Inseguridad hospitalaria

El d¨ªa 9 de marzo pasado, Nacho, mi hijo, vio truncada su corta vida de forma tr¨¢gica e injusta como consecuencia de una serie de desprop¨®sitos m¨¦dicos y de una manifiesta inseguridad hospitalaria. Nacho, mi hijo, hab¨ªa sido operado en el hospital de la Princesa de un quiste benigno en la zona submaxilar como consecuencia de un doble error m¨¦dico (de diagn¨®stico y localizaci¨®n). A mi hijo se le hab¨ªa diagnosticado un problema en la gl¨¢ndula salivar derecha submaxilar y fue operado en la zona izquierda. Requeridos los facultativos, salen del paso asegurando que ambas gl¨¢ndulas estaban en mal estado y que, a su criterio, hab¨ªan decidido operar la que peor sintomatolog¨ªa presentaba. De esto hace tres a?os.Hace un a?o, aproximadamente, percibimos que la zona derecha submaxilar presentaba una inflamaci¨®n mayor, que transcurrido el tiempo aumentaba sensiblemente de tama?o. Alarmados, solicitamos el diagn¨®stico facultativo, y tras las pruebas pertinentes se le localiz¨® un quiste que confirm¨® el diagn¨®stico equivocado anterior. El pasado 9 de marzo fue operado, al parecer satisfactoriamente, y tras permanecer una hora y media en reanimaci¨®n (la vez anterior estuvo cuatro horas), se le traslad¨® a la habitaci¨®n 812, octavo piso, Maxilofacial. Son las 13.30.

Desde el primer momento noto en mi hijo un comportamiento extra?o, como confusi¨®n mental. Su obsesi¨®n era sentarse en la cama, como a impulsos. Dec¨ªa que estaba bien y que quer¨ªa irse a casa, intentando quitarse la v¨ªa del suero. Esto lo repite tres o cuatro veces a intervalos en los que parec¨ªa tranquilo. La enfermera viene a visitarlo aproximadamente a la media hora. Le hago ver desde el primer momento el comportamiento extra?o que tiene mi hijo y las cosas que dice y hace. La enfermera, dirigi¨¦ndose a mi hijo, le pregunta: "Ignacio, ?c¨®mo est¨¢s?". ?l responde: "Yo, muy bien; quiero irme a casa".

Le digo a la enfermera: "?Usted cree que mi hijo, con 24 a?os, si no tuviese confusi¨®n, iba a decir que est¨¢ bien y quiere marcharse a casa?". Ella contesta: "Tenga usted en cuenta que lo han operado esta ma?ana". Se marcha y ya no vuelve, sabiendo adem¨¢s que mi hijo era un enfermo con un factor de riesgo por su condici¨®n de epil¨¦ptico.

Sobre las 14.45, viendo que en ese momento est¨¢ tranquilo y parec¨ªa dormido, mi marido aprovecha el momento para hacer una llamada telef¨®nica. Vuelve a las 15.00 y se encuentra la cama vac¨ªa, mi hijo se hab¨ªa precipitado por la ventana en su confusi¨®n mental y seguramente tratando de seguir los pasos de su padre.

Las ventanas carecen del m¨¢s m¨ªnimo sistema de seguridad y permanecen abiertas a todas horas por el sofocante calor debido a la calefacci¨®n excesiva.

El motivo de esta carta es sensibilizar a la opini¨®n p¨²blica e informar de los peligros que pueden esperar a los pacientes, fruto de la desidia, negligencia e incuria de ciertos m¨¦dicos y trabajadores del hospital de la Princesa, as¨ª corno la falta de seguridad. Es inadmisible que en un hospital p¨²blico existan unas ventanas que permanecen abiertas a todas horas y que sean veh¨ªculo de tragedia, como la que nos ha tocado vivir a mi familia y que pueden ser causa de futuros accidentes. El motivo de esta carta es informar a la opini¨®n p¨²blica y generar un sentimiento de cr¨ªtica y repulsa ante estos hechos. Si ello puede salvar una vida, me sentir¨¦ satisfecha.-