Duisenberg se presenta como garante de la ortodoxia pura en el BCE
El presidente electo del Banco Central Europeo (BCE), el holand¨¦s Wim Duisenberg, jug¨® ayer la carta de la ortodoxia monetaria y la osad¨ªa personal en su comparecencia ante la Comisi¨®n de Asuntos Monetarios del Parlamento Europeo. Duisenberg fue m¨¢s papista que el Papa al anteponer el control de la inflaci¨®n muy por encima de otro reto y no dud¨® en atacar a Alemania (?se habla mucho sobre el paro pero se hace muy poco para remediarlo?) y a Francia (?nada me impide estar ocho a?os al frente del BCE? y ?me parece ligeramente absurdo? que ya se sepa que el sucesor ser¨¢ franc¨¦s).
La t¨¢ctica le sali¨® bien al holand¨¦s, del que se supon¨ªa que lleg¨® de capa ca¨ªda a su examen ante los diputados. Pero jug¨® al ataque. El grupo socialista anunci¨® ya ayer que pedir¨¢ su voto favorable en el dictamen que emitir¨¢ el Parlamento el pr¨®ximo d¨ªa 13. Aunque la decisi¨®n de la Euroc¨¢mara no es jur¨ªdicamente vinculante, un voto en contra del directorio de seis personas que dirigir¨¢n el BCE ser¨ªa un segundo rev¨¦s demasiado duro para que no renuncie al cargo un presidente elegido ya bajo el signo de la politizaci¨®n.Pero Wim Duisenberg hizo de tripas coraz¨®n y actu¨® como si nada hubiera pasado en la cumbre de Bruselas. Eso s¨ª, acept¨® p¨²blicamente que hubo presiones pol¨ªticas para que aceptara una fecha concreta que recortara su mandato, pero asegur¨® que en ese momento hizo saber al Consejo Europeo que no aceptar¨ªa la presidencia del BCE con esa condici¨®n.
Insisti¨® en hacer creer que la decisi¨®n de no acabar su mandato fue tomada por ¨¦l, a pesar de que nadie pone en duda que fue impuesta por el presidente franc¨¦s, Jacques Chirac. Pero sali¨® airoso de los numerosos intentos de los diputados por hacerle decir cu¨¢ndo dejar¨¢ el cargo. Se limit¨® siempre a declarar que presidir¨¢ el BCE ?al menos, y subrayo lo de al menos, hasta el final del periodo transitorio? en el que circular¨¢n los billetes y monedas en euros al mismo tiempo que las divisas nacionales. Ese periodo empieza el 1 de enero del 2002 y acaba, a m¨¢s tardar, seis meses despu¨¦s.
Coquete¨® varias veces con la posibilidad de acabar el mandato de ocho a?os (?nada me impide hacerlo?, dijo) y se declar¨® dispuesto a ?estudiar con mucha atenci¨®n? una eventual petici¨®n del Parlamento en ese sentido. ?Si el Parlamento lo hace (exigir que cumpla sus ocho a?os de mandato) lo examinar¨¦ atentamente y ver¨¦ las razones y el nivel de apoyo (de los diputados a esa exigencia). Y luego decidir¨¦?, afirm¨®.
Consejo para Alemania
No le faltaron desplantes toreros incluso dejando en evidencia a su gran protector, Alemania, un pa¨ªs en el que a su juicio ?se habla mucho del paro se hace muy poco para remediarlo?. Duisenberg defend¨ªa as¨ª la m¨¢s pura ortodoxia monetarista de los estatutos del BCE: su objetivo no es reducir el paro, sino lograr la estabilidad de precios. Es decir, controlar la inflaci¨®n. A su entender el BCE puede hacer poco por el paro, como no sea precisamente reducir la inflaci¨®n. Y se refugi¨® en el conocido circulo virtuoso de que si la inflaci¨®n es baja se recortan los tipos de inter¨¦s, eso hace crecer la inversi¨®n y en consecuencia aumenta la actividad econ¨®mica y se reduce el paro. Ning¨²n diputado logr¨® desviar de ese recto camino a este antiguo ministro socialista de Finanzas que dispar¨® el d¨¦ficit p¨²blico de Holanda durante su gesti¨®n.Rechaz¨® que el euro sea una p¨¦rdida de soberan¨ªa nacional en materia monetaria. Bien al contrario, es una forma de recuperarla, sostuvo. ?En Holanda decidimos en 1983 alinear nuestra moneda con el marco alem¨¢n. Era casi una uni¨®n monetaria en la que nosotros nos limit¨¢bamos a aplicar las mismas medidas que hab¨ªa decidido el Bundesbank para Alemania. Eso no ha impedido que tengamos ciclos diferentes y nosotros hemos pagado el precio en forma de inflaci¨®n, pero no olvidemos los beneficios. Ahora, con el euro, por lo menos tendremos oportunidad de discutir las decisiones antes de que sean tomadas?, dijo.
Y le ech¨® un capote a una cercana adhesi¨®n de la libra esterlina a la zona euro al afirmar que ?nada en los Tratados le obliga a ingresar en el nuevo mecanismo de cambios del SME?. Una manera de decir que podr¨¢ incorporarse al euro cuando lo pida si mantiene cierta estabilidad cambiaria.
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