Suharto SL, un negocio en apuros
El FMI amenaza la fortuna del presidente indonesio y su familia, que equivale a la mitad del producto bruto del pa¨ªs
En su puestecillo de bebidas, situado en los l¨ªmites de un barriode chabolas de Yakarta, Papajana, de 47 a?os, aporta su granode arena al bienestar de la poderosa familia Suharto, una de lasm¨¢s adineradas del mundo.Cada vez que Papajana vende unpaquete de cigarrillos, una botella de agua, enciende el televisoro utiliza el tel¨¦fono, uno de losseis hijos del presidente de Indonesla se hace un poco m¨¢s rico.El presidente Suharto y su familia gobiernan Indonesia con mano de hierro hace 30 a?os y poseen una riqueza estimada en 40.000 millones de d¨®lares (unos 6,2 billones de pesetas), la mitad del Producto Interior Bruto(PIB) del pa¨ªs.
La reforma pactada el mi¨¦rcoles con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que pretende salvar al pa¨ªs de la quiebra,afecta a algunos los sectores clave en los que la familia reinante obtiene sus extraordinarios ingresos. La oposici¨®n cree que Suharto se ha visto forzado a ceder ingresos a cambio de seguir en el poder. La masivas manifestaciones de los ¨²ltimos d¨ªas fueron la prueba de que el globo est¨¢ a punto de pincharse.
Los Suharto y su entorno tienen intereses en todos los sectores clave: compa?¨ªas petroleras o el¨¦ctricas, f¨¢bricas de autom¨®viles, peajes en las carreteras, peri¨®dicos o televisiones. Es una costumbre aceptar regalos en acciones de las empresas que pugnan por un contrato o que desean operar en el pa¨ªs. De esta pr¨¢ctica no han escapado ninguna de las grandes multinacionales: General Motors, ATT, Siemens, NEC, Hughes...
La posici¨®n monopol¨ªstica de los Suharto es, seg¨²n el FMI, uno de los principales obst¨¢culos para la recuperaci¨®n econ¨®mica de Indonesia. En medio de una grav¨ªsima crisis y mientras el clan Shuharto no acepte del todo una profunda reforma que pondr¨ªa necesariamente en peligro sus suculentos intereses, la moneda nacional (la rupia) proseguir¨¢ su constante depreciaci¨®n, los precios se mantendr¨¢n incontrolados al alza y gente como Papajana ser¨¢ cada d¨ªa m¨¢s pobre.
"?l es la cabeza del Estado", asegura Papajana, se?alando al p¨®ster de Suharto colocado junto al hombre de Marlboro en un lugar de honor en la pared de su tienda. "Nosotros somos s¨®lo la punta de la cola", a?ade.
Pero no todo va a seguir igual. El FMI exige cambios inmediatos. Se trata de un paso que puede poner en peligro los m¨²ltiples negocios de los hijos del presidente. En el acuerdo de urgencia alcanzado el mi¨¦rcoles, Suharto ha aceptado algunas medias draconianas para poder acceder a un cr¨¦dito internacional de 43.000 millones de d¨®lares (6,66 billones de pesetas).
Varias de las recomendaciones del FMI chocan directamente con los intereses de su familia. El presidente, por ejemplo, ha aceptado poner fin a los subsidios para los combustibles y al control de los precios de la cesta de la compra, detener el pol¨¦mico proyecto de uno de sus hijos para la construcci¨®n de autom¨®viles made in Indonesia y otro en la industria aeroespacial que lucraba a uno de sus ministros.
Patriarca antes que padre
Para Suharto, de 76 a?os, conocido a lo largo de la naci¨®n como el Padre, este acuerdo representa una se?al clara de que, al fin, parece dispuesto a actuar como un verdadero patriarca nacional y anteponer los intereses del pa¨ªs a los de su familia. Pero no es tan sencillo. En una lista de 156 proyectos cancelados estaba una planta hidroel¨¦ctrica propiedad de Tutut, una de las hijas del presidente. La planta, poco despu¨¦s, desapareci¨® del listado. S¨®lo la firmeza del FMI ha conseguido volver a incluirla. En una semana en la que se ha visto sometido a una fuerte presi¨®n nacional e internacional, Suharto parece haber claudicado. Para la oposici¨®n esto significa que el presidente acepta perder dinero a cambio de mantenerse en el poder. Pero tiene que cerrar numerosos frentes todav¨ªa abiertos. El de Timor Este es s¨®lo uno de ellos.
"Este es un cambio extremadamente significativo" dice Sofjan Wanandi, un destacado hombre de negocios y l¨ªder de un grupo que ayuda a redistribuir un nuevo impuesto sobre las grandes empresas entre las m¨¢s peque?as. "Es un golpe directo contra aquellos que ¨¦l [Suharto] no quer¨ªa tocar. Sabe que el ¨²nico modo de sobrevivir pol¨ªticamente es aceptar la reforma".
Papajana, el vendedor de bebidas, se identifica con Suharto. Procede de una aldea pobre, como ¨¦l. Cree que tienen algo en com¨²n, ambos se preocupan por el bienestar de sus hijos. Pero las similitudes terminan ah¨ª. Suharto gana m¨¢s dinero en un minuto que Papajana en toda su vida. "Si yo fuera el presidente..." dice el vendedor de Yakarta, "tal vez har¨ªa lo mismo".
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