?Internet es un gran plus para el libro?
?El secreto de editar es no imponer nunca nada al mercado?
Fue durante 20 a?os el chief executive de Penguin, y en ese tiempo llev¨® la editorial de p¨¦rdidas a grandes ganancias, trabajando 18 horas diarias con un ritmo y un esp¨ªritu que sus subordinados calificaban de "muy japon¨¦s". Lector voraz, hijo de jud¨ªos, Peter Mayer fue un ejecutivo precoz. Su fama empez¨® a los 28 a?os, cuando public¨® la edici¨®n de bolsillo de Juan Salvador Gaviota pagando (y recuperando) un mill¨®n de d¨®lares; luego se sac¨® de la manga uno de los mayores best-sellers de la historia, Stephen King; y al fin edit¨® Los versos sat¨¢nicos de Salman Rushdie en Penguin, al tiempo que americanizaba la empresa, le quitaba la vieja p¨¢tina de exquisitez y refrescaba su pereza ideol¨®gica. Mayer la hizo crecer en 20 veces su tama?o, pero un d¨ªa, hace un par de a?os, se cans¨®. Dej¨® sus despachos de Londres y Nueva York y se instal¨® en la peque?a oficina de su editora neoyorquina, The Overlook Press, con 60 empleados a su mando. All¨ª publica ahora "unos 45 t¨ªtulos al a?o", desde peque?as tiradas de poes¨ªa, arquitectura y dise?o a libros de artes marciales (500.000 ejemplares). ?Quer¨ªa una vida secreta. Amaba la l¨ªnea de Penguin, pero llevar tu propio negocio te garantiza trabajo duro hasta la muerte", dice este editor m¨ªtico, que acaba de impartir en Madrid un curso sobre edici¨®n en el extranjero.Pregunta: Usted llev¨® Penguin a Australia, Sur¨¢frica y Am¨¦rica. Parece que las editoriales espa?olas, cada vez m¨¢s, dirigen su mirada hacia Latinoam¨¦rica. ?Hay alg¨²n paralelismo en esas situaciones?
Respuesta: Hay varios. Madrid y Barcelona, como Londres y Nueva York, tienen el poder econ¨®mico del ¨¢rea, y ya sabemos que la cultura sigue al comercio y no al rev¨¦s. Hasta ahora, las empresas espa?olas han distribuido libros en Am¨¦rica, y eso las convirti¨® en compa?¨ªas internacionales. Pero no han editado apenas libros generales, sino libros de texto adaptados a las necesidades de las poblaciones. El pleno desarrollo del nacionalismo en Latinoam¨¦rica supone que los habitantes de esos pa¨ªses quieren leer a sus autores. Cuando en Penguin empezamos a publicar autores indios o australianos, todos quer¨ªan salir primero en Londres. Luego la cosa cambi¨®, y hubo que ir descentralizando, abriendo oficinas: generalmente la infraestructura de esos pa¨ªses no basta, y el negocio local no cubre todo, as¨ª que adem¨¢s hay que exportar, importar...
P: ?No supone esa relaci¨®n con ¨¢reas m¨¢s pobres un nuevo dominio colonialista?
R: No querr¨ªa hablar de los gustos de pa¨ªses que no conozco muy bien, pero mi impresi¨®n es que a un argentino, por ejemplo, le interesa lo que pasa en Buenos Aires, en Madrid y en M¨¦xico. As¨ª que yo creo que se trata de lo contrario. La relaci¨®n empez¨® como una conquista colonial y ahora se ha convertido en un intercambio. El capitalismo est¨¢ basado en el capital, s¨ª, pero dirigir una editorial no implica que se pueda imponer una cultura. El secreto del ¨¦xito es publicar los libros que ese pa¨ªs quiera leer. Dos empresas alemanas, Bertelsmann y Rohwolt, poseen el 50% del mercado de libros en Estados Unidos, y no creo que se pueda decir que los alemanes han colonizado la cultura norteamericana. La experiencia demuestra que el mejor beneficio es ser sensible a los gustos del mercado. Si tratas de imponer algo, nunca funciona.
P: ?Sigue usted ese lema en su editorial? ?Edita lo que le gusta o lo que intuye que va a vender?
R: Bueno, mi editorial es casi una miniatura; el objetivo es crecer un poco, no dejar de ser peque?os. El primer a?o crecimos un 50% y el segundo un 60%. No significa gran cosa, s¨®lo que si no creces el capitalismo te devora. Pero s¨ª, intento combinar los libros que me gustan y los comerciales. Sobre todo porque mis recursos son limitados. Alguien puede decir que es c¨ªnico publicar libros de artes marciales y de poes¨ªa a la vez, pero si no diversificas un poco, no abres mercado, y entonces lo m¨¢s f¨¢cil es desaparecer.
P: ?Y no se resiente la imagen?
R: Lo de la imagen es una noci¨®n muy europea. La imagen depende de lo que publicas cuando tienes un cat¨¢logo muy definido, muy cerrado. Pero si quieres entrar en las librer¨ªas, mi experiencia dice que ese cat¨¢logo tiene que ser lo m¨¢s amplio posible. Porque hay una parte del negocio que no puedes olvidar: tienes que pagar cada viernes a los empleados (En Estados Unidos se paga cada semana).
P: ?Y cree que el mercado del libro, dominado por gigantes, seguir¨¢ soportando a las editoriales peque?as, de calidad?
R: Hay muchas editoriales peque?as en Estados Unidos y Gran Breta?a que est¨¢n creciendo mucho a base de buscar, m¨¢s que la calidad, el best-seller. Ser peque?o no significa siempre vender calidad, igual que ser grande no significa siempre vender libros malos. La calidad, en la cultura, es un factor intercambiable. Am¨¦rica es un sitio extremadamente competitivo, y la l¨ªnea de muchas editoriales no depende tanto de la imagen como del dinero. Pero el dinero no es vulgar, es neutro. Puedes hacer libros buenos o libros tontos, y no siempre unos triunfan y otros fracasan.
P: ?Ve Internet como una amenaza para el libro?
R: Lo veo como un gran plus, porque permite al consumidor consultar bases de datos que ninguna librer¨ªa puede facilitar. En Amazon.com hay millones de p¨¢ginas sobre cualquier asunto o autor; nadie puede tener eso en el stock. All¨ª lo puedes comprar y te lo mandan en 4 o 5 d¨ªas. Ninguna editorial o librer¨ªa puede sentirse amenazada por eso, porque nadie podr¨ªa igualar ese nivel de oferta. P: ?Espera un crecimiento de la industria en los pr¨®ximos a?os?
R: El libro es un sector peque?o; comparado con el de las armas o el az¨²car, muy peque?o. Tiene que luchar por el dinero y el tiempo de la gente con las revistas y los diarios, por un lado, y con los medios electr¨®nicos de entretenimiento, por otro. Creo que no crecer¨¢ mucho, pero es seguro que no desaparecer¨¢. El libro es un medio de entretenimiento bastante moderno, c¨®modo y duradero.
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