Ventanales abiertos

Los caminos de expansi¨®n del flamenco pasan por la convivencia pac¨ªfica con otras m¨²sicas e instrumentos. No es algo que haga mucha gracia a los m¨¢s intransigentes, pero, en un arte cuyas bases se edifican desde el di¨¢logo de culturas, el proceso es natural e incluso inevitable. David Pe?a hunde sus or¨ªgenes en la memoria gitana-andaluza. Esta herencia la proyecta desde un piano tocado estupendamente, con t¨¦cnica cl¨¢sica y destellos de jazz. Su mirada est¨¢ abierta a nuevos horizontes, pero la fidelidad a su pasado se descubre inmediatamente. En los di¨¢logos m¨²ltiples con las voces, en las palmas y, sobre todo, en el esp¨ªritu. La asimilaci¨®n de lenguajes s¨®lo favorece la conquista de m¨¢s libertad.Las b¨²squedas de los nuevos artistas procedentes del flamenco se suceden . Esperanza Fern¨¢ndez se mete hasta las cejas en la m¨²sica de Mauricio Sotelo, pero jam¨¢s pierde su vibraci¨®n milenaria. El guitarrista Jos¨¦ Mar¨ªa Gallardo da alas de luminosidad a Vivaldi apoy¨¢ndose en el misterio de su herencia sevillana. Dorantes destila en sus semblanzas, oleadas, silencios y nanas el perfume extra?o de algo nuevo que, sin embargo, nos es familiar. Tal vez en este juego de sensaciones radica su originalidad y su atractivo.