaba cada semana para ver si estaba". ?Su padre era un esp¨ªa de Hitler? "Iba a C¨¢diz, y en la bah¨ªa sub¨ªa a los submarinos alemanes y les proporcionaba alimentos. Despu¨¦s de la guerra coincidimos en una boda con el se?or Evans, c¨®nsul ingl¨¦s en Sevilla, y me dijo: yo sab¨ªa muy bien lo que hac¨ªa su padre, y cuando no nos ve¨ªa nadie, los dos nos salud¨¢bamos". Tener amistades en los c¨ªrculos de Franco era clave para eludir la repatriaci¨®n que exig¨ªan los aliados (de esta lista formada por 104 nombres nadie fue entregado, seg¨²n los datos disponibles; pero otros no tuvieron igual suerte). El bar¨®n Hans J. Kindler von Knobloch, un arist¨®crata que desempe?¨® el puesto de c¨®nsul alem¨¢n en Alicante, logr¨® librarse de su entrega gracias a esas influencias. Era el n¨²mero 48 de la lista, resid¨ªa en el 81 de la madrile?a calle de Serrano y estaba casado con una espa?ola. Su ficha se resum¨ªa en cuatro palabras: "Famoso nazi y agente". Fue capit¨¢n de la Legi¨®n C¨®ndor. Su hijo Joaqu¨ªn niega las acusaciones de los aliados. "Mi padre nunca fue nazi. Todo lo contrario. Lo de agente s¨ª es posible porque era c¨®nsul, pero lo de nazi no. En Alicante, durante la guerra civil salv¨® la vida a muchos nacionales. 'Sac¨® de la ciudad a m¨¢s de 5.000 personas. Hasta intent¨® librar a Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera de la c¨¢rcel. Cuando termin¨® la guerra quer¨ªan repatriarlo, pero mi madre habl¨® con Carmen Polo [la esposa de Franco] y ella orden¨® que no se le entregara". Knobloch fue a Rusia como soldado con s¨®lo 17 a?os. Entr¨® en Mosc¨² a caballo. Cuando regres¨® a Alemania, el pa¨ªs estaba ya "en manos de los comunistas". A los 24 a?os se traslad¨® a Espa?a y trabaj¨® en una empresa consignataria de buques. Luego, se dedic¨® a la decoraci¨®n. Ha fallecido en Espa?a. Entre los 104 presuntos colaboradores de la Alemania nazi figuran personajes como Karl Albrecht, amigo personal de Hitler y jefe de la C¨¢mara de Comercio alemana en Madrid; o Rudolf von Merode, "responsable de la muerte de numerosos ciudadanos franceses y de la tortura de otros en su tristemente famoso ba?o de hielo en San Juan de Luz", al que se sit¨²a en Figueres; o Hans Heineman, vecino de Barcelona, "uno de los m¨¢s peligrosos agentes en Espa?a", al que se atribuye la muerte de un aviador canadiense que intentaba huir a Espa?a. ?Qu¨¦ fue de ellos? Este peri¨®dico no ha encontrado ning¨²n rastro de sus familias. Pero otra lista negra, fechada el 22 de noviembre de 1949, redactada en franc¨¦s y en la que aparecen 231 alemanes repatriados, acredita que ellos fueron objeto de un 11 arresto de expulsi¨®n" que jam¨¢s se ejecut¨®. Al igual que los otros 104, gozaron de un poderoso escudo protector llamado Francisco Franco, el dictador espa?ol.
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