El hombre que venci¨® al mar
El n¨¢ufrago gallego luch¨® 24 horas contra olas de 18 metros para que no se inundara su traje isot¨¦rmico
"No era el d¨ªa que me tocaba morir". Antonio S¨¢nchez R¨ªos, de 51 a?os, 32 de ellos en el mar, ech¨® mano del fatalismo gallego para explicar una odisea cuyo recuerdo ya no le abandonar¨¢ nunca. Casi 24 horas a la deriva, movi¨¦ndose en la oscuridad al capricho de olas de hasta 18 metros y con la ¨²nica protecci¨®n de un traje isot¨¦rmico, dan para pensar mucho. "No es que perdiese la esperanza pero le das tanta vueltas a la cabeza...", relat¨® ayer S¨¢nchez R¨ªos en conversaci¨®n telef¨®nica con EL PA?S desde la patrullera brit¨¢nica Argus, que lo recogi¨® junto a sus compa?eros y los llevaba ayer a Vigo.A estas alturas de la historia y del ¨¦xito cinematogr¨¢fico ya todo el mundo sabe que gran parte de los n¨¢ufragos del Titanic murieron de fr¨ªo no ahogados. Hace 76 a?os, Antonio, La familia contramaestre del mercante espa?ol Delf¨ªn del Mediterr¨¢neo, que se hundi¨® el pasado martes por causa del temporal a 400 kil¨®metros al oeste del cabo San Vicente, frente a Portugal, estar¨ªa condenado a la misma muerte lenta. Le salv¨® la tecnolog¨ªa moderna: su traje isot¨¦rmico, una prenda obligatoria para los marineros que permite mantener la temperatura del cuerpo en aguas fr¨ªas.
Pero el traje es vulnerable, sobre todo cuando el oc¨¦ano est¨¢ desatado, como ocurre estos d¨ªas en la zona donde se produjo el naufragio. "Yo ve¨ªa olas muy grandes", explica S¨¢nchez R¨ªos, residente en Boiro (A Coru?a). "Calculaba que eran de entre cinco y ocho metros, pero ahora, a bordo del Argus, hemos podido comprobar con los aparatos que en realidad alcanzaban los 18". Para evitar que el agua inundara el traje, Antonio libr¨® durante toda la noche una extenuante batalla contra las olas. "No me pod¨ªa despistar. Ten¨ªa que ponerme de espaldas al viento para que el mar rompiese por detr¨¢s y el traje estuviera a salv¨®", relata.
Como los otros 13 tripulantes del carguero siniestrado -uno de ellos, el vasco ?ngel G¨®mez, pereci¨® en el naufragio-, Antonio se coloc¨® su traje isot¨¦rmico cerca de las cuatro de la tarde del lunes, cuando el buque perdi¨® parte de su carga a causa del oleaje y comenz¨® a escorarse inexorablemente. Les dio tiempo a refugiarse en los tres botes salvavidas a la espera de que llegasen los servicios de rescate. Pero el infortunio de Antonio no acab¨® con el hundimiento del carguero. Su bote comenz¨® a desinflarse y a las tres horas los siete marineros que lo ocupaban tuvieron que lanzarse al mar.
"Al principio procuramos mantenemos juntos", recuerda, "pero el mar nos fue separando. Quedamos solos otro compa?ero y yo cuando, sobre las ocho de la tarde, ya de noche, un helic¨®ptero vino a recogemos. Yo le dije al otro que subiera ¨¦l primero. Entonces rescataron a cuatro m¨¢s que estaban cerca y a m¨ª acabaron perdi¨¦ndome".
As¨ª empez¨® la noche m¨¢s larga de su vida. Fiado a la protecci¨®n del traje y a su intuici¨®n de veterano, Antonio no sinti¨® miedo, "aunque s¨ª respeto". "Siempre fui consciente de que al amanecer volver¨ªan a buscarme", apunta. Pero el rescate fue m¨¢s lento de lo que pod¨ªa: imaginar. No dieron con ¨¦l hasta las dos de la tarde del mi¨¦rcoles, casi 24 horas despu¨¦s de que el buque comenzase a zozobrar.
En Cabo de Cruz, un pueblo marinero del municipio de Boiro, su esposa, Rosa Lejo, y sus hijos vivieron otra noche de angustia. El hijo mayor estaba seguro de que Antonio se salvar¨ªa, pero la madre cay¨® en la desesperaci¨®n y tuvieron que avisar al m¨¦dico. Rosa repet¨ªa que Antonio era muy responsable, que tratar¨ªa de quedarse a bordo amarrando los contenedores que se derramaban por la borda y que seguramente se habr¨ªa hundido con el buque. Su estado ¨¢nimo oscilaba. Vi¨® en televisi¨®n una foto cedida por propia familia y crey¨® estar contemplando a Antonio sano y salvo. Una llamada a las cuatro de la tarde del martes la sac¨® de su postraci¨®n.
La familia no pudo hablar con Antonio debido a las restricciones por la comunicaci¨®n por tel¨¦fono que impuso el capit¨¢n del Argus. La armada brit¨¢nica no quiere jaleo a bordo y hoy fondear¨¢ en la r¨ªa de Vigo, sin tocar tierra, para que un helic¨®ptero recoja a Antonio y sus compa?eros y los lleve a casa. A su familia no le ha sorprendido que Antonio ganase su combate con el mar. "Es un hombre muy fuerte para su edad y muy meticuloso", afirma su nuera Ana Su¨¢rez. "No estoy ni resfriado", corrobora el n¨¢ufrago.
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