La lengua de Franco
"El castellano es la lengua de Franco", ha dicho Xabier Arzalluz. Tan incre¨ªble afirmaci¨®n tiene, empero, dicho sea con alguna iron¨ªa, un punto de verdad: el castellano fue tambi¨¦n, la lengua de Franco y de muchos de sus seguidores, entre los que tambi¨¦n los hab¨ªa vascos y algunos muy significados. Ay, si se consultaran m¨¢s las hemerotecas lo que dar¨ªan de s¨ª aquellas regatas de traineras y aquel palacio de Ayete en la ¨¦poca del invicto hablante del castellano.Hemerotecas a un lado, estremece pensar que a estas alturas puedan seguir dici¨¦ndose cosas semejantes sin que pase nada. No s¨®lo eso: lo pol¨ªticamente correcto es, al parecer, callarse por aquello del mal menor. Pues adelante. A seguir callando. Lo que es el castellano no hace falta que nadie lo defienda: se defiende s¨®lo y gana terreno cada d¨ªa, de California a la Tierra de Fuego, y en la misma espa?a, pese a las voces de campanario y de "viva mi pueblo" que recorren el pa¨ªs para mayor exotismo y dolorido del ruedo ib¨¦rico: nuevo typical spanish. ?Ser¨ªa, por lo dem¨¢s, una ingenuidad recordarle a Arzalluz que entre las lenguas latinas de la pen¨ªnsula ninguna es m¨¢s vasca que el castellano? A la lengua vasca le debe, entre otras deudas, su peculiar sistema voc¨¢lico -s¨®lo cinco vocales- y la supresi¨®n de la efe inicial en las palabras patrimoniales de origen latino: hambre, hijo, hierro, etc¨¦tera. Por eso, Men¨¦ndez Pidal pudo reproducir un texto antiguo que reza: "estos castellanotes" dec¨ªan los fieles al rey, "hasta en el hablar se muestran rebeldes apartadizos (...), parecen vascos.."
Cuando habla, Arzalluz se arroga, por lo dem¨¢s, la representaci¨®n de todo el pueblo vasco una suerte de integrismo pol¨ªtico de corte mesi¨¢nico que no se corresponde con su realidad cultural, social y electoral. Los valores vascos de Arzalluz son una manera m¨¢s de entender aqu¨¦lla, no son la ¨²nica manera. una manera la suya que se nutre, por cierto, de supuestos m¨ªticos dif¨ªcilmente conciliables con la historia. Arzalluz es un s¨ªntoma -y no el menos grave- de que la necesaria reestructuraci¨®n de Espa?a tras la extinci¨®n de la dictadura ha dejado intactos algunos problemas fundamentales, que no s¨®lo no se han resuelto, sino que han empeorado, aunque otra cosa convenga decir en lenguaje pol¨ªticamente correcto... Arzalluz arremete a veces contra la derecha espa?olista m¨¢s radical, pero lo curioso es que lo hace desde una perspectiva sim¨¦tricamente equivalente, s¨®lo que opuesta. Decir que el castellano es Franco es lo mismo que negarle al vasco su entidad de lengua o considerarla lengua no espa?ola, lo que, salvo algunos ultramontanos, ya ning¨²n derechista proclama, aunque pueda quiz¨¢s pensarlo.
Arzalluz ha perdido todo sentido de la contenci¨®n y dice en cada momento lo que le vienen en gana, expedito y expeditivo, resuelto y contundente, predicador y siempre echando pecho y con el gesto impasible: "impasible el adem¨¢n", que dec¨ªan los otros. Arzalluz bien podr¨ªa ser el protagonista del poema de Jon Juaristi Patria m¨ªa, donde el tipo de patriota vasco puro es objeto de un impecable retrato, en el que se le oye decir que "una raza me dio [esta tierra] que reza y canta / ante el c¨¢ntabro mar Cantos de Lelo. / No merec¨ªa yo ventura tanta".
"Cantos de lelo", s¨ª, canta este Arzalluz de lengua desatada y gestos petulantes, aunque todos tenemos -se nos aconseja- la obligaci¨®n de mirar hacia otra parte. Lo dicho: el mal menor. El contexto, como dir¨ªa el pedante, hace del adjetivo casi un piadoso eufemismo: triste minoridad. Porque lo verdaderamente grave en todo esto es la ret¨®rica de la ignorancia con la que topamos la ret¨®rica m¨¢s que la ignorancia misma. Arzalluz,sabe de sobra que considerar al castellano la lengua de franco, es una barbaridad. M¨¢s: un insulto. Por eso lo dice. Para insultar. Ah, pero call¨¦monos todos, pues garantiza la "gobernabilidad": la gobernaci¨®n (o el Gobierno), que se dice en "castellano derecho", por emplear la justa f¨®rmula de Alfonso X el Sabio, quien, sabio y todo, ten¨ªa al castellano por su lengua, el pobre.
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