Seis borrachos
, Los aficionados han decidido abandonar la plaza, y a los espectadores les da igual que salga el sol por Antequera, y la mayor¨ªa no sabe distinguir un toro de una gallina. S¨®lo as¨ª se entiende que ayer no se produjera un esc¨¢ndalo monumental en La Maestranza, cuando por en¨¦sima vez se perpetr¨® un presunto fraude por parte de quienes manejan el cotarro de los toros.Para empezar, los novillos que salieron a La Maestranza no eran dignos de Sevilla porque carec¨ªan de las hechuras y la presencia necesarias (responsabilidad de la autoridad). Todos, en mayor o menor grado, resultaron inv¨¢lidos y descastados (responsabilidad del ganadero); pero lo m¨¢s grave es que todos mostraron signos evidentes de embriaguez; enti¨¦ndase, borrachos como una cuba (?responsabilidad de qui¨¦n?). Un borracho se detecta a leguas porque se tambalea y, generalmente, los tumbos son fruto de una ingesti¨®n exagerada de alcohol. O producto de una enfermedad, que todo puede ser. Lo que parece criterio un¨¢nime es que nadie, ni toro ni persona, se tambalea por las buenas.
Torrealta / Abell¨¢n, El Juli, Janeiro
Cinco novillos de Torrealta (el 1?, sobrero en sustituci¨®n de un inv¨¢lido), chicos, inv¨¢lidos y descastados; el 2?, qued¨® inutilizado al chocar contra un burladero, y el sobrero, de Hermanos Sampedro, inv¨¢lido. Miguel Abell¨¢n: pinchazo, estocada y once descabellos (ovaci¨®n); media estocada y un descabello (palmas). El Juli: estocada y dos descabellos (silencio); pinchazo, media y dos descabellos (palmas). V¨ªctor Janeiro: estocada (ovaci¨®n); un pinchazo y estocada (palmas). Plaza de La Maestranza, 10 de mayo. Novillada de abono. Media plaza.
?Estaban, pues, los toros borrachos? Si as¨ª fuera, ?qui¨¦n les dio de beber? ?Y qu¨¦ bebieron? ?Acaso estaban enfermos? Pues la autoridad vuelve a mirar hacia el otro lado y se limita a certificar que las carnes son sanitariamente aptas para el consumo. Ya saben: si ma?ana ven a uno por la calle con mala cara dando tumbos de acera a acera, no es que est¨¦ borracho, sino que ha comido carne de novillo lidiado en La Maestranza el domingo por la tarde.
Pero esto sucede porque al consumidor le da todo igual. Paga lo que le digan sin rechistar; acepta la burla como si fuera ortodoxia taurina, cree que el aburrimiento es consustancial al espect¨¢culo, y aplaude, eso s¨ª, aplaude emocionado las m¨¢s grotescas caricaturas de la fiesta.
Tres novilleros de post¨ªn hicieron el pase¨ªllo. Todo lo que hicieron, que no fue mucho, careci¨® del m¨ªnimo inter¨¦s porque no puede ser emocionante la faena a un novillo embriagado, soso y descastado. Se nota que Abell¨¢n est¨¢ ya cuajado, y dio algunas muestras de su f¨¢cil manejo de los enga?os, su valor sereno y su sentido de la ligaz¨®n. Lo mejor, un ajustado quite por chicuelinas. El Juli lleg¨® precedido de una merecida fama de novillero innovador y se fue como vino. Voluntarioso y con personalidad, dej¨® algunos detalles con el capote y nada m¨¢s. Y V¨ªctor Janeiro consigui¨® los momentos m¨¢s emocionantes por su decisi¨®n y porque su primero estaba menos bebido y le hilvan¨® una magn¨ªfica tanda de naturales largos.
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